Hay que ver a Pilar Gutiérrez en su día grande. Un 20-N a lo bestia. Toda una vida, sí, para erigirse en procuradora en Cortes, en Sección Femenina de sí misma, en Coros y Danzas de Telecinco y hasta en megáfono ultra.
Su rictus mira al suelo porque sabe que no hay cámaras, y nadie sabe tampoco ya del paradero de su gato, Yuko, que quizá esté en alguna cuneta o panteón gatuno entre Nerja y El Escorial.
A Pilar la vemos aquí en una foto que tiró el arribafirmante el día del Franco Traslado con una pancarta reciclada, despachando locuaz con el populismo irredento de la cancurdia y la fe en Cristo Rey y en la resurrección de la carne del ojo de Millán Astray.
Pilar ha hecho el viaje de niña a mujer de la Preysler -que cantó el tito Julio- entre montañas nevadas, con un padre ministro con Arias Navarro, una carrera de algo como de Psicología y cuatro lugares comunes.
Pilar nos enternece porque es Valle-Inclán en prime time. El esperpento vence y ahí se nos apareció un 18 de julio -o el sábado subsiguiente- para que la vástaga de Ónega, "jefe de prensa de la Guardia de Franco" (Girauta dixit), echara los dientes en las bellas artes de la farándula y del espectáculo televisado. Esos veranos en que mejor se habla de una franquista con gato, del veraneo de Paquirrín, de que del paro.
Pilar me llevó un día de verano al Valle de los Caídos en un autobús con una Virgen de Lourdes -de plexiglás o porcelana- en el asiento delantero: parece que Pilar no se dio cuenta del pajarraco, yo mismo, que llevaba a bordo.
Pilar Gutiérrez es la antinomia amargada de Pepe Solís, peinada a lo colombino y con un rosario de cuentas en el bolso apócrifo. Pilar sólo podía ser Pilar, sólo podía llamarse Pilar y sólo podía haber venido a renacer en los años de progreso y bienestar del sanchismo interino.
La elocuencia de Pilar viene dada por sus pancartas, escritas bajo el lema de prensa y garrote con el que Paquita la culona firmaba sentencias de muerte y merendaba "chocolate con soconuscos" como contaba mi Pacumbral. Pilar fue engendrada por el milagro de la pretecnocracia, aunque ella es más del fajín de Isabel la Católica que de los Lópeces.
De mis Conversaciones con Franco a la franquista autoproclamada Generalísima de las mañanas, va un trecho negro de la España gallinácea que todavía le quiere ajustar las cuentas a Suárez.
Pilar no nació en un portal de Belén, sino en el Madrid bien perfumado. Quizá escuchó los últimos correajes. Y quizá entró en éxtasis cuando creyó que Franco, con párkinson, la saludó en los temblores/estertores en el último día que salió al balcón de la Plaza de la Oriente.
Pilar es la prosista de la Falange reunificada en el mundo 5.0. Hay afinidades selectivas, casuales y miríficas, y por eso a Pilar le ha salido su par anarcochufla, que es Cristina Morales, pirómana y peinada a lo mohicano que dice que le encanta ver arder Barcelona.
A Cristina Morales le han dado el Nacional de Literatura porque los poetas andaluces ya no cantan nada y porque, entre la gramática y la gasolina, Morales optó por la gasolina y por encabezar la famélica legión de escritor@s al peso.
Sería de justicia poética que si a Cristina Morales le han dado el Nacional por Lectura Fácil, a nuestra Pilar la condecoren con la la Laureada de San Fernando... aunque sea de Henares.
Viva España por ambas.