Resulta difícil no preguntarse hasta qué punto no es un tópico aquello de que "el dinero es miedoso" tras conversar con José Luis Bonet (Barcelona, 1941). Es un referente para los empresarios catalanes y españoles -valga la redundancia- no sólo por su visión comercial, sino por sus agallas y honestidad a la hora de defender la españolidad de Cataluña en medio de la tempestad desatada por el independentismo.
Es optimista sobre el futuro y tiene una visión agradecida respecto del pasado. Se confiesa monárquico y juancarlista, y reivindica con vehemencia los logros de la Constitución del 78.
Frente al catastrofismo de quienes ponen el foco en la precarización del trabajo y en el "exilio al que se ve abocada la generación mejor formada de la Historia", cree en la iniciativa personal y anima a los jóvenes a salir de España unos años, aprender y emprender.
¿Qué le preocupa más, el pulso independentista o la evolución de la economía española?
Me preocupa todo, porque uno tiene que estar preocupado por todo, pero digamos que la economía española va por buen camino, está bien orientada. Tiene el ciclo positivo, salvo que sucedan cosas extraordinarias, que no pensamos. En Cataluña sí que tenemos un desafío rupturista, secesionista, librado por los dirigentes políticos catalanes. Uno no puede estar ajeno a este tipo de preocupación.
Fue de los primeros empresarios en implicarse y decir lo que pensaba. ¿Ha tenido o tuvo un coste para Freixenet?
En parte sí, en parte no. Sí que ha habido alguna reacción negativa por una parte de Cataluña, donde hay personas que deciden tener un determinado comportamiento. Pero también ha habido reacciones positivas que alguna manera compensan. La situación que vivimos en Cataluña es una anomalía. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué hay personas que consideran a los españoles como ajenos y enemigos? Esto yo no lo entiendo.
¿Qué le parece que el mando político de los 'mossos' sea un político comprometido comprometido con romper España?
Tenía buena impresión de Albert Batlle [el exdirector de los Mossos d'Esquadra]. Le considero una persona eficiente. Pero no conozco al señor que han puesto ahora. No tengo elementos para definirme en un sentido o en otro. Lo que sí es que es por sus obras les conoceréis. Veremos qué hacen. En el momento que actúen, veremos.
¿Se imagina a los Mossos d’Esquadra protegiendo el derecho a decidir, es decir, las urnas el 1-O?
No, no me lo imagino.
¿Habrá referéndum?
No.
Si sucediera, ¿deberían votar los catalanes o el conjunto de los españoles?
Yo siempre he dicho que un referéndum acordado y legal, vale; y uno que no sea acordado y que sea ilegal, pues no vale. Por tanto, el 1-O no es referéndum ni es nada.
¿Debería entonces haber una consulta pactada?
Si fuera así, yo no tendría nada que decir. Si hay acuerdo y está dentro de la ley, a mí me parece bien. Si no hay acuerdo y no está dentro de la ley, me parece mal.
El ‘Govern’ ha aprobado un apagón informativo, los 'consellers' del PDeCAT moderados han sido laminados y la Generalitat persiste en que habrá referéndum unilateral. ¿Le parece razonable el optimismo del Gobierno de Rajoy?
El Gobierno, en relación con el tema concreto del referéndum presunto del 1-O, está actuando de acuerdo con la ley, en el sentido de que si la Constitución y la ley no lo permiten pues no debe dejar que se celebre.
El Gobierno tiene que ser prudente y exclusivamente hacer que se cumpla la ley con el mínimo coste posible
Podría aplicar el artículo 155 de la Constitución, que permitiría limitar o suspender el autogobierno.
Podría hacer muchas cosas, pero tiene que ser prudente y exclusivamente hacer que se cumpla la ley con el mínimo coste posible. Si no se llega al 155 pues mejor, eso es evidente. Lo que sí tiene que aplicar es la Constitución y la ley, esa es su obligación.
¿Cómo valora la actitud del empresariado catalán y español en este conflicto?
Yo respeto mucho las decisiones y comportamientos de los empresarios. Cada uno hace lo que quiere, otra cosa es lo que piense yo. Por ejemplo: uno tiene el derecho a decir lo que piensa siempre que no perjudique a nadie, que no ofenda, que sea tolerante y que respete a los demás. Yo he actuado siempre en esta línea, cuando he visto que había unos planteamientos que yo no compartía lo he dicho. Es mi facultad y mi responsabilidad. Yo digo lo que pienso.
¿Para eso ha tenido que armarse de valentía? ¿Existe miedo en el empresariado catalán?
Hay que entender que en Cataluña ha habido muchas personas -no son la mayoría, a mi juicio- que están en la línea de los dirigentes secesionistas. Yo respeto al empresario y ya está: si entiende que debe callarese, porque no quiere o porque tiene cierta prevención y puede perjudicarle en su mercado, pues lo respeto.
¿Hay libertad o hay miedo al abordar temas políticos en Cataluña?
Cada uno hace lo que quiere. Puede que alguno actúe movido por la prevención. Eso puede pasar, sí.
Hay mucha gente moderada en el PDeCAT que puede sentirse ahora abandonada. ¿Qué puede hacer esa gente para restituir la normalidad?
Yo entiendo que la gente moderada es la mayoría. En las elecciones plebiscitarias de septiembre del año 15, las opciones independentistas obtuvieron un 47,8% de los votos, que es mucho pero no es la mayoría. Por tanto, yo entiendo que estoy en la mayoría.
¿Se imagina usted una moción de censura contra Carles Puigdemont ahora?
Pues no sé, porque yo de política entiendo poco, pero ¿por qué no? Si el Estatut lo permite… es cuestión de los partidos que están ahí jugando.
Mucha gente que viene de Convergència puede no estar contenta con la actitud del president.
Esto tendrían que decirlo ellos, yo imagino que sí, que habrá muchos que están en desacuerdo con una línea que se va radicalizando. Desde luego, yo no lo comparto y pienso que hay otros que pueden no compartirlo dentro de Convergència, lo que ahora es el PDeCAT.
¿Cuándo se fastidió Cataluña? ¿Cuándo empezó esto a convertirse de verdad en un problema político e institucional?
En el momento en que la crisis avivó, Artur Mas cogió la bandera estelada. Creo que fue un momento muy importante, y que el Gobierno de Cataluña tomó una orientación que se ha demostrado que no es mayoritaria; pero que en todo caso la tomó y es su responsabilidad.
¿Habla usted catalán?
Sí.
En Cataluña no hay un problema con el español, pero sí con la educación porque se han negado los valores de España
¿Se margina el español en Cataluña?
Los catalanes somos bilingües. No creo que haya habido un problema con el español. Veo más el problema en la orientación que se ha seguido en la Educación en Cataluña. No en el sentido positivo de poner en valor los valores catalanes y de la catalanidad, que yo comparto, sino en el sentido de obviar, negar y omitir los valores de España. Esto parte de una falsedad, a mi juicio: se considera que es incompatible Cataluña con España, que son incluso antagónicos. Eso es falso. Uno puede ser -yo lo soy- catalán y español, como soy europeo también. Es lo normal. Otra cosa es que haya personas que entienden que esto es antagónico, que es incompatible, y eso les lleva a defender la idea de la separación.
El Tribunal Constitucional recientemente avaló el derecho de etiquetar los productos comerciales en Cataluña en un único idioma...
Ahí la libertad tiene que primar. Si uno quiere etiquetar en catalán, que etiquete en catalán. Si uno prefiere etiquetar en castellano, que lo haga; y si quiere hacerlo en inglés, pues igual. El problema fundamental es lo que he dicho antes: esa idea de que Cataluña existe y España no.
¿Cree que una reforma de la Constitución podría aliviar la tensión y solucionar el problema?
¡Bendita Constitución! ¿Usted sabe el salto prodigioso que ha dado España en los últimos cuarenta años? Es una cosa extraordinaria. ¿Que hay problemas? De acuerdo. ¿Que hay que arreglarlos? También. Pero el salto es impresionante. ¿Por qué ha sucedido esto? Por dos razones: por los españoles, que somos gente con potencia cuando no nos desorientamos; y por el sistema, que en una buena parte es la propia Constitución. La Constitución consagra los fundamentos del orden establecido: democracia, Estado de Derecho, Estado de Bienestar y economía social de mercado con la empresa como pieza clave. Esto es la Constitución del 78. Pero hay más cosas. ¿Que se puede reformar? Claro, si hay un debate y se razona y se convence y se llega a un acuerdo, se reforma. ¡Pero no los fundamentos, eh!
¿Cuáles deberían ser las líneas rojas?
Líneas rojas, las que he dicho. Otra línea roja, evidentemente, es la unidad de España. Y dentro de Europa. Otra de las barbaridades del planteamiento soberanista, que se llama así pero es secesionista, es que quieren salir de Europa a pesar de que muchas veces lo niegan. ¡Pero es que quieren hacerlo! La UE es una unión de estados. Si Cataluña llegase a la independencia -cosa que no creo que ocurra-, saldría del Estado español y por tanto saldría de la UE. Podría volver a entrar, sí. Un día u otro, podría volver a llamar a la puerta, estar en la cola, y, si le aceptaban, entraría. ¿Pero sabe el trauma brutal para Cataluña, para España y para la misma Europa que supondría esto?
¿Esta situación está afectado ya al comercio español en Europa?
No se ha producido aún un daño emergente. Puede haberlo lucro cesante [una ganancia que se ha dejado de ingresar], pero esto es más difícil de constatar. Daño emergente no hay, las cosas van bien. Yo presido la Fira de Barcelona y hemos tenido récord histórico; estamos ahí mejor que nunca. El mundo del turismo, mejor que nunca. Barcelona es el ejemplo. Está desbordada por el éxito. Ahora bien, claro que se puede estropear.
Precisamente, el turismo está provocando mucha tensión en Barcelona por la masificación y cómo está afectando al precio de los alquileres.
Hay que intentar ordenar, incluso en algunos aspectos regular, pero lo que no hay que hacer es ponerse en contra del turismo, que ha sido un factor clave del éxito de España y Cataluña. Yo estoy maravillado del atractivo que tenemos los españoles, y los catalanes. Que atraigamos a tanta gente es una cosa buena. No entiendo a los que quieren acabar con esto y sacar a los turistas.
Se puede entender a los vecinos que ven cómo se disparan los alquileres.
Que se ponga orden, para eso están las autoridades. Eso no quiere decir que tengas que echar a los turistas; muchas veces nos pasamos de vueltas. Una cosa es que haya que ordenar las cosas para que haya un cierto equilibrio y otra pedir que se vayan
¿Está contento usted con Ada Colau?
Yo con Ada Colau tengo poco trato, pero sí, la conozco porque yo soy presidente de la Fira y ella es la presidenta del Consejo General de la Fira. Y no ha interferido para nada.
¿Qué problemas tiene ahora mismo el comercio interior español?
El comercio interior español está pasando un buen momento, después de una crisis muy dura. Pero va para arriba, entre otras razones alimentado por el turismo. No quiere decir que no haya problemas, que los hay siempre, al igual que posibilidades de mejora. Yo no veo especial dificultad, sino lo contrario. Estamos ya en un ciclo positivo. El comercio exterior es la clave de la recuperación económica.
El brexit está pasando de brexit duro a brexit blando; y quién sabe si a la reversión del proceso
¿Cómo puede afectar el brexit al comercio español? ¿Le preocupa?
Claro que me preocupa, pero relativamente. Yo soy un optimista, y el brexit está pasando de haberse planteado como un brexit duro a un brexit blando; y quién sabe si a la reversión del proceso. No tiene ningún sentido de momento que, cuando la globalización de la economía es una realidad, haya gente que quiera salirse. Esto vale para el brexit y para otras cosas.
¿Es usted optimista pese a que los jóvenes parecen estar condenados a vivir peor que sus padres?
No, esto es falso. ¿Por qué están condenados a vivir peor que sus padres? Es un tópico. Por la precarización del trabajo. Los jóvenes dependen de sí mismos, y además son el futuro. Por tanto, el futuro lo tienen asegurado. Depender de sí mismos está en sus manos. Yo, ante las quejas -que pueden tener justificación- de que los jóvenes están tan mal, pienso que hay dos maneras de enfocar a título personal una situación como esta. Una, quejarse. Dos, superarse a sí mismos, que es lo que tienen que hacer. Yo pienso esto. La salida al exterior de los jóvenes, ¡ay la fuga de cerebros! ¡Oiga, perdone! Lo que tienen que hacer es salir. Uno o dos años tienen que irse fuera, cosa que mi generación lamentablemente no pudo hacer porque esto estaba cerrado a cal y canto. Los jóvenes tienen la oportunidad de salir. Uno o dos años, pero ya volverán. Y volverán nuevos, porque habrán aprendido mucho. Sabrán idiomas.
Si eres un joven, lo que tienes que hacer es no precarizarte, esforzarte, y si tenes que jugar menos con el móvil, pues lo haces
El problema es que puedan volver con una difícil inserción laboral.
La precarización del trabajo -que hay que procurar que disminuya- es una expresión de tipo general, y yo estoy llevándolo al terreno personal. Si tú eres un joven, lo que tienes que hacer es no precarizarte. Y si tienes que esforzarte, pues te esfuerzas. Evidentemente que los que tenemos posibilidades de influir o intervenir tenemos que ayudar a la gente para que se esfuercen. Nosotros aquí, en el sistema cameral, estamos dedicando muchos esfuerzos con dinero de la UE para preparar a jóvenes sin formación. Al final son los jóvenes los que tienen que decidir su futuro. Y si tienen que esforzarse, tienen que esforzarse. Si tienen que jugar menos con el móvil, pues que jueguen menos con el móvil.
Las facultades de empresariales están llenas.
Un joven formado al final encontrará su sitio. Un joven no formado no lo encontrará.
¿Qué consejo le daría usted a un joven que quiera ser autónomo, su propio jefe?
Que juegue, que se prepare lo máximo posible, que sea prudente, pero que juegue, que se arriesgue. En definitiva, que vaya para adelante. Si se cae una vez, que se levante y tendrá una segunda oportunidad. La resiliencia es una virtud. Si a la primera no llega, a lo mejor llega a la segunda. Y si no, a la tercera. Lo importante es la persona. Lo que tienes que hacer es formarte, conformar tu personalidad. La vida se escapa y la gente pierde mucho tiempo.
El FMI dice que la economía española crecerá un 3,1%. ¿Hemos cruzado definitivamente el cabo de hornos de la crisis?
Nosotros aquí estamos desbordados. Hicimos una previsión del 2,7% con mucha prudencia y resulta que es que ya andamos por encima del 3%.
¿Esto nos permitirá preservar y garantizar el Estado del Bienestar del que hemos gozado en España?
Ha habido recortes, sí. Pero ha aguantado. La gente ha cobrado su pensión. Quizás han tenido que hacer un pensament, que decimos en Cataluña, un pensamiento, hablar, y alimentar fondos privados. Esto es de cajón, de sentido común. Al final vuelvo a lo mismo. La clave está en que las personas tienen que enfrentarse a la vida, ver lo que les puede pasar. ¿Todo me lo tiene que dar el papá Estado? No. Tú tienes que decidir tu vida en el contexto de una economía social como la que tenemos. Pero al final tú tienes que decidir. Y desde luego con fondos privados complementarios. Está claro. Supone un cierto esfuerzo de ahorro, pero es así. El Estado del bienestar ha aguantado; la sanidad ha aguantado, con recortes, pero ha aguantado. He sido testigo directo de esto y cuando yo he ido a un hospital y he visto en situaciones gravísimas de salud la atención que tenían los hijos de familias normales del país, trabajadores, pues allí estaban bien cuidados, estaban atendidos. En el peor momento de la crisis.
¿Esos servicios básicos deben ser públicos o se pueden externalizar también?
Yo soy partidario de la máxima libertad posible. Es como la Educación: ¿pública o concertada? Que cada uno haga lo que quiera. ¿O es que no tienen derecho a tener el concierto los que ya pagan sus impuestos y deciden llevar a sus hijos a la concertada? A mí me gusta este sistema, que en este momento existe en Barcelona.
¿Cuál diría usted que es el principal o principales problemas de España?
Que la sociedad civil no tenemos la posición que debiéramos tener en conjunto, porque esto hace que se desequilibre la relación política-sociedad. En ese sentido, creo que tenemos que hacer un esfuerzo para que la sociedad esté más cerca de la política. Lo traslado al terreno económico: el interés general de las empresas es el interés general del país, porque España es una economía social de mercado donde las empresas son la pieza clave. Yo alguna vez he dicho que los empresarios son líderes de la sociedad española. Son los principales líderes porque el sistema depende de las empresas, y de éstas, el bienestar de la gente.
¿Cuánto ha cambiado España desde la Transición?
Mira el salto en los últimos cincuenta años. Hemos celebrado la efeméride de los 40 años de las primeras elecciones generales, de la Transición y tal… La renta per cápita de los españoles en 1977 era de 1.300 dólares. Ahora es de 27.000 dólares. ¡Es tremendo! La posición española en el mundo, en el terreno económico, en el año 77, era apenas nada. Ahora hay 500 multinacionales que pisan fuerte en el mundo. Son líderes de sus sectores. Esto es muy importante. ¿La sociedad española está enterada de esto o no? Tendrían que saberlo, para ver dónde están y saber si vamos bien o no. Somos pecadores, no somos capaces de transmitir esto a la sociedad. Aquí existe una función consultiva, que es que los sectores empresariales tienen que poner sus intereses, su manera de ver las cosas, sus estrategias encima de la mesa. El Gobierno, en un sistema como el que tenemos, tiene que ver esto y decidir luego.
¿La clase política qué le parece?
Hay de todo. Hay gente que yo creo que lo hace bien, gente que no lo hace bien y gente que lo hace mal. No es lo mismo en el resto de España, sitio por sitio, que en Cataluña por ejemplo. Yo estoy en total desacuerdo con lo que está pasando en Cataluña.
Juan Carlos I ha sido un extraordinario rey: trajo la Constitución, que es la que hizo crecer España
Quizás la desconexión de la sociedad con los líderes políticos se explica con los casos de corrupción, como con los Pujol en Cataluña. ¿A usted le sorprendió?
Es una verdadera tragedia el caso de Jordi Pujol. Era una persona que entraba en la Historia de una manera y ahora entra de otra.
¿Qué piensa cuando se habla de otros grandes temas, como la República o los muertos en las cunetas de la guerra civil?
Yo soy monárquico, porque el señor Juan Carlos I trajo aquí la democracia con la ayuda del señor Suárez, entre otros. Juan Carlos I ha sido un extraordinario rey para España y ya está. Extraordinario porque ha traído todo esto que hemos dicho: la Constitución del 78. España está así por esto. Felipe VI es un gran rey. Yo acabo de estar en la Visita de Estado de los Reyes a Reino Unido: la admiración y el respeto que tienen los empresarios británicos más importantes por nuestro rey es una cosa impresionante. Felipe VI hace los deberes. Se prepara, no dice una tontería, hace lo que tiene que hacer y tiene buena fe. Está haciendo esfuerzos para que esto vaya por el buen camino. Hay políticos que están en camino de destrucción y otros en camino de construcción. Felipe VI está en camino de construcción.
Pero no ha sido elegido, como los políticos. Es Jefe del Estado.
A mí me va bien. La Constitución la aprobamos en su momento y ya está. Si hay que cambiarla, hablamos. Si esto pasa a votación, yo voto a éste.
¿Debería entonces someterse a referéndum la monarquía?
No, porque la mayoría del pueblo español está conforme con esto. Ya lo votaron en la Constitución. Habrá algún grupo que podrá pedir lo que quiera, pero son minoría.