El "¡Qué ganas de hacerles un corte de mangas de cojones y decirles: 'Pues os jodéis'!" con el que Carmen Martínez Castro se refirió el sábado a una protesta de pensionistas en Alicante debería tener consecuencias. Se trata de una falta de respeto a la expresión legítima de unos ciudadanos que, por lo demás, gritaban sus reivindicaciones al presidente del Gobierno desde la distancia.
Ni el contenido de la protesta ni la mayor o menor acritud al expresarla autorizan a una secretaria de Estado a responder de esa forma, pero menos si cabe a quien precisamente dirige la política de Comunicación. Hay que tener en cuenta, además, las circunstancias de la visita de Rajoy al Ayuntamiento de Alicante, un mes después de que el PP se haya hecho con la alcaldía gracias al voto de una tránsfuga de Podemos.
El relato separatista
Desde el PSOE ya han denunciado que el episodio demuestra el "desprecio" que el Ejecutivo tiene hacia algunos colectivos, un sentimiento que, aseguran, luego se traduce en sus "políticas".
El vídeo que deja en evidencia a Martínez Castro remata lo que viene siendo una desastrosa política de comunicación, caracterizada, a nivel interno, por hacerle la vida cómoda al presidente del Gobierno a costa de mantenerle lo más alejado posible de los medios de comunicación y, de puertas afuera, por permitir que los separatistas impongan su relato en la prensa internacional.
Gobierno a la deriva
A un Gobierno a la deriva en el que la vicepresidenta no se habla con la ministra de Defensa, donde el ministro de Justicia se permite criticar a un juez y el de Hacienda le lleva la contraria a otro, sólo le faltaba una responsable de Comunicación que arremeta contra los ciudadanos que hacen uso de su libertad de expresión.
Hay suficientes motivos como para que Martínez Castro dimita o sea destituida, pero aunque sabemos que eso no sucederá, lo que resulta insultante es que la secretaria de Estado ni siquiera se haya dignado a pedir perdón por sus insultantes palabras.