Xavier Pericay es uno de los quince intelectuales que en 2005 pidió la creación de un nuevo partido político en Cataluña. Ese partido fue Ciudadanos y Pericay, uno de los dos únicos miembros del grupo que acabó en la política activa junto a la antropóloga Teresa Giménez Barbat. Hoy, ambos están fuera del partido. En el caso de Barbat, eurodiputada durante los últimos cinco años, en contra de su voluntad y con la solidaridad de buena parte de los intelectuales del grupo fundador. En el caso de Pericay, por voluntad propia.
Pericay abandonó todos sus cargos en el partido hace poco más de una semana. La suya fue la cuarta baja en pocos días junto con las de Toni Roldán, Javier Nart y Juan Vázquez, que han optado por diferentes niveles de desvinculación del partido, desde la total a la parcial. Ahora parece cantada la de Francisco De la Torre. No parece, sin embargo, que los motivos de Pericay para su marcha tengan mucho que ver con los del resto. Entre otras razones, porque Pericay ha afirmado en varias ocasiones apoyar la estrategia de Albert Rivera del "no es no" a Pedro Sánchez, el principal punto de fricción en el seno del partido.
Pericay, que tras su marcha de Cs podrá por fin volver a leer libros de temática no política, vive en Mallorca desde hace quince años. En parte, por el hartazgo provocado por el nacionalismo. La mala suerte es que ese nacionalismo que contribuyó a su mudanza y la de su familia le ha acabó siguiendo desde Cataluña: "Me vine a Palma con mucho gusto. Pero, por desgracia, el nacionalismo me ha perseguido, a rebufo de lo catalán".
¿Le recuerda lo que está ocurriendo en Baleares a lo ocurrido en Cataluña?
El partido socialista balear es peor incluso que el catalán en lo relativo al nacionalismo. Lo de aquí empieza a ser preocupante. Aquí va a ocurrir algo gordo, en la línea de Cataluña, si no se pone freno a esto.
La fiebre de las identidades y de las lenguas propias parece haberse extendido hasta lugares impensables hace sólo una década.
En Asturias, y tal como está allí el PSOE, les van a meter hasta en la sopa lo del bable. El nacionalismo balear ha reproducido exactamente las políticas del nacionalismo catalán, pero cinco o diez años más tarde. La inmersión generalizada en Cataluña empieza en 1991, y aquí en Baleares empieza a finales de la década, alrededor de 1997 o 1998. Y empieza con un gobierno del PP, con Cristòfol Soler, y con un decreto de mínimos. Pero es Jaume Matas el que firma el decreto que dice que los centros deben tener un mínimo de un 50% de catalán.
Pero ahora ya es más del 50%.
Ya te puedes imaginar lo que ha ocurrido desde entonces. El 50% se ha convertido en un 90%. Así que en Mallorca llevamos ya veinte años de nacionalismo en la Educación y en la Administración Pública.
¿También en los medios?
No, los medios de comunicación son distintos. En Mallorca, la radio y la televisión pública no han seguido el mismo camino que en Cataluña. Entre otras razones, porque el presupuesto para ello es en Mallorca de unos treinta millones y en Cataluña, de casi trescientos. Y eso después de que lo hayan recortado. Además, aquí la televisión y la radio pública la ve y la escucha muy poca gente. Pero en la enseñanza y las instituciones, y con la connivencia del PP, esto ha sido constante. Excepto en la época de Bauzá. El propio Matas, aparte de toda la corrupción que dejó por ahí, intentó contentar al nacionalismo.
¿No ha habido ningún gobierno balear que haya intentado poner coto al nacionalismo?
La estrategia ha sido diferente a la de Cataluña porque allí el nacionalismo ha mandado siempre. Aquí no. Aquí ha habido gobiernos del PP con mayoría absoluta. Pero incluso entonces el nacionalismo tenía sus parcelas alquiladas y ahí no se metía nadie. Nadie ha puesto en duda el statu quo nacionalista. Recuerda cuando la vicepresidenta del Gobierno, Bel Busquets, de Més per Mallorca -lo que vendría a ser la ERC mallorquina-, nos dijo durante un debate que quitáramos las manos de los niños porque la escuela era suya. Es la idea patrimonial de algunas causas que tienen el PSOE o el nacionalismo. Y tú no puedes meterte ahí porque eso, supuestamente, no es tuyo. Así que el PP no se metió, el PSOE lo promovió interesadamente y Podemos se sumó a ello.
Los partidos catalanes también han puesto de su parte. Sobre todo en forma de subvenciones.
La política de subvenciones a asociaciones afines va a continuar igual con el nuevo Gobierno. Con el agravante de que esas asociaciones están también financiadas desde Cataluña. Aquí entra dinero si mandan ellos. Pero las mayores cantidades, en muchas ocasiones, provienen de Cataluña. Y esto ha sido así desde la época de Carod-Rovira, cuando era presidente Pasqual Maragall, que es el que empezó con la política de subvenciones.
Los menorquines reivindican una especie de república menorquina dentro de un conglomerado balear
¿También financian a la prensa privada, como en Cataluña?
La única prensa en catalán en Mallorca es el Ara, que entre semana es digital, que lanza una edición de papel el fin de semana y que recibe subvenciones por el tema de la lengua, y un diario que se llama Diari Balears y que tiene menos incidencia, pero que también tiene financiación pública. De hecho, creo que no exagero si digo que no tienen ni un sólo euro de financiación privada. Es lo mismo que ocurre con el Ara catalán.
Medios privados financiados casi al 100% por los contribuyentes.
Es un escándalo que un diario privado se financie casi exclusivamente con dinero público. Me contaron que algunas de las firmas ilustres del Ara, gente de TV3, de Catalunya Ràdio y tal, no cobraban directamente del diario porque su sueldo público ya incluía las colaboraciones con el diario. Esas cosas no ocurren todavía en Mallorca, pero sí es verdad que la financiación de estos dos medios ha crecido con la excusa de que son medios en catalán. Y, como es natural, si son medios monolingües en catalán, son medios nacionalistas o independentistas. La situación en las islas es muy preocupante.
Me intriga cuál es el razonamiento de un nacionalista balear. ¿Se considera un país diferente a España y a Cataluña, o una región de una hipotética Gran Cataluña?
Los nacionalistas juegan, no tanto por convicción como por estrategia, con el discurso de que quieren una Mallorca independiente integrada en un supraEstado en el que esté también Cataluña. Es decir, los Países Catalanes. Pero aquí hay que andarse con mucho cuidado. Porque, por ejemplo, los menorquines no se sienten baleares, se sienten sólo menorquines. Y lo mismo pasa con los ibicencos. Los que se sienten más baleares son los mallorquines. Así que los menorquines reivindican una especie de república menorquina dentro de un conglomerado balear que sea a la vez parte de un Estado de los Países Catalanes. Son como muñecas matrioshka de la identidad.
¿Cómo enfocan el tema de la lengua?
Hay movimientos baleares que reivindican que la lengua mallorquina, dejando de lado el debate de si es catalán o no, es la más pura desde el punto de vista filológico. En el sentido de que es la más cercana a lo que era el catalán medieval. Pero lo que es llamativo es que los nacionalistas no quieren hablar de esto ni en pintura. Ellos promueven un modelo de catalán que es el del catalán estándar de Cataluña. Y lo hacen porque saben hasta qué punto la lengua es importante como mecanismo unificador.
En la escuela, por lo tanto, se enseña ese catalán normativo, y las formas típicas del habla mallorquina, como el artículo sa en vez de la, están desapareciendo de ella. Y así, ocurre que los que pertenecen a una familia mallorquina tradicional siguen hablando en casa el mallorquín, y si viven en un pueblo lo hacen también en la calle. Pero a aquellos que no pertenecen a esas familias mallorquinas, la única lengua que les enseñan en la escuela es el catalán de Cataluña. Añádele que aquí se puede sintonizar TV3 y Catalunya Ràdio, y ya tienes el problema sobre la mesa.
El Estado ha desaparecido del País Vasco casi por completo, de Cataluña en buena parte y en Baleares va camino también de ello.
Esto se explica de un modo muy simple. Si tú a un niño lo metes en una escuela pública en la que los juegos, los mapas y las canciones, es decir no sólo la lengua sino el mundo que la rodea, son exclusivamente catalanes, si le reduces el mundo a esto, entonces España le va a parecer un mundo aparte.
Tú puedes tener un aula con un 50% de alumnos castellanos, pero eso va a dar igual porque ahí no se va a cantar en castellano. Y eso porque la inmersión lingüística exige que no sólo la lengua, sino todo el mundo referencial del niño, sea Cataluña. O el País Vasco, en el caso del País Vasco. Como dijo muy desafortunadamente Pasqual Maragall en 2006, "España ya es residual". Si España era residual en Cataluña en 2006, imagina lo que es ahora. En Cataluña y en Baleares.
Pero los mallorquines son diferentes de los catalanes. Puede que no funcione igual de bien lo mismo que en Cataluña.
Es cierto que la sociedad balear no es igual que la catalana. Y eso es una suerte. Quizá Menorca es la isla más catalana de las Baleares porque es una isla muy apetecida por los catalanes y muchos de ellos veranean allí. Lo que no quita que haya también mucho rechazo. Pero la sociedad mallorquina se niega a que la consideren catalana. Por ahí no pasa. Eso se da más en los más jóvenes, que han pasado por el sistema educativo, o en los recién llegados. Pero no en el resto.
¿Hay diferencias entre ciudades y pueblos?
Hay diferencias entre el interior y Palma, que es una plaza que el nacionalismo, como ocurre en el caso de Barcelona, no acaba de conquistar. Ibiza también se resiste. Menorca no tanto. El nacionalismo tiene una base absolutamente carlista. En Cataluña es muy claro: son reaccionarios, contrarios al progreso… Y en Mallorca, tres cuartos de lo mismo. Como en el País Vasco.
Son zonas donde había una serie de estructuras feudales que fueron eliminadas con la llegada del maldito –desde su punto de vista– Felipe V. Y eso a pesar de que la eliminación de esas estructuras dio pie a las épocas de mayor prosperidad tanto en Cataluña como en Baleares. La España borbónica supuso una inyección de riqueza, de libertades y de igualdad en territorios donde todo eso no existía por el control de la aristocracia feudal. Y eso no se cuenta nunca.
Tampoco cuentan bien la Transición.
La Transición es explicada como un engaño que pretendía ocultar todo lo que el franquismo había hecho. Lo que están intentando transmitir es que la Transición no fue un pacto democrático, sino un pacto de silencio. Que es justo lo que no fue. De ahí sale esa necesidad de venganza, que se suele disfrazar con el manto de la justicia por parte de aquellos que consideran que forman parte del grupo de los perdedores de la Guerra Civil. Todos ellos nietos, probablemente, de los que combatieron, y que se niegan a admitir la parte de violencia que les corresponde. Y todo eso contribuye al descrédito y a la sensación de que España, si existe, no es bienvenida.
Hasta en franquistas y comunistas primó en la Transición la voluntad de dar, no la de recibir. No fue el caso nacionalista
Sin la tergiversación de la Transición y de la Guerra Civil, todo su relato se deshace como un azucarillo.
En el paraíso nacionalista, en su tierra prometida, no hay espacio para España. Y eso está ligado a la negación de la Transición, a la ocultación de lo que fue la Guerra Civil y a la ocultación de la responsabilidad que muchos nacionalistas tuvieron en la Transición. Responsabilidad positiva, en ocasiones. Y eso a pesar de que el pacto con el nacionalismo fue a cambio de algo: de riqueza. Porque el nacionalismo nunca regala nada. No como los franquistas y los comunistas, que sí hicieron un pacto. No gratuito, pero en ellos primó la voluntad de dar, no la de recibir. No fue ese el caso nacionalista. El nacionalismo vasco y catalán llegó con la voluntad de recibir e intentando que el Estado no se metiera en su terreno: la lengua, la educación, el concierto…
¿Por qué cree que el PSOE sobrevive en España mientras todos los partidos socialistas europeos están en decadencia?
Bueno, el PSOE es un partido que históricamente no ha tenido a su derecha otro competidor que el PP, y a su izquierda a IU, que era residual, que estaba penalizada por la ley electoral pactada por los dos grandes partidos y que se movía alrededor del 10% de los votos. Pero la aparición de Ciudadanos, y de Vox luego, han influido en las posibles alternativas al PSOE. Y yo creo que por ahí se explica todo. Es cierto que la aparición de Podemos afectó al PSOE. Pero no hay que olvidar los méritos que ha hecho Podemos para que al PSOE deje de afectarle. El PSOE ha recuperado una buena parte de su electorado que había desaparecido del partido a raíz de la crisis económica, pero que ha ido abandonando Podemos y volviendo a su partido madre.
¿Habría podido Ciudadanos cambiar eso?
En España estuvimos a un tris de tener un Gobierno, poco antes de la moción de censura, con un papel muy relevante de Ciudadanos. Y eso hubiera cambiado totalmente las cosas. Pero el PP no quiso convocar elecciones al considerar, yo creo que correctamente desde un punto de vista egoísta, que no era el momento de que Mariano Rajoy dimitiera. Y de ahí viene lo ocurrido luego y el refuerzo del PSOE a medida que se iban debilitando las alternativas de PP y Ciudadanos. Debilitamiento que luego se acentúa por la aparición de Vox y por la caída de Podemos.
El relato socialdemócrata sigue siendo el relato por defecto en España.
Ya sé que hay partidos que se reivindican socialdemócratas, pero recuerdo un artículo de Nicolás Redondo Terreros en el que decía que los principios de la socialdemocracia, y sobre todo los más vinculados al Estado del bienestar, han sido asumidos por todos los partidos. Con la excepción de Vox, que no se sabe muy bien qué propone. Pero hasta Vox reconoce en realidad los pilares básicos de Sanidad, Educación y Servicios Sociales como base de cualquier Gobierno. Se puede invertir más o invertir menos, los impuestos pueden ser mayores o menores, pero aparte de esto, nadie lo pone en duda.
¿Es el PSOE un verdadero partido socialdemócrata?
El PSOE hoy en día no es esto. El PSOE es todos los ismos que han ido saliendo. Si el PSOE fuera socialdemócrata sería internacionalista. Sería igualitarista. Y, por lo tanto, debería ser profundamente antinacionalista. Pero el PSOE no es esto. El PSOE no es socialdemócrata. El PSOE es un partido que ha visto su salvación, su posibilidad de continuar existiendo como partido importante e incluso hegemónico, en la apropiación de la izquierda nacionalista y de todas sus banderas. Y lo ha hecho sin ningún escrúpulo. Basta recordar lo ocurrido en el Orgullo la semana pasada, con las declaraciones del ministro Marlaska.
El PSOE, para empezar, no defiende la igualdad de todos los españoles.
Cuando uno pacta con los nacionalistas está aceptando que no todos los ciudadanos españoles son iguales. Y yo creo que eso es perfectamente contrario a lo que defiende la socialdemocracia. Pero la izquierda es ahora esto. Ni siquiera el partido Izquierda Republicana de Azaña renunció en su momento a la tutela de la educación en Cataluña. Pero en este momento tenemos un partido en el Gobierno que no quiere, como tampoco quiso el PP antes que ellos, desarrollar la Alta Inspección del Estado. Porque sabe que eso provocaría un conflicto con los nacionalistas.
¿Por qué se ha ido usted de Ciudadanos?
Yo me voy de Ciudadanos por razones particulares. Entiendo que esa frase se suele utilizar para decir "no me pregunte usted por la política", pero es que todas las razones, incluidas las políticas, son particulares. También hay razones personales, aunque sólo sea porque mi mujer y mis hijos me han felicitado calurosamente por el paso dado. La política, si te gusta, es muy obsesiva. Durante los últimos cuatro años, por ejemplo, yo sólo he leído libros que tienen que ver con la política.
Es usted uno de los dos únicos miembros del grupo de intelectuales que fundó el partido que ha acabado metiéndose en la política activa. ¿Se ha dado de baja como militante?
Yo me afilié hace cuatro años y sigo afiliado. Cuando la gente me pregunta si sigo militando, yo respondo que lo que hago es seguir cotizando. Yo me he ido del Comité Ejecutivo, no del partido. Esa es la verdad. Pero sí que es cierto que yo he sido el único de los fundadores que ha estado en cargos no sólo de representación, sino internos del partido. Que yo sepa, también estaba afiliado Francesc de Carreras. Pero el otro día me dijo que se ha dado de baja. Aunque Francesc no ha estado nunca en la Ejecutiva, claro.
Parece que los intelectuales no tienen sitio en la política.
En todos los partidos existe ese que, además de actuar, piensa. No estoy diciendo que las actuaciones de mis compañeros no sean reflexivas. Sólo digo que el intelectual es alguien que le da más vueltas a los problemas que los demás. Y, probablemente, le da vueltas de más. Porque, al final, la política consiste en actuar. En tomar decisiones. Y, por desgracia, cada vez se va más a contrarreloj por la presión de los medios de comunicación. Y, sobre todo, de los digitales. A veces es verdad que te gustaría tener un poco más de tiempo para reflexionar sobre el asunto en cuestión. Pero entiendo perfectamente que eso no se puede hacer desde un partido. Aunque yo creo que deberíamos haber tenido más tiempo para debatir algunas cosas.
¿No se ha debatido todo lo que se debería?
En Ciudadanos tenemos el Comité Ejecutivo ampliado de treinta y cuatro miembros. Y luego está la Permanente de trece, que son los que se reúnen cada lunes y van marcando realmente la estrategia del partido. Y ahí se han tomado muchas decisiones importantes que han acabado llegando al Comité Ejecutivo, como la de la investidura o no investidura de Sánchez. Pero tengo un poco la sensación de que algunas de esas decisiones han llegado demasiado cocinadas. Y cuando digo eso, me refiero a que ha habido poco tiempo para tomar una decisión. Quizá una hora, no más. Así que yo he echado un poco en falta un poco más de tiempo.
¿Qué opina de la política de fichajes del partido?
Esa es una crítica que yo hago a mi partido. El hecho de que se haya incorporado a gente de fuera, que vienen de otras formaciones, o del mundo económico, o del asociativo, y que son talento y que está bien que se incorporen. Pero, a veces, ha pesado más el desgaste del adversario que ese talento. Cuando lo cierto es que en el partido ya había talento. Y gente que ha hecho un trabajo enorme durante estos años. Pero ese talento no ha sido premiado. Y no lo digo por mí, sino por otros compañeros. Y eso es un error que ha cometido Ciudadanos.