Miriam González interrumpe sus vacaciones para recibir a EL ESPAÑOL. Lo hace en su pueblo natal, Olmedo (Valladolid), donde veranea con su familia y donde, de la mano de su padre -el primer alcalde de la localidad de la democracia-, aprendió a amar la política.
Una pasión que comparte con su marido, el político social liberal Nick Clegg. La pareja saltó a las pantalla cuando Clegg se convirtió en vice primer ministro británico. González confiesa que le costó encontrar su sitio cuando todos estaban pendiente de ella, afirman que le colocaron la etiqueta de "mujer profesional" -algo que ha sido siempre- cuando dijo que no sería una "mujer florero" por tener un marido político. Siguió con su carrera de abogada -actualmente es socia del bufete Dechert LLP en Londres- y encontró su voz propia en mitad del ruido mediático.
González creó la fundación Inspiring Girls porque le molesta que haya quien piense "que no hay suficientes modelos femeninos. Yo sola conozco a cientos, sólo que no son mujeres que estén todo el tiempo en la televisión y en las revistas". De modo que decidió llevar a esos ejemplos a las escuelas, para que las niñas de todo el mundo conozcan a mujer libres, trabajadoras e independientes.
La abogada vive en Londres desde hace años, pero conoce la situación de España al dedillo. Se muestra preocupada por la corrupción, el inmovilismo político y los problemas falsos -como el independentismo catalán-. Spain is different, pero González está convencida que todo tiene arreglo, mirando siempre a la Constitución.
Durante la manifestación de condena a los atentados de Cataluña vivimos un escenario muy diferente a otras manifestaciones europeas, como la de Londres. ¿Cómo evalúa la presencia de banderas independentistas y la pitada al rey Felipe VI?
Vivimos un espectáculo bochornoso, no ya por las banderas sino por utilizar un hecho trágico donde han perdido la vida tantas personas con un fin político. Colectivamente hemos dado una imagen vergonzosa. Las manifestaciones después de los atentados terroristas son una especie de descarga social porque no se consigue nada con ellas, donde consigues cosas es repensando si ha habido algo que hubiéramos podido hacer que no hemos hecho. ¿Ha habido algo en la coordinación policial que se hubiese podido hacer? ¿En la protección de las calles? ¿Ha fallado algo en la comunicación con los europeos puesto que había lazos en Bélgica? Son cosas que nos llevamos preguntado durante mucho tiempo y que debemos solucionar. La manifestaciones son para compartir el dolor, pero hacer algo así presentando un frente separado en lugar de unido por algo tan vil como es la política de todos los días frente al dolor de las víctimas.
¿Cómo valora la presencia del Rey?
Casi no me atrevo a valorarlo. Sí que entiendo que vaya por la situación creada en Cataluña precisamente por parte de quienes no son la mayoría de la sociedad catalana. Entiendo que haya asesores que hayan pensado que puede ser una buena cosa tener al Jefe del Estado en esa manifestación. De todas maneras la críticas han apuntado a algo mucho más amplio, que es el papel de la monarquía en el mundo moderno. Esto es algo que se ve en todas las monarquías jóvenes, en las que se ha dado el relevo institucional. Las anteriores -el caso más claro es la reina de Inglaterra- sobreviven manteniendo mucha distancia con el ciudadano, de manera que nadie sabe realmente lo que el rey piensa, hace o dice. Hay un halo de misterio que rodea la figura del monarca.
Al producirse el relevo generacional los reyes intentan acercarse mucho más al ciudadano y eso tiene beneficios pero también consecuencias, y hay una cierta tendencia por parte de casi todos los monarcas jóvenes a querer comportarse como un presidente de la República. Eso tiene muchos riesgos, porque en el momento en el que ves a un monarca como un presidente de la República, la consecuencia siguiente es que hay quien se pregunta: ¿y entonces, por qué no yo, por qué no se me puede elegir? Hay mucho que pensar sobre el papel de las monarquías en la actualidad, no tengo las respuestas pero sí tengo claro que las casas del rey tienen una manera demasiado tradicional de enfocar el papel de los monarcas y que, como no reaccionen, van a tener un encontronazo social.
¿Se imagina a la reina Isabel en una manifestación?
No, no me la imagino. Tampoco me imagino en el Reino Unido la situación de Cataluña, ni en el resto de países que yo conozco. No me imagino que haya una comunidad autónoma, un presidente autonómico, que decida saltarse la ley y convocar un referéndum ilegal.
¿Ve relación entre los casos de Cataluña y Escocia?
Es que la situación de Escocia es tan distinta. No veo ninguna relación. En Escocia se llegó al referéndum consensuado dentro de la ley cuando había ganado el partido nacionalista unas elecciones por mayoría abrumadora con un sistema electoral que está diseñado específicamente diseñado para que no ganase. Tras esa victoria lo único que se podía hacer era un referéndum y entonces se consensúa todo: la fecha, las condiciones, la pregunta y sólo en esas condiciones se hace la consulta. La situación catalana no tiene precedente alguno. Creo que no se dan cuenta del daño que están haciendo, a la imagen de inestabilidad política de Cataluña y de España, un daño que tendrá consecuencias.
¿Cree que el problema catalán tiene solución o que ya es un choque de trenes inevitable?
Claro que tiene solución, pero hay que empezar a buscarla desde el marco de la ley, sin hacer teatros, lo de poner unas urnas compradas en cualquier sitio eso es un teatro. La democracia con miedo no es democracia, no lo era en Irak, ni lo es en Venezuela ni lo es en Cataluña. La democracia sólo puede ser libre dentro del mapa de la legalidad.
¿Activar el artículo 155 de la Constitución hubiera sido una buena manera de empezar a poner soluciones?
No lo sé, porque estamos donde estamos. Entiendo la postura de Rajoy porque hay quien no quiere salir en un frente a frente que sólo daría más pábulo al victimismo del que echan mano algunos en Cataluña. Pero también entiendo que uno no puede estar sin hacer nada. De todas maneras la vicepresidenta hace unos meses fue a Cataluña en plan Agustina de Aragón y no sabemos muy bien a lo que ha ido, a lo mejor debería contárnoslo.
Se supone que juntos somos más fuertes, pero Reino Unido está saliendo de la UE y en Cataluña parece que a los independentistas no les importa quedarse fuera. ¿No es eso debilitarse a la amenaza yihadista?Es hacerse más débiles contra todo. Nunca he entendido el nacionalismo, ni el de base regionalista, ni el que surge ahora en determinados países. El progreso no se puede parar, ni vamos a ningún lado luchando contra las tendencias sociales; las tienes que abrazar y ver cómo las gestionas, que es lo que pasa con la globalización.
En un mundo en el que cada vez las potencias son más grandes es absurdo y ridículo que tú cada vez quieras ser más pequeño. Esto es como si en Olmedo decidimos ser la república independiente de nuestra casa, algo absurdo porque los problemas son cada vez más grandes y tenemos que gestionarlos entre todos.Tanto el Reino Unido fuera de la UE como Cataluña separada de España tienen mucho menos poder.
El yihadismo ataca los valores de Occidente, ¿cómo cree que se debe combatir a nivel europeo?
Es un cúmulo de políticas. Creo que es un tema donde es fundamental revisar todas esas cosas que no hemos hecho bien o que podríamos haber hecho mejor. Tenemos una situación en Oriente Medio y en gran parte del norte de África que se ha ido de las manos, provocada por los errores que hicieron otros y que nosotros acabamos asumiendo con la Guerra de Irak. Eso lo olvidan en Reino Unido, porque tenían a toda Europa protestando en la calle y no hicieron aso. Ese error que cometieron de actuar sin prevenir lo que vendría después ahora se ha vuelto a repetir en Libia: en ese momento fueron Cameron y Sarkozy quienes se sacaron una foto y después no había plan de continuación.
Ahora estamos pagando ese coste, pero no sabemos muy bien cuál debe ser la política a llevar a cabo a medio plazo y eso debería ser la prioridad número uno. Creo que hay mucha labor que hacer sobre coordinación de Inteligencia entre todos los países. Sigue habiendo casos como que hay una llamada de atención en Bélgica y no se controla en Cataluña, o la hay en Italia y no se controla en Londres. Algo nos falla en el sistema porque no estamos tan coordinados como deberíamos. Y desde luego creo que en la financiación del terrorismo todavía se escapaban muchas cosas, tenemos que mejorar en el tema de las sanciones antiterroristas. Además, hay que hacer mucho más trabajo con las comunidades islámicas porque además de combatir el terrorismo en Irak y Siria tenemos que luchar contra los terroristas de andar por casa. Para eso es necesario conocer los centros de radicalización para entenderlos pronto y poder atacarles. Es importante que sean las propias comunidades las que intenten controlarles, porque la mayoría no se identifica con el terrorismo y entre todos podemos solucionarlo.
Cada vez que Reino Unido llega a Bruselas parece que le ‘brexit’ de Theresa May se parece menos al que prometió, ¿nos aproximamos hacia un divorcio tan descafeinado que no sea ni siquiera una salida como tal?
Primero no sabemos muy bien qué es lo que prometió May porque ella se encontró con que había estado a favor de quedarse dentro de la UE y después se convirtió en un acérrima defensora del brexit más duro. Ahora el gobierno está haciendo una serie de medio propuestas que no están muy trabajadas ni está muy claro cómo cuadran en ningún modelo. La opción que todavía tiene más posibilidades es una salida sin acuerdos, es lo que más me preocupa de aquí hasta diciembre. Creo que los brexiteers acérrimos ven que este es su momento clave el intentar frenar las negociaciones.
Uno de los principales problemas es que el principal líder de la oposición, Jeremy Corbin, tampoco sabe qué brexit quiere. Esta es una situación absurda, un país al que se le conocía por la estabilidad tanto política como reglamentaria ha acabado consiguiendo que suban los servicios financieros de una manera espectacular. No sabemos muy bien qué va a ocurrir, pero no el mes que viene sino la próxima semana y eso tiene un coste económico, político y social tremendo. Esto va a necesitar toda una generación para poder reorientarse porque las divisiones son brutales.
No me creo es que la mayoría de los catalanes estén de acuerdo con Carles Puigdemont
En una entrevista en este mismo espacio su marido, Nick Clegg, afirmó que hay una conexión clara entre Podemos, Nigel Farage y Donald Trump, ¿usted está de acuerdo?
No siempre estoy de acuerdo con todo lo que dice mi marido (ríe). Creo que la conexión es que todos pescan en el mismo caladero de votos que es el descontento. Todavía no hemos encontrado respuestas a la crisis del 2008 cuando ocurre algo que yo no había visto nunca: de repente hay gente que sabe que sus hijos van a tener una situación mucho peor que la de ellos. Hay gente que se mete en una rueda de hámster porque ve que ha estado trabajando durante los últimos ocho años y su nivel de vida sigue bajando a pesar de que siguen trabajando sin parar.
Eso es algo muy difícil de gestionar que te lleva a un descontento y a una rabia popular tremenda, sobre todo porque no le puedes decir a esa sociedad que no pasa nada porque ya tenemos la solución, cuando todavía no la tenemos. En ese descontento es muy fácil que surja el populismo en muchas variantes: en Farage, en Trump, en Podemos, en Corbin…
¿Son el mismo tipo de populismo?
Me parece importante diferenciar que detrás de Podemos no hay nada, compartirás o no sus ideas, yo no las comparto y creo que es difícil compartirlas cuando has estudiado un poco de historia porque has visto que esas ideas han fracasado siempre. Pero detrás de ellos no hay ningún poder económico ni de ningún tipo, sin embargo lo que hay detrás de Trump y de Farage son una corrientes económicas de muchísimo poder que persiguen otra cosa muy distinta, que es la desreglamentación brutal. Son las élites de muchísimo dinero las que vuelven a tener todo el poder y están, además, muy coordinadas con los medios de comunicación anglosajones. Eso no tiene nada que ver con la situación de España.
¿Cómo afecta a los valores tradicionales occidentales el populismo?
Pues mucho porque es lo contrario del movimiento racional. Creo que hay cosas que son temporales. A mí Trump me parece un problema temporal. Me preocupa mucho más el populismo que surge en centroeuropa porque está más arraigado. Sí me preocupa el hecho de que se baje el estándar de los problemas. Es decir, cuando Trump amenaza con “cerrar el Gobierno” el problema no es sólo que haga daño a la imagen de Estados Unidos es que baja el estándar de las preocupaciones colectivas. Si hace eso el problema de los derechos humanos en China no parece tan urgente, lo que pase en Corea del Norte tampoco… Se produce un descenso en el estándar de la política que es contra lo que hay que luchar.
¿En Cataluña también gobiernan populistas?
Creo que el nacionalismo tiende a ser populismo. Pero lo que desde luego no me creo es que la mayoría de los catalanes estén de acuerdo con Carles Puigdemont. No me lo puedo creer porque creo que en la racionalidad y porque pienso que al ciudadano lo que le importa es que con sus impuestos se hagan las cosas que él no puede hacer como individuo. Yo no quiero que el Estado intervenga en lo que puedo hacer, cuando les doy mi dinero no es para que hagan teatros, se paseen, para que se lo lleven con un 3% o el tanto por ciero que sea en el resto de España con la corrupción. Es para que me gestionen una serie de servicios de una manera limpia y competente, me parece que esa es la preocupación de la mayoría de los catalanes que yo conozco. No me puedo imaginar que en el día a día de las personas esa sea su preocupación fundamental.
¿Cómo ve la política en general?
Una de las cosas que me preocupa mucho de la política en general es cuando creamos problemas falsos, léase el brexit en el Reino Unido. Vamos a estar toda la UE durante años negociado una cosa que realmente es un problema falso que no estaba ahí o la situación de Cataluña. Está claro que no puede estar fuera de la UE y que sigue habiendo una serie de necesidades de políticas básicas de los catalanes en las que nos tenemos que centrar, como infraestructuras, sanidad, educación… Al final todo este teatro que se está montando no tiene nada que ver con la preocupación del ciudadano del día a día. Cuando nos centramos en esos problemas falsos se nos va el ojo de la meta de las cosas que tenemos que estar controlando.
¿Cómo ve una española desde Londres la política española?
Con preocupación. Por una parte creo que en España se ha avanzado, que es lo que yo le reconoceré siempre a Rajoy, en materia económica. Creo que ahí él tomó una serie de medidas dificilisimas, que las tomó solo, y que efectivamente han ido por el buen camino. Ahora falta la reforma política, pero no la toca nadie. Fíjate, se produce un acuerdo entre Ciudadanos y el PP, y continúan los aforamientos, porque siguen sin cambiarse las cosas fundamentales.
Lo que más me preocupa es que la recuperación económica y la reforma política, en concreto en lo referente a corrupción, se siguen considerando dos asuntos separados. Yo no lo veo así. Estoy absolutamente segura de que la prosperidad de España a medio y a largo plazo solo es posible si se elimina la corrupción. Y si el PP no lo entiende se va a convertir en un lastre para el futuro de España.
El pasado domingo Landelino Lavilla aseguró en este mismo espacio que siendo autor de la actual ley electoral se plantearía una reforma hacia un sistema de distritos uninominales.
A mí eso no me convence mucho. Sí que me gustaría encontrar un sistema que disminuyese el tamaño de las circunscripciones, es decir, tener un sistema mayoritario para que los diputados tengan una relación clara con su zona. Lo que más envidia me de la política británica son precisamente las circunscripciones, la relación entre el parlamentario y su región, a la que va todos los jueves y cualquiera puede ir a verle y volver la semana siguiente a pedirle explicaciones. Esa es la política de verdad, la política no se hace en los despachos ni en los platós de televisión, se hace con la gente.
¿Cuál cree que es el futuro del mapa electoral español? ¿Vamos a seguir teniendo un parlamento de colores?
Yo estoy a favor de los parlamentos de colores en general. A mí no me gusta el bipartidismo, me parecería una marcha atrás que volviéramos otra vez a dos partidos. Aunque con tantos partidos se paga un coste en estabilidad que quizá ya estamos pagando. Ahora le está tocando al PP pero le podía haber tocado al PSOE, porque no están muy acostumbrados a gestionar este Parlamento con tanto color. Por eso tienen esa tendencia al pacto de Estado.
Ha sido fantástico incorporar a otros dos partidos que generen una serie de discusiones que, aunque todavía no se han podido abrir todas, implica que haya mayor responsabilidad. Pero no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo siempre. Yo creo que cuanto más estemos ahí, mejores son las opciones que tomamos.
Es una pena que Ciudadanos no entrase en el Gobierno. Es algo que a mí siempre me ha parecido un error
La socialdemocracia en Europa, ¿está viva o muerta?
Creo que todavía está viva, pero es una socialdemocracia que se tiene que reinventar. En realidad todos los ámbitos políticos están en un proceso de reinvención. Por ejemplo, creo que en España aún no se sabe muy bien qué es el liberalismo y el debate sobre esta corriente va por detrás de otros países europeos. Ya se ha hecho ese paso ideológico en los ciudadanos de que el Estado no se meta en nuestras vidas y que lo que necesita el individuo para ser libre es igualdad de oportunidades.
¿Qué significa ser liberal hoy?
El liberalismo se traduce en que el político liberal devuelve poder al individuo, no a las comunidades autónomas. Es decir, que nunca está interesado en quedarse con el poder, es un afán de liberar al individuo. Esa transición que ya ha hecho el liberalismo todavía la tiene que hacer la sociedad.
A la socialdemocracia le pilla mucho más cerca ese cambio de que el Estado ya no puede gestionar todas las competencias. Pero a diferencia del liberalismo, que nunca ha tenido una base social muy determinada, porque pescaba en muchos grupos diferentes, la socialdemocracia, y el socialismo más claramente, representaban a los trabajadores, pero estos ya no son un colectivo como tal. Hay distintos colectivos, como el de los consumidores, pero el de los trabajadores como tal ya no se siente representado por la socialdemocracia.
¿Cómo analiza el giro hacia el liberalismo de Cs? ¿Será provechoso a nivel electoral para Albert Rivera?
No sé muy bien si es cierto o no es cierto. Estoy todavía por ver en qué se traduce. Creo que no se trata de mirar el panorama y ver dónde hay un hueco y si a los seis meses el hueco se ha movido te vas a otro sitio. Hay un liberalismo en España que cae un poco entre un sector moderado del PP y parte de Ciudadanos, porque hay otra parte de Cs que es de la socialdemocracia. Estamos por ver si eso florece en algún momento o si al final acaba enterrándose por otros intereses más partidistas.
Es una pena que Ciudadanos, con cualquier orientación, muy liberal o no, no entrase en el Gobierno. Es algo que a mí siempre me ha parecido un error. Soy partidaria de que en la política estás ahí para cambiar cosas, no para hablarlas. Y las cambias desde los gobiernos. Ciudadanos se perdió un momentazo porque se podían haber colocado con una vicepresidencia y un par de ministerios, cambiando ciertas políticas y demostrando cómo se hacía política de una manera distinta.
¿La veremos alguna vez metida en política?
Pues sí, me gustaría, pero es muy difícil en España. Es un sistema muy cerrado. Pero vamos, que no sólo es que lo piense yo, es que estoy segura de que la mayoría de los españoles también. Tienes que ser sectario y la mayoría de la gente no ve la política como algo sectario, sino como una manera de contribuir. Pero en España es muy difícil, muy difícil, porque es un sistema muy cerrado.
Hay ciertos pilares, grandes, representados por los partidos políticos: poderes fácticos que caen en un lado o en el otro. Me preguntabas sobre el bipartidismo y eso era la gran lacra del bipartidismo. Al surgir otros partidos estos pilares se ha ido erosionando, pero siguen ahí porque llevan muchos años. Si va cambiando eso veremos a mucha más gente en política. Creo que debemos apostar por que la gente esté la política durante una serie de años. Nunca he creído que fuera bueno pasarte toda la vida en un escaño. Veo a Rajoy y me doy cuenta de que ya era diputado regional cuando yo estaba en el instituto, ¡yo ya tengo hijos en el instituto y Rajoy sigue!
¿Entonces está a favor de la limitación de mandatos?
No es ninguna panacea porque también trae muchos costes. Al final pierdes casi todo el segundo mandato, no puedes hacer nada. Pero bueno, abrir un poco más el sistema sí que es algo positivo. Hay mucha gente que quiere contribuir.
Como abogada y madre, ¿cómo interpreta el caso Juana Rivas? ¿Hubiera escondido a Juana en su casa?
No me atrevo a hablar mucho del caso porque sólo lo conozco por la prensa, pero son casos complejos. Lo que está claro es que el marco de la ley está ahí y hay que cumplirlo. También te digo que he visto muy de cerca un caso de violencia doméstica y tengo claro que hay una gran desprotección judicial de las mujeres víctimas de violencia de género, se las sigue juzgando de manera distinta a las víctimas de otros crímenes. No se considera el perfil de un asesinado, un robado, una violada, pero sí de las mujeres maltratadas.
Hay que repensar la situación del maltratador, que es un criminal. Y es que tenemos que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Si llega incluso a ser un asesino tendríamos que plantearnos si esa persona no llega a ser un peligro para toda la sociedad. No sé por qué en este crimen sólo se considera que es un peligro para una persona en concreto. Cuando tú ves a un señor que maltrata a dos perros, le consideras un peligro para los animales en su conjunto no sólo para esos perros en concreto.
¿Por dónde empieza para usted la solución a este problema?
En términos de la legislación hay que seguir pensando porque claramente no tenemos la solución cuando este año ya han sido asesinadas 41 mujeres. Y esas son las que han fallecido, pero es que ni te cuento las que hay que ni acaban en comisaría siquiera y todo el maltrato psicológico que hay. Está claro que no tenemos la solución. La solución no es solamente la educación en los colegios, que a mí me parece estupendo, ni el pacto de Estado. Pero esa no es la solución, no van a dejar de morir por eso.