Es difícil escribir sobre José Manuel Maza cuando aún no nos hemos repuesto del impacto emocional de su inesperada muerte. José Manuel era la encarnación del impulso vital del que hablara Bergson. Era una persona que amaba la vida y ese amor por la vida tenía reflejo en su amor por sus familiares y amigos –siempre presentes en sus palabras-, por su pueblo–Segovia-, por su país, y por el Derecho –parece increíble, pero se doctoró cum laude durante su complicado mandato como Fiscal General del Estado-. Tanto más dolorosa resulta su pérdida cuanto más reparamos en esas notas de vitalidad, de energía y de ilusión, definitorias de la personalidad de José Manuel.



José Manuel Maza aplicó esa fuerza vital a su mandato como Fiscal General del Estado y supo pronto ganarse el cariño, el respeto y la admiración de los que tuvimos el honor de trabajar junto a él. Sus señas de identidad eran la bondad, la cercanía, la sencillez, la cordialidad y una extraña humildad que sólo poseen los verdaderamente grandes: ubi humilitas, ibi maiestas.



José Manuel tuvo que hacer frente –ya se vislumbraba meses antes de su nombramiento- a una crisis institucional de gravedad extrema. Lo hizo con abnegación, dedicación y resolución. Desde el escrupuloso respeto a la Ley. Con valentía. Consciente de la grave responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Desde la convicción de quien sabe que defiende los valores constitucionales y de que la ruptura del Estado de Derecho solamente puede llevar al desastre.



El 23 de noviembre del año pasado José Manuel compareció ante la Comisión de Justicia del Congreso con motivo de su propuesta de nombramiento como Fiscal General. En su intervención esbozó las virtudes que debía cultivar un Fiscal: “si en el fiscal han de concurrir características como las de una dedicación esforzada y laboriosa en su quehacer, honestidad de criterio y rigor técnico para sus decisiones, autonomía en el ejercicio del cargo, sentido de la responsabilidad, prudencia y valor es, simplemente, porque en definitiva cada una de ellas no son sino formas distintas de cumplir la ley y todas juntas integran lo que, a mi juicio, hace del fiscal general el primer servidor de la sociedad en un Estado de Derecho”.



Misión cumplida, José Manuel. Has sido un Fiscal General laborioso, honesto, prudente, riguroso técnicamente, has sido custodio de la autonomía de la Institución y sobre todo, valiente. Has servido al Estado de Derecho. Has servido a nuestra sociedad. Has servido a tu país.



Jesús nos enseñó aquello de que “el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él”. Quienes hemos tenido la suerte de coincidir contigo en esta extraña aventura de la vida, hemos podido comprobar cómo mantenías intactas la ilusión, el entusiasmo, la capacidad de asombro, el sentido del humor, la libertad de criterio y la amabilidad.





*** José Miguel de la Rosa Cortina es Fiscal Jefe de la Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado.