El socialismo chavista no erradicó a la burguesía. Como suele suceder con las revoluciones, una casta sustituyó a la otra y echó raíces no sólo en la política interna venezolana sino en la mundial. En perspectiva, pensemos que este proyecto antecede hasta al de Vladimir Putin en Rusia.
Desenmarañar las redes chavistas no es fácil. Si al jardín de la democracia no lo podas periódicamente, a ver por dónde empiezas a cortar veinte años después. No es poca cosa lo alcanzado por Juan Guaidó en apenas cuatro meses sin haber tomado todavía el poder completamente. Un logro a resaltar fue el reconocimiento esta semana de su embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Con esto, Venezuela ahora cuenta en la OEA con un embajador de Guaidó y en la ONU con uno de Maduro.
La circunstancia de que a EEUU le corresponda la presidencia rotatoria del Consejo Permanente de la OEA ayuda a que se impulse la agenda de Washington: conseguir todo el apoyo posible para estrangular a Maduro. En la mente de Trump, no importa cómo se solucione un problema mientras se solucione.
Trump, con un ojo en Venezuela
El caso venezolano es de importancia capital para la reelección de Trump. El voto latino en Florida, uno de los estados con más votantes y de los más cerrados electoralmente, en buena parte lo apoyará si logra la salida de Maduro. Sin embargo, la sombra de un nuevo Bahía de Cochinos planea sobre la comunidad cubana, minoría dominante en el sur de Florida. Para ellos, Venezuela es tema propio. Ante eso, la Casa Blanca acelera el paso. En una semana, el caso se llevó a la OEA, a la OTAN al Consejo de Seguridad de la ONU.
Precisamente, la tranca en el Consejo de Seguridad ha movilizado a la Casa Blanca a darle prioridad a otros organismos. El reconocimiento en la OEA al embajador de Guaidó fue posible porque ahí no están ni China ni Rusia, piedras de tranca en la ONU al contar con poder de veto y ser los principales soportes de Maduro. Juristas expertos consideran que el organismo regional puede canalizar mejor la Intervención Humanitaria, mientras la Unión Europea intenta una salida política. Tan poco se opone Washington a una transición negociada que el propio Elliott Abrams, enviado especial para Venezuela del Departamento de Estado, encabeza las gestiones para que España y Portugal den asilo a los cabecillas del régimen chavista.
El venezolano Jesús Troconis, profesor de Derecho Internacional Público en la Universidad Carlos III de Madrid, considera que desde “hace 70 años, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad han cambiado ostensiblemente, y esto elimina la posibilidad de una resolución objetiva, imparcial y justa en este organismo”. Además, según el experto, Maduro viola los principios de democracia representativa y los derechos fundamentales, las bases de la OEA.
Según el experto, Maduro viola los principios de democracia representativa y los derechos fundamentales, las bases de la OEA
Solucionar los conflictos regionales en los organismos correspondientes no es algo que agrade a poderes expansivos como Rusia y China cuyo objetivo es asentarse en el hemisferio occidental para competir tanto con EE.UU. como con la UE.
La intervención humanitaria ya está en marcha. “Esta noción hace referencia a la utilización de medidas económicas, políticas o de otra naturaleza para forzar a otro Estado a subordinar el ejercicio de sus derechos soberanos”, explica Troconis. Este camino es más indicado que el de la Responsabilidad de Proteger (R2P), el cual depende de su aprobación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Lo que sí existe en Derecho Internacional y está reflejado en los fundamentos de la OEA es la responsabilidad al proteger.
EE.UU. muestra el palo y la Unión Europea la zanahoria. Las negociaciones no paran. El chavismo, que no es un bloque monolítico, está a dispuesto a marcharse si se les respetan ciertas condiciones para un exilio dorado: el levantamiento de las sanciones internacionales y una transición amparada por una firme Ley de Amnistía. Aparte de los factores más radicales, los generales de Maduro son los que no tienen claro cuál es su futuro. En conversaciones privadas, amenazan con tomar ellos mismos el poder si no se encuentra una solución rápida a la crisis. Son ellos los que más temen a las alternativas si no hay un pacto político: la invasión extranjera o la explosión social. Vladimir Padrino, el ministro de la Defensa del régimen, está al acecho del palacio presidencial y es el hombre de confianza de Putin en Venezuela.
EE.UU. muestra el palo y la Unión Europea la zanahoria. Las negociaciones no paran. El chavismo, que no es un bloque monolítico, está a dispuesto a marcharse si se les respetan ciertas condiciones para un exilio dorado
El escenario de la explosión social está cada vez más latente. Craig Faller, el jefe del Comando Sur de EE.UU., advirtió esta semana que Venezuela puede estar en una situación similar a la de Siria a finales de año si la crisis sigue su curso, lo que obligaría a su país a intervenir militarmente. Los militares venezolanos comparten la opinión de Faller y le han advertido a Maduro que no están dispuestos a reprimir a los más pobres. La amenaza de esta posibilidad, junto a la de una invasión extranjera, hace que los políticos aprieten el paso. Es posible que a finales de año tengamos unas elecciones libres en Venezuela, pero el tiempo corre en contra.