Si uno se fija muy bien en la imagen de Pedro Sánchez y Torra paseando por los jardines de Moncloa puede llegar a ver la pelusilla de legitimidad que le ha crecido al presidente catalán en los últimos meses. Hay un empaque de mini jefe de Estado en sus movimientos. La escenografía del encuentro ha abierto el sarcófago otra vez y ya revolotean los referéndums fantasmas y la legalidad flexible. Chillan los murciélagos, el sonido del aleteo acompaña cualquier movimiento de Torra, empecinado y relampagueante como un estribillo malo y efectivo: es difícil diferenciar quién visita a quien.
A mí me ha parecido increíble cómo se le ha hecho luego la ola en algunos ambientes –redacciones– a su nueva melena, un pelazo que hasta ahora sólo veían algunos en Cataluña. Los injertos de estatalidad empiezan a germinar fuera, se acepta la estética de su discurso. Torra se pasea por Madrid tocándose un flequillo inexistente, insistiendo en cosas ilegales, como si grabara un videoclip de trap. Pedro Sánchez le acompaña sujetándole los porros. Nadie le dice nada porque Torra es feliz viviendo una realidad deformada después de lograr encajar a golpes la ficción de unos pocos. Ese es el gran éxito de la erosión del procés.
En la fotografía distribuida por el gabinete de Pedro Sánchez, el presidente catalán le explica algo. Los dos creen que manejan países diferentes. Se pueden escuchar sus respiraciones levemente entrecortadas por el paseo y la conversación. Torra se sonroja con facilidad –acumula vergüenzas– y se le aprecia el trato blando de los que parecen buena gente. Nuestros xenófobos son, al menos, cercanos.
El president ha lanzado por el balcón su coleta a ver si la recoge Pedro Sánchez, sensible al rescate: en política siempre se está a punto de hacer el ridículo. Los dos suspiran sin escucharse. Torra es peligroso porque ha convertido la posible independencia de Cataluña en una obsesión, en su hobby de la mediana edad. Si el pádel ha arruinado vidas, ¿qué no va a pasar con esto? La frase “tengo los hijos mayores” es definitiva. Que alguien pare a este señor.