Comunismo. Lenin. Podemos. Losantos. Junten estas cuatro palabras en la portada de un libro, añádanle la foto de una hoz y un martillo oxidados, y tendrán ustedes un superventas súbito de 1 kilo y 95 gramos. Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos, de Federico Jiménez Losantos, no ha salido todavía a la venta (lo hace la semana que viene) y ya anda por la segunda edición.
"La primera edición se ha agotado sólo con la preventa" me informa Losantos (Orihuela del Tremedal, Teruel, 1951) antes de empezar la entrevista. Con su permiso me ahorraré la presentación del personaje porque, ateo como soy, no creo en la existencia de ningún lector de EL ESPAÑOL que no conozca ya la vida y milagros de este periodista locuaz hasta la verborrea y vehemente como una cerilla. Tan sólo permítanme, como tertuliano de La mañana de Federico, que les dé un poco de envidia: es en las pausas publicitarias, a micrófono cerrado, cuando Losantos lleva el losantismo hasta sus más altas cotas. Y les dejo que imaginen.
Soy el afortunado poseedor de uno de los ejemplares pertenecientes a la primera edición de Memoria del comunismo. La editorial me ha enviado una copia y esta me ha llegado apenas 24 horas antes de la entrevista. El libro tiene 736 páginas y un servidor no lee tan rápido, pero sí me ha dado tiempo a devorar los capítulos dedicados al comunismo en España y, sobre todo, los dedicados al comunismo en la España de hoy. Es decir a Pablo Iglesias y Podemos. Así que ya se lo avanzo yo: este libro traerá cola. Aunque lo hayan publicado en enero. "Hace años, publicar un libro en enero equivalía a castigarlo. Enero y agosto eran dos meses pésimos. Ahora son meses buenos. De esto, sin embargo, no tiene la culpa Lenin. De todo lo demás, sí” dice Losantos.
Resumir un libro de más de 700 páginas en un par de frases es imposible, pero ¿cuál es el hilo conductor que lleva de Marx, Lenin y Stalin hasta Podemos?
Que son comunistas, una ideología contra la propiedad que necesariamente acaba con la libertad. Hace tanto tiempo que el comunismo se convirtió, primero en un fantasma, luego en una ideología y ahora en una profesión y otras cosas peores, que hemos perdido de vista qué es en realidad. Este libro no es sólo una historia de la Revolución Rusa, que también, o de la revolución en España, que también, o del Che Guevara, que también. Este libro recuerda qué es el comunismo: la idea de que quitarle a todo el mundo su propiedad es algo bueno para todos. Y como la gente está en contra de que le quiten lo suyo, el comunismo defiende que hay que matarla. Ese es el resumen de todo.
La doctrina es de Marx y de Bakunin, pero es Lenin el que propaga la idea de que no sólo los comunistas pueden robar, como los bandoleros, sino que también el Estado puede robar. Ese sistema goza de un prestigio asombroso incluso hoy. Sobre todo en la universidad y los medios periodísticos.
En el libro dice algo muy interesante: la 'excepcionalidad' que defiende Iglesias no es más que su desconfianza en la capacidad de Podemos de llegar al poder por medios estrictamente democráticos. ¿Cree que esa es también la razón de su apoyo al independentismo? ¿La creencia de que el nacionalismo sí podrá lograr aquello que él no ha conseguido: destruir este país?
Sin ninguna duda. Aunque Iglesias no está en su mejor momento, es un leninista patológico que sigue punto por punto el modelo de Lenin. Tampoco Lenin creía en los rusos. Lenin creía que a los rusos había que engañarlos o matarlos. “Estos tontos rusos” decía. Lenin se presentó una vez a las elecciones y tres cuartas partes de los votantes lo rechazaron. Así que nunca más hubo elecciones.
Los comunistas sólo han podido llegar al poder a través de la guerra civil. Porque la gente normal busca partidos normales que le dejen llevar su vida, que no se metan mucho en ella, que les bajen los impuestos o que se los suban a otros. Sin darse cuenta de que al final se los suben a ellos, pero en fin. Eso son arreglos con el Estado a través de los partidos políticos. Lo que no quiere la gente, de ninguna manera, son revoluciones.
En eso Iglesias se parece mucho a los bolcheviques primitivos, que odiaban a los obreros. Lo explica con mucha gracia Rafael Latorre en El Mundo. Garzón anda indignado porque no le votan los obreros. Dice que es que no los conocen. No, no: no les votan precisamente porque les conocen.
El libro explica también por qué se divide la izquierda en socialistas y comunistas a partir del golpe de Estado de Lenin.
Sí. Desde el Manifiesto Comunista, pero sobre todo después de La Comuna, los partidos de izquierdas y los sindicatos evolucionan hacia una política de negociaciones. Porque el capitalismo genera una explosión de bienestar popular y la emigración de gente del campo hasta las ciudades. Pero ya con sindicatos, con seguros, con el pacto de Bismarck con Ferdinand Lassalle. Es decir con la socialdemocracia primera, que empieza en Rusia pero que se extiende hasta Alemania, Francia, Inglaterra y también, en parte, hasta España.
Allí donde los socialistas empiezan a colaborar con las instituciones se convierten en el partido más votado. La izquierda que logra llegar al poder es teóricamente revolucionaria, pero reformista en la práctica. Nunca comunista. Y estos cincuenta años son los que se carga Lenin. Porque la I Guerra Mundial supone un shock tan enorme para los partidos de izquierdas que se acomplejan.
En el libro también recoge su experiencia personal: ese breve periodo en el que el comunismo sustituyó en su cabeza a la fe católica perdida tras la muerte de su padre. Como dijo Stalin de Iván el Terrible, los cristianos son en definitiva comunistas a los que les sobra Dios, y viceversa.
A los terroristas les sobra Dios y a otros les falta. Fíjate, yo nazco en un pueblo pequeño en la sierra perdida de Teruel. Pero ya en los años 60 la movilidad social en España, con el franquismo, es tremenda. Yo me educo con Sanchis Sinisterra, con Labordeta, etcétera. Cuando muere mi padre, la gente que hace esa función de padre para mí es gente cercana al PC. Aunque no militantes. Yo nunca fui un cuadro importante del PC. Salvo durante esos meses disparatados en la Organización Comunista de España, la antigua Bandera Roja, que explico en el libro.
Pero lo importante es que estamos educados en hacer el bien. Hacer el bien es obligatorio. No puede permitirse que existan pobres en el mundo. ¿Y qué hay que hacer para ayudarles? Ese es el principio católico de igualdad, de ayudar al que no tiene. Y es eso lo que te lleva de manera natural, cuando eres adolescente, a otra figura paterna: la del partido. El partido como Nueva Iglesia que te acoge en su seno y gracias al cual vas al cielo. Dentro del partido, estás en la agenda del bien.
Y como eres bueno, todo lo que hagas está bien hecho.
Tiene dos vertientes. Por un lado, salva tu conciencia. Y por otro lado, te coloca en un nivel superior a los demás. Y esa es la parte oscura del comunismo que los comunistas no admiten. ¿Por qué los socialistas franceses ocultan la realidad salvaje del leninismo? No lo hacen a pesar de los crímenes del comunismo sino precisamente por los crímenes del comunismo. Porque, secretamente, el comunismo te convierte en un ser superior con derecho a la vida y a la hacienda de los demás. Y esa es la parte despótica y criminal que la gente no reconoce en el comunismo, pero que está ahí, evidentemente.
¿Cuánto ha tardado en escribir el libro?
Un año y medio, pero era en principio mucho más gordo. Al principio eran 1.100 páginas y se han quedado en 700. Pero es que con 1.100 habrían sido dos tomos. El libro tuvo una primera redacción a los diez años de la caída del Muro, cuando quise hacer una serie sobre el comunismo para Ilustración Liberal. Tenía dos partes.
La primera, 100 millones de muertos, recogía las cifras de asesinados por el régimen comunista después de que se publicaran por primera vez en Rusia. La segunda parte son dos ensayos que escribí ese mismo año, cuando aparecieron varias biografías por el aniversario de la muerte del Che Guevara, y que estaban inéditos porque me cabreé, los metí en una carpeta y se me olvidaron. Pero tuve una gotera en la biblioteca y al sacar los libros encontré esa carpeta con el primitivo título del proyecto: Adiós a los rojos.
La idea era hacer la historia completa del comunismo en viñetas, pero al final sólo hice tres, que aparecen en el libro. La del Che, que está integra. La de 100 millones de muertos, que he actualizado levemente. Y la del Campesino, que está reescrita porque después de una primera redacción fui a Estados Unidos y conocí a su gente. Por lo tanto hay una parte del libro, unas 100 páginas de las 700, que es de hace veinte años.
¿Y el resto?
Al ponerme a redactar el resto me di cuenta de que historias sobre la Revolución Rusa hay muchas, pero libros sobre el comunismo hace bastante que no sale ninguno. Casi desde El pasado de una ilusión, de Furet. Y ahora tenemos a los comunistas en Francia, en España, en Colombia con las FARC, en Venezuela con el chavismo, que son fenómenos totalmente nuevos de los que yo hablo al final del libro, en el capítulo del comunismo tras el comunismo. Así que respondiendo a tu pregunta, un año y medio escribiéndolo y cuarenta pensándolo.
¿Qué se ha quedado fuera?
Partes que yo creo que tienen mucho interés. La parte por ejemplo de los intelectuales rusos masacrados o expulsados por Lenin, y que fueron completamente olvidados por las izquierdas y también por las derechas. Y algunas de las biografías de los disidentes españoles, que responden más a la idea de Adiós a los rojos, el germen de este Memorias del comunismo.
Pero es que cuando empecé a escribirlo vi que tenía que explicar también mi historia porque si no… ¿cómo le explico yo a mis hijos lo del comunismo y las razones por las que uno se mete a comunista? Que es en realidad lo más importante. ¿Qué te lleva a ser comunista, a ser un asesino en serie como Lenin, si no tienes intención de matar a nadie? Y de ahí salió la idea de convertir el libro en una narración.
Centrándonos en España. Es curioso comprobar cómo el análisis que hizo en 'Lo que queda de España', un libro publicado en 1979 y que fue calificado en su momento de "anticatalanista", se ha confirmado con el tiempo. En realidad, el plan del nacionalismo catalán siempre ha estado ahí, a la vista de todos, y sólo ha engañado a los que querían ser engañados.
Los que diseñan ese plan son precisamente los comunistas. Es el PSUC. Pujol es el que tiene la intención de llevarlo a cabo, pero los que diseñan el modelo, la presentación, lo de Cataluña como sociedad superior, etcétera, son Vázquez Montalbán y el PSUC. Y luego, en parte, el PSC. Es que yo los conocía a todos, claro.
Mira. Yo decido irme de Barcelona, antes del atentado, cuando me mandan un correo de la Fundación Miró en el que me llaman “Frederic Jiménez”. Y voy a Vicens, que era el que llevaba la Fundación, y le digo: “¿Pero qué coño Frederic? Me llamo Federico como mi padre y Jorge como mi abuelo. ¿Estáis con el rollo patatero del respeto al idioma y me llamáis así a mí, que me conocéis?”. Y me responde “hombre, pero si eso es una deferencia”. ¿Deferencia? ¡Vete con las deferencias a tu tía! A mí llámame por mi nombre.
No volví por allí. Es que tenía mucho genio, por aquel entonces. Ahora lo conservo, ¡pero es que me cabreaba tanto! Porque éramos cuatro gatos los que habíamos estado por ejemplo en el Primer Congreso de Cultura Catalana. Y la mayoría por supuesto de fuera. Y en ese congreso se levanta un tipo de Comisiones Obreras y dice “pido perdón por hablar en español”. ¿Cómo que perdón? ¿Tú pides perdón por existir?
De hecho son los comunistas finos, los de El Viejo Topo, los que se niegan a publicar Lo que queda de España porque le dedico dos capítulos a Vázquez Montalbán y a esa idea tóxica de que lo español es malo, de que el español es una lengua podrida, etcétera. Pujol es el que carda la lana, pero los que preparan a la oveja para la esquila son los comunistas. Y yo lo entendí a la primera. Lo que pasa es que hubo gente que creyó que eso iba a ser pasajero. ¿Cómo va a ser pasajero, hombre?
Me decía hace unos días Alejo Vidal-Quadras que el nacionalismo siempre ha tenido un plan a largo plazo y que lo ha ido cumpliendo a rajatabla mientras que España, o el Estado español, no ha tenido un plan equivalente. ¿Quiénes son los responsables de esa falta de un proyecto para España, de ese vacío político que en Cataluña ha sido ocupado por el nacionalismo?
Fundamentalmente los catalanes. Si ahora Cataluña está inmersa en una guerra civil no declarada y con dos bandos claramente diferenciados es porque se ha dejado llevar. Porque había ventajas y porque estaban en España. La sociedad catalana ha dejado que la pisen, se ha ido aburriendo, se ha ido marchando y los grupos de resistencia, mínimos, han sido masacrados.
Pero cuando han visto que los echaban de España y que los arrancaban de sus raíces han llegado al hartazgo. Si a mí me dicen en cualquier momento del pasado, y he vivido la Barcelona de la Transición y de las movilizaciones en las calles, que iba a haber algún día un millón de personas en las calles, no me lo creo. Porque a las otras manifestaciones en Barcelona, a las independentistas, hay que quitarles siempre un cero, como a los argentinos hay que quitarles por lo menos un adjetivo. ¿Pero un millón de personas con banderas españolas en la calle? Vamos, habría apostado todo lo que tengo a que jamás se produciría.
Pero se ha producido. Porque sabían que era su responsabilidad y que esta era una de las últimas posibilidades de defenderse. Y ahora, en el resto de España, se ve lo de Tabarnia, lo de Ciudadanos, lo de Inés Arrimadas. Que, aparte de que parezca la Virgen de Murillo, es que la ves casi siempre hablando en español.
Me vi la entrevista de ella en TV3 con Pere Bosch. Cuando le dice lo de Els Segadors y ella le contesta que le sorprende que haya gente en una televisión pública investigando quién canta y quién no, ¡bueno!, esa respuesta era inimaginable hace años. Y le salió natural, en una décima de segundo. “No me pisas más”. Esa es la clave.
A corto plazo hay un periodo de ulsterización con dos Cataluñas enfrentadas: la Nueva Cataluña frente a Tractoria. Y esa Nueva Cataluña ha de empezar a tener sus medios de comunicación y sus organizaciones civiles para equilibrar el poder. Eso llevará una década por lo menos. Lo que ha de hacer España ahora es apoyar a los suyos y no darle a los otros ni agua. Todos los partidos golpistas, fuera de la ley. Y los de Tractoria, que se joroben. Cualquiera que haya oído a Ernest Maragall ha visto el mismo desprecio y racismo con la inmigración que en el Pujol de hace cuarenta años. Es un odio de señoritos consentidos. No se puede vivir con esa gente.
Es significativo que los catalanes 'de origen', según la terminología del nacionalismo, no hayamos sido capaces de plantarle cara al secesionismo y que haya tenido que ser una catalana de Jerez, es decir 'de origen español' según la neolengua independentista, la que esté marcando las pautas de la rebelión interna.
Bueno, eso tampoco es exactamente así. A Arrimadas el que la trae es Rivera, que sí es típicamente catalán. Y los que crean Ciudadanos son típicamente catalanes. No los políticos profesionales, que no son los mismos que el núcleo fundador, pero más catalán que Boadella es imposible.
Lo que sí es nuevo es la fuerza de una generación sin complejos. Porque Ciudadanos nace casi como una boutade intelectual, como cuando yo escribo Lo que queda de España, que es una reacción intelectual. Yo ya intenté hacer con Javier Rubio y el Partido Socialista Andaluz lo que hoy es Ciudadanos. Pero al final Rojas-Marcos se echó atrás. Aun así, hubo dos diputados andalucistas, que eran españolistas, en el Parlamento de Cataluña posterior a las primeras elecciones.
El problema entonces era el mismo, ya se veía venir. Pero ni Madrid lo entendió ni en Cataluña estaban por sacrificarse. Se sentían muy bien como seres superiores al resto de España y se creyeron la mitología esa de que los catalanes son filósofos que de vez en cuando condescienden a comerciar sus excelentes productos con los burros de Aragón y los tontos de Sevilla. Los demás éramos para ellos, como decía Gil de Biedma, un pueblo de cabreros. Pues los cabreros se han hartado de las cabras. Hay un punto de hartazgo. ¿En qué punto empieza a hervir el agua? A los 100º grados. ¿Y por qué no a los 99º? Pues chico: porque a los 99º no hierve.
El problema, en definitiva, lo tenemos los catalanes.
El otro día, por primera vez, periodistas catalanes denunciaron a TV3. Fueron los del grupo Pi i Margall. A mí me pareció una noticia importantísima. Eso es lo que tiene que organizarse: que el Colegio de Periodistas de verdad sea el grupo Pi i Margall y no el Colegio de Periodistas actual, que siempre ha estado contra la libertad de expresión.
Supongo que vio a Iceta el pasado miércoles levantarse en el Parlamento de Cataluña para aplaudir la decisión de la Mesa de permitir el voto delegado de los tres diputados presos, una decisión que perjudicaba a su candidato. ¿De dónde proviene ese síndrome de Estocolmo del PSOE-PSC con respecto al nacionalismo catalán?
Es que Iceta es un traidor. El suyo es un partido traidor que hereda la traición del PSUC. Lo comentaba Pepe García Domínguez, que lo conoce bien porque ha estado en el PSUC y ha estado en el PSC y en la calle Nicaragua con Iceta. Al que conoce por cierto desde que el líder del PSC desertó de la penosa costumbre de estudiar.
Son gente que odia a sus votantes, que es un fenómeno bastante común entre los partidos españoles y desde luego en los de derechas. En los de izquierdas, esa traición se produce con el objetivo de ascender de clase. Porque en Cataluña hay una diferenciación de clase que no se da en ningún otro sitio. Es la conciencia de clase, de casta superior. Son las 400 familias a las que hacía referencia Millet, las que siempre han mandado en Cataluña.
Cuando llegué a Barcelona a mí lo que me sorprendió es la diferenciación, la estratificación que la propia ciudad de Barcelona marca con ese embudo que se estrecha a medida que vas subiendo de clase social y te vas alejando de Las Ramblas. Que es el barrio vital, el del puerto, el del Barrio Chino, pero que se ve como la escoria de la que hay que apartarse.
Por cierto, nadie ha pedido la dimisión de Iceta después de su estrepitoso fracaso. ¡Es que pidió el indulto para los golpistas antes de que los juzgaran! Bueno, ya se vio el miércoles: Ernest Maragall ha sido el consejero de Educación del PSC y el superior de Iceta. Tú rascas a Iceta y te sale Sostres.
Hablando de Sostres, últimamente está muy beligerante con usted y con los que él llama “las federicas y sus esbirros”. ¿Cuál es su problema?
Como sicario de Soraya, cree que eso le hará gracia a Rajoy. No sabe que Rajoy siempre me hará más caso a mí que a él. Pero todo viene de que una vez, a través de Pepe García Domínguez, me quiso hacer una entrevista cuando escribía para el Avui. Pero yo me negué. Porque eso ocurrió cuando él dijo que el español estaba para hablar con las criadas. ¡Pues que entreviste a su criada! Sostres es un personaje típico de la Barcelona sórdida del pujolismo-leninismo. Esa Barcelona postolímpica que iba al Bulli y desprecia a la gente. No soporto esa infatuación de la clase alta barcelonesa. Me repatea.
Conozco esa clase alta de la que habla.
Sostres cree que así hace méritos. Pero se engaña. Primero, porque el PP ya no existe. Y segundo, porque aunque les pueda hacer gracia la gracieta, siempre estarán más cerca de lo que significo yo que de lo que significa él. Que es nada. ¿Quién se acuerda de Audax, Ditalcos y Minuros? La gente se acuerda de Viriato, por supuesto.
Usted conoce y habla con media España: jueces, ministros, secretarios de Estado… ¿Habrá condenas para los ejecutores del golpe de Estado catalán? Y una vez condenados, si es que son condenados, ¿habrá indultos?
Yo creo que habrá condenas y que no habrá indultos. Pero también creo que vamos a un periodo de mucha turbulencia en función de lo que ocurra en las próximas elecciones generales. Yo creo que vamos hacia un Gobierno de Ciudadanos, y la gran cuestión es si Albert Rivera se va a mantener firme y va a aplicar la ley en Cataluña. Es decir si no va a ceder a la tentación familiar de perdonar a los vecinos que le han pintarrajeado la tienda de sus padres. Vamos, me pongo en plan Cassandra, que luego la historia va como va.
Pero, por desgracia, cada vez que he pensado algo sobre Cataluña he acertado. Debería juzgarse a todos los golpistas, ilegalizar los partidos implicados y cerrar los medios de comunicación independentistas. Por eso es necesario que cambie este Gobierno, que no es Gobierno y que lleva financiando el golpe de Estado desde hace cinco años. Habrá juicios y habrá serias condenas, por supuesto. La gran pregunta sobre Ciudadanos es si resistirá la tentación de hacer un indulto casero y si acabará con la imposición escolar de la inmersión lingüística.
¿Cree realmente que Ciudadanos tiene posibilidades de competir por la presidencia del Gobierno? Las encuestas parecen mostrar una tendencia ascendente clara, pero de ahí a sustituir al PP como partido dominante del centro y el centro-derecha español va un trecho.
Yo estoy convencido de que si hay elecciones en seis meses, Ciudadanos gana. Y si gana, el desastre del PP y del PSOE va a ser tal, que por supuesto gobernará. Yo lo veo con claridad. Otra cosa es crear un partido. Aunque en la política moderna se gobierna más a través de la televisión que de la estructura territorial de los partidos.
Yo estoy convencido de que si Ciudadanos se dedica a su gran tarea pendiente, que no es la de tener una presencia de invitado simpático en los medios sino la de diseñar una política de comunicación potente, ganará. Porque en España los medios liberales, que somos cuatro gatos, hemos sido perseguidos por el PP. Los otros te admiten como invitado porque tiene que haber de todo y a las televisiones les interesa un poco de follón y tal. Pero la gran cuestión es cómo se transmiten los valores que el pueblo quiere y que al final son libertad e igualdad.
Y por supuesto, que pierdan poder las autonomías. Todo el poder. O lo sustancial, que es la educación y el orden público, y que deberían estar en manos del Estado. Si Ciudadanos transmite eso a través de los medios, si defiende esos valores, que son los de la mayoría de los ciudadanos, llegará al poder sobre una ola incluso superior a la de Felipe González en el 82. Pero ahora no. Ahora se elige a Ciudadanos porque es lo único que hay. Sin probar. Yo estoy convencido de que en un año o dos ganarán las elecciones generales. Pero vamos a ver si se meten con la educación, con los medios de comunicación y con el golpismo catalán, que no está muerto. Está mal enterrado. Es un muerto muy vivo.
Usted habla muchas veces en las tertulias de la posibilidad de que haya violencia en las calles. ¿Cree que es realmente posible que la situación degenere en Cataluña hasta el punto de la violencia física?
En Barcelona hubo terrorismo hasta las Olimpiadas. Y porque acabaron comprando a los terroristas. Lo asombroso es que no haya violencia. Porque en una sociedad tan dividida, que se parece ya mucho a la del Ulster con los católicos y los protestantes, lo raro es que no haya violencia. No la hay porque Cataluña está dentro de España. Si Cataluña fuera independiente, al día siguiente estallaba la guerra civil. Con terrorismo, claro, no de una manera ordenada y con ejércitos regulares. No tengo ninguna duda de ello. Pero ahora la división es demasiado reciente.
El golpe definitivo fue hace unos meses, cuando los ciudadanos vieron que esto iba en serio y salieron a la calle para manifestarse en contra. La división de Tabarnia no es casual. Es la línea divisoria natural de una sociedad rota en dos. Y o una de esas sociedades se impone sobre la otra o se entra en una guerra civil. La ventaja de la Nueva Cataluña, de Tabarnia, es que contaría con España.
¿Qué le parece lo de Tabarnia? ¿Lo ve como una broma o como…?
No, no, no. Para mí ha sido lo más sorprendente y lo más importante después de la movilización del millón de personas con banderas españolas por las calles de Barcelona. Tabarnia ha supuesto tomarse a broma al independentismo. ¿Derecho a separarse? Pues yo también tengo derecho a separarme, que encima vas en tractor y te pago la existencia cuando tu voto vale el triple que el mío y yo valgo el doble que tú. Eso es devolverles la pelota.
De hecho, lo último que yo vi en Barcelona antes del atentado fue el Ubú President de Boadella. Nunca me he reído tanto. Era el primer año de Pujol y Boadella ya lo saca llevándose maletines a suiza. Una cosa asombrosa. Salí del teatro y la escena me recordó el aeropuerto de Nicaragua durante la guerra civil, que estaba lleno de focos. Había pintadas por todos lados de Boadella traidor, Boadella botifler, Muerte a Boadella. Te hablo del año 81.
Es que lo de Tabarnia sirve como elemento deshinibidor y movilizador para quitarse el complejo. Por eso digo que para Ciudadanos es fundamental tener sus medios, sus periódicos, sus radios y sus televisiones. Para transmitirle a la gente lo que quiere oír. La gente en los medios de comunicación busca que le den argumentos para lo que sienten. La gente no es tonta. No seas como el PP, hombre. Ya que te votan, hazles caso.
¿Es partidario de una reforma de la Constitución? ¿En qué sentido?
En el sentido de reasumir todas las competencias básicas del Estado. Pero la parte fundamental es acabar con cualquier discriminación por cualquier motivo. Geográfico, lingüístico, etcétera. Eso está en la Constitución, pero debe reforzarse.
El Tribunal Constitucional ya ha dicho que la ley que impone el catalán es anticonstitucional. Los derechos no pueden depender de que los políticos quieran o no aplicarlos. Tienen que ser inequívocos. Y el que no cumpla la ley, a la calle o a la cárcel. La Constitución debe aplicarse. Y hay una cuestión esencial, que es la lingüística, y que es el campo de batalla del separatismo en Cataluña, Valencia, Baleares, Navarra, País Vasco, Galicia, Canarias. Aunque en Canarias el problema es más bien el de la xenofobia. Y eso es lo verdaderamente importante en España. La lengua.
Además, habría que proteger la propiedad mejor de lo que se la protege ahora. La Constitución, por ejemplo, prohibe la doble imposición, pero no con claridad. Aunque la reforma no corre prisa, si lo hacemos hay competencias que deberían ser indelegables: el orden público, la sanidad, la educación, la política exterior y la de defensa. Y después, debería incluirse la posibilidad de que haya comunidades que renuncien a la autonomía, es decir a la condición de Estados paralelos. Como si vuelven las diputaciones o las provincias.
O las nuevas autonomías.
El diseño territorial que se hizo en su momento tuvo como objetivo despiezar Castilla para que el peso de Madrid y las dos Castillas combinadas no superaran el del País Vasco y Cataluña. Ese es todo el secreto autonómico: complacer al separatismo. Ya ves de que nos ha servido, cuarenta años después.
Todas estas concesiones al nacionalismo, ¿a cambio de qué?
A cambio de nada. Como dice Quevedo: “Sembré en la estéril arena, cogí vergüenza y afán”. Pues eso. En la estéril arena de los enemigos de España ¿qué vas a coger? Vergüenza porque te humillan y afán porque por mucho que les des nunca será suficiente.
La última pregunta. ¿Cómo cree que pasará Rajoy a la historia?
Yo creo que es tan vago que a lo mejor ni pasa.