Albert Boadella, de cuclillas. Perfectamente dispuesto. En un retrete de los Teatros del Canal. Con la puerta abierta, la tapa levantada y el trasero bien encajado. Es una metáfora de las aceradas críticas que el presidente de Tabarnia derrama en su cuenta de Twitter. Él lo llama “el caganer de Rodin”. Por eso hunde la cabeza en su puño cerrado. Guarda silencio… y piensa. En esta campaña electoral permanente, la digestión del dramaturgo es un ejercicio laborioso, más consciente que involuntario, al contrario de lo que ordena la biología. De ahí que Boadella sea el caganer… de Rodin. Y del belén que se avecina.

-Señor Boadella, ¿está representando un caganer? 

-Bueno, es el caganer pensador, parecido al del escultor Rodin. Puede llamarlo “el caganer de Rodin”. Sí, eso lo representa perfectamente.

-¿A qué se refiere?

-Puedo cagar tranquilamente… y pensar al mismo tiempo. Pensar y cagar. Dos asuntos que dan mucho de sí. Uno suscita mucho placer; y el otro, mucho divertimento. Aunque sólo algunas veces.

Boadella lo deja en el aire. No detalla cuál de las dos acciones brinda el disfrute. Quizá porque sean intercambiables. Repuesto y perfectamente atildado, americana verde y camisa moteada, responde a esta entrevista con el estómago vacío. Padre fundador de Ciudadanos, analiza el descalabro de Rivera. También aborda el auge de Vox y opina acerca del envite separatista. La última obra salida de su entraña es ¿Y si nos enamoramos de Scarpia? Entradas agotadas.

Hablando sobre España: Albert Boadella Silvia P. Cabeza

¿En qué se ciscaba usted?

En la impostura. No lo soporto. Las posiciones claras, buenas o malas, me parecen fantásticas. Me fío de los pecadores. Los que van de santos me producen repelús. Y la peor impostura es la del presidente del Gobierno. Es terrible y, a la vez, tan clara… Me pone de los nervios que haya gente que le dé su confianza.

¿Ha podido digerir la debacle de Ciudadanos?

No es nada agradable ver cómo se derrama toda esa cantidad de voto, pero yo nunca pensé que Ciudadanos fuera un partido de cincuenta diputados. Una formación liberal se concibe para tener menos parlamentarios, pero los suficientes como para condicionar las grandes políticas del gobierno. No hay que olvidar que Convergència, con mucha menos representación de la que disfrutaba Rivera, condicionó sobremanera la política española. También el PNV.

Si no es un partido en busca del gobierno, ¿qué es Ciudadanos?

Ciudadanos es un partido que tiende a agrupar a unas élites que no encuentran su lugar en el bipartidismo. Se dirige a ese votante con cierto morro fino. 57 diputados quizás eran excesivos. Siempre creí que lo lógico era obtener treinta y condicionar las grandes políticas. ¿Conoce usted algún partido liberal con mayoría absoluta?

Pero Rivera nunca aceptó que se catalogara Ciudadanos como una “bisagra”. Siempre habló de “vocación de gobierno”. ¿Fue ése un error estratégico?

No. Es natural que el presidente de un partido diga que desea gobernar. ¿Lo pensaba? No lo creo. De repente, Rivera se encontró en una circunstancia muy difícil: apareció una organización de extrema derecha que amenazaba su electorado y al otro lado había un presidente del Gobierno con el que, químicamente, era incapaz de tomar un café. Creía, y así se ha demostrado, que Sánchez es un hombre nefasto para la labor política.

Pero, entonces, ¿cuál es su diagnóstico de la tragedia electoral de Ciudadanos? Unos dicen que el error fue levantar el veto a Sánchez… y otros el habérselo puesto. 

Ciudadanos consiguió sus escaños en un momento en el que gente del PP y otros que ahora han votado a Vox vieron en Rivera la herramienta más útil para enfrentarse al secesionismo catalán. Esa fue una de las grandes claves de su éxito. Pero el PP recuperó una posición más centrista, consiguió más fuerza en Cataluña con Cayetana; y, al mismo tiempo, Vox fue adquiriendo grosor… Perdió votantes en dos direcciones. Bueno, en tres: también se fueron aquellos que le exigían un pacto con Sánchez para remediar el bloqueo.

Albert Boadella fue fundador de Ciudadanos. Silvia P. Cabeza

¿Cuál ha sido la mayor equivocación estratégica de Rivera? 

Quizá el no haber sabido explicar bien su decisión en relación a Sánchez, lo que en privado le escuché.

¿Qué escuchó usted?

La psicopatía de Sánchez… Se trataba de hacer pactos con alguien que, a los diez minutos, te dejaba, como quien dice, con el culo al aire.

Eso lo reiteró Rivera hasta la saciedad también en público: “La banda”, “el plan Sánchez”… 

Sí, pero el conjunto de la sociedad pensó que era una exageración. A Rivera le costó encontrar los términos exactos para hacer ver que tenía razón. No quiso actuar como Chamberlain. Eso no se llegó a explicar bien. Creo que fue un problema de comunicación.

La estética y la comunicación de su campaña fueron muy criticadas: el perro que huele a leche, el partido de fútbol, una sesión de spinning que se evitó en el último momento… Usted, como director de teatro, ¿sintió vergüenza o le pareció conveniente?

Existe una serie de tabús que son como intocables y obligan a estar casi explícitamente de acuerdo: feminismo, cambio climático, LGTBI… Cuando me planteo cosas artísticas, estoy algo sujeto a la autocensura: “No te metas en ese berenjenal porque se va a armar la de Dios”. No hay censura oficial, obviamente, pero te pueden masacrar a través de las redes y los medios por decir una frase.

¿Por qué Cs insistió tanto en ir a las manifestaciones LGTBI?

“El perro huele a leche”. 

¡Eso es! ¡Una sola frase! Eso genera un pánico en los políticos y los artistas. Nadie hace obras serias sobre los temas tabú. Y en la política sucede lo mismo. En cualquier caso, a lo que íbamos. ¿Por qué demonios Ciudadanos insistió tanto en ir a las manifestaciones LGTBI? ¿Por qué no se atrevieron a decir ‘buenas noches y adiós’ a quienes no querían su presencia? 

Pero eso también podría interpretarse como una renuncia a la batalla.

En política hay que ser audaz. Entraña un riesgo, pero el ciudadano lo premia. Fíjese en Sánchez: es un hombre de ciertas audacias, que me parecen nefastas, pero traza su camino y lo recorre. Volviendo a lo de antes: uno no puede plegarse al animalismo así como así… No hay que impulsar el maltrato animal, pero tampoco intentar poner al PACMA de tu lado. Lo del perro fue innecesario.

¿Ha hablado con su tocayo después de la dimisión?

No. Solamente hemos intercambiado algunos mensajes.

Algunos dirigentes del partido también mencionan las maniobras en la sombra del establishment y del Ibex como una de las grandes causas de la tragedia electoral. ¿Está de acuerdo?

Fue una campaña tan globalizada contra Ciudadanos… Empiezo a tener sospechas. Me causó sorpresa la dimensión. Venía por parte incluso de los fundadores. Es posible que hubiera manejos más allá de los desacuerdos naturales. Era como si se quisiera borrar del mapa a Ciudadanos. Era una moción de censura total contra todo lo que hacía Rivera.

¿Le ilusiona Inés Arrimadas?

Inés es una mujer muy valiente. Será la primera que lidere un partido de cierto relieve en España. Tiene cara de virgen sevillana. Me gustaba cuando estaba en Cataluña porque, al ser atacada de esa forma, encendía la misericordia incluso de aquellos que no la votaban. Esto de lo que le hablo es catártico. También muy importante en el mundo político.

Lo que le ha ocurrido a Cs no tiene nada que ver con lo de UPyD

Usted es una rara avis, un fundador de Ciudadanos que no cargó contra Albert Rivera. ¿Por qué?

Seguramente porque yo estaba de acuerdo con su actitud. Pensaba que, en su lugar, habría hecho lo mismo. Viendo al adversario, a Sánchez… Estaba menos de acuerdo con Albert en época de Rajoy. Creía que podía condicionar mucho más al PP. Rajoy era un hombre pusilánime y falto de arrestos para enfrentar el problema catalán.

Pero, ¿cómo se pudo abrir tal abismo entre los padres fundadores y Rivera? 

Nunca quise influir en Rivera ni darle consejos. Tampoco que él pensara que yo podía dárselos. Alguna vez le hablé de la expresión, de las formas, pero nada más. Cosas puramente escénicas. Jamás respecto a la estrategia. Los fundadores, por su condición, querían adquirir ciertos derechos sobre el rumbo del partido. No me parece correcto.

Usted fue fundador de UPyD. ¿Ciudadanos recorre el mismo camino?

No. Es distinto. UPyD estaba muy centrado en Rosa Díez y tenía muy pocos diputados. Una mujer de alto rango político, pero que se colocó en una posición extrema. Eso significó su desaparición.

¿Habla con ellos? ¿Se lo recrimina? Arcadi Espada, en su último artículo publicado en El Mundo, ponía a Rivera a caer de un burro… 

Claro. Arcadi y yo somos grandes amigos. Leí su artículo y no me gustó. No coincido con todas sus opiniones, ni estamos casados ni tenemos un problema conyugal. Más allá de la broma: siempre he notado ese deseo de tutelaje por parte de algunos fundadores hacia Rivera. No debía ser así. La primera vez que Ciutadans concurrió al Parlament, me pidieron que fuera el candidato. No quise precisamente por eso que le cuento. Y eso que, de haber dicho “sí”, habríamos sacado doce diputados, y no tres. Yo era alguien conocido y tenía cierto impacto en la lucha contra el nacionalismo. Si renunciaba a ese papel, también debía renunciar a influir sobre el rumbo del partido.

No me gustó cómo se portó Valls con Ciudadanos

¿Y qué me dice de Manuel Valls?

Es un político importante, un español que ha sido primer ministro de la quinta potencia mundial. Tiene un discurso muy firme, sabe decir que “no”.

Boadella, ya sabe por dónde iba mi pregunta…

Él entró en la campaña de Barcelona sin tener el pulso catalán cogido, como un elefante en una cacharrería. Quiso mantener una posición intermedia que no era posible. Ahora, en Cataluña, o estás de un lado o estás del otro. Fue un error estratégico. Creo que desconocía el clima existente. Se equivocó. Tampoco me gustó cómo se portó con Ciudadanos, que puso a su servicio toda la estructura del partido. Tenía que haber entrado directamente en la política nacional. Habría tenido más posibilidades y habría estado más cómodo.

Muerto, en coma, malherido, gravemente lesionado… ¿Cómo queda el partido?

Herido. Pero creo que son heridas superficiales.

¿”Heridas superficiales” haber perdido 47 escaños?

Sí, sí. Esto obliga a reconsiderar la posición del partido en el espacio político. Y eso no es malo. Desde luego, Ciudadanos no está herido de muerte. Gobierna, mediante sus pactos con el PP, en Comunidades y ayuntamientos importantes. Insisto en que ese replanteamiento puede ser bueno. Aquellos 57 diputados me hacían temblar un poco. Mantener ese nivel obligaba a muchos movimientos impropios de un partido liberal.

¿Se refiere, por ejemplo, a la pérdida de identidad en los pactos con Vox?

Sí. La actitud en relación a Vox fue acomplejada. No se podía hablar de forma abierta porque, entonces, Ciudadanos iba a parecer el blanqueante de Le Pen. Algo absurdo. Vox no es un partido anticonstitucional. Podrá no gustarme. Yo no les votaría ni por despiste, pero otra cosa es lo que ha sucedido. No ha gobernado, no tenemos pruebas fehacientes de que sean lo que tantos aventuran.

Boadella, durante un momento de la entrevista. Silvia P. Cabeza

El papel que jugaba Ciudadanos, en cuanto a número de escaños, ahora será asumido por Vox. ¿Le inquieta?

Naturalmente, pero Vox representa a millones de españoles. Lo que más me preocupa es que Sánchez tenga los escaños que tiene.

Sánchez también representa a millones de españoles. 

No creo. Es curioso. Pienso que el votante del PSOE no decide por una opinión profunda, sino mediante un recurso. El que apoya a Vox está sustancialmente de acuerdo. El que secunda a Sánchez lo hace por conseguir cierta estabilidad: “Es el que tiene más posibilidades…”. El actual votante del PSOE ya no es ideológico.

¿Vox es un partido nacionalista? Así lo identifican algunos intelectuales de prestigio, como por ejemplo Mario Vargas Llosa en una entrevista reciente con este diario, en la que lo tachó de “peligro para la democracia”.

¿Tan peligroso para la democracia como los partidos nacionalistas vascos y catalanes? Desde luego que no. No estoy de acuerdo en absoluto. Son incomparables. El separatismo catalán es golpista. Vox no es un destructor de la estructura nacional. ¿Vox es nacionalismo? Sin duda. Hacen apología de valores espirituales de la España eterna. ¿Le cuento algo al respecto?

Claro.

Una de las cosas que más me gustaba de España era que alguien que llevaba la bandera de España en el coche, por ejemplo en Valladolid, era llamado facha. Me divertía porque reflejaba una distancia con los viejos ancestros de la dictadura. Era agradable y civilizado, lejano al franquismo. Toda esa presencia de símbolos y banderas. Vox vuelve a representar eso. El nacionalismo siempre acaba igual: en el odio al vecino.

Boadella también es el presidente de Tabarnia. Silvia P. Cabeza

Los diez escaños que conserva Ciudadanos son relevantes. El PSOE ya presiona para que permitan la investidura de Sánchez y así se blinde al Gobierno frente a los separatistas. ¿Qué responde?

Que Sánchez se moje. Ciudadanos no debe dar cobertura a una política que será similar tanto si se apoya en los independentistas como si no. ¡Está Podemos! Un partido que avala el derecho a decidir. No deben facilitar a Sánchez ni el pan ni el agua. Que se retrate. Tendremos que aguantar unos años. 

¿Aguantar a costa de poner en juego los asuntos nacionales de más calado?

Nos va a costar caro, sí. Hay gente que va a llorar, sin duda. Pero estamos en esa encrucijada. No existe otra forma. Ciudadanos, si apoya a Sánchez, decepcionará aún más a sus electores.

¿Le gustaría un gobierno de concentración nacional entre PSOE, PP y Cs?

Con Sánchez, no; con el PSOE, sí. Esa fórmula sí me gusta. También en época de Rajoy. Es la única manera de resolver el problema catalán y cortar la parte más grave: el adoctrinamiento constante en los colegios y los medios de comunicación. Sí, un gobierno de concentración nacional me entusiasmaría, pero… sin Sánchez. Principalmente, porque él jamás se plegaría a eso. 

No sé por qué se queja tanto de Sánchez... Su mejor teatro siempre ha sido contra el Gobierno. ¿Qué habría hecho sin Jordi Pujol?

Hombre, también habría hecho cosas interesantes -se ríe-. Además, mi obra artística, en líneas generales, no ha sido predominantemente política. Las comedias a las que usted se refiere eran una obligación del dramaturgo. No haré nada sobre Sánchez porque ya estoy en mi cuenta atrás artística y civil. Me estoy dedicando a la música, siempre fui un músico frustrado.

Trato de no pasear por Barcelona... No me gusta que me insulten

Hay varias soluciones sobre la mesa para Cataluña: el PP propone la ley de seguridad nacional, Ciudadanos se inclina por el 155 y Abascal enarbola el estado de excepción. ¿Se queda con alguna?

Me quedo con una suspensión autonómica y una intervención directa del Estado en todas las consejerías de la Generalitat. Déjeme señalar una cosa. Hay un vacío legal en España, probablemente porque jamás se imaginó un nivel de deslealtad como el actual. Si el alcalde de un pueblo quita todas las banderas oficiales, pone la independentista y huye hacia delante… Ese señor debería estar cesado, por ley, a las cuarenta y ocho horas. Lo mejor es que los catalanes vean cómo puede funcionar Cataluña perfectamente, durante dos o tres años, con el Estado controlando la Generalitat. Ojo: existiendo la televisión catalana, hablando todo el mundo catalán… No confundamos las cosas. Eso desmontaría cualquier alegato de que “el Estado español es fascista”.

¿Ha estado en Barcelona alguno de estos días de crisis?

No. Trato de no pasear por Barcelona. No soy masoquista. No me gusta que me insulten. “Pasear” paseo muy poco. Vivo en una casa en el Ampurdán. 

El exilio del presidente de Tabarnia.

Sí. Es la república independiente de mi casa. Por cierto, los tabarneses debemos recontarnos y saber dónde estamos ubicados. Para que, si un día llega el derecho a decidir, nos independicemos a su vez de Cataluña y nos reintegremos en España.

Su mujer encontró en casa una bengala. ¿Qué ocurrió exactamente? 

Era una amenaza. Una bengala muy grande. La tiraron al jardín, junto a los pinos y cipreses. Si la hubieran lanzado prendida, se habría incendiado todo. Lo denunciamos ante los Mossos.

Ha comparado los últimos sucesos en Cataluña con la Marcha sobre Roma de Mussolini. ¿No es exagerado?

Entre el fascismo que proponía Mussolini y lo que imagino que harían ellos si pudieran… No creo que existan diferencias notables. Además, yo hablé de la Marcha sobre Roma, no del pacto posterior de Mussolini, asentado en el poder, con Alemania. 

Mándele un mensaje a Puigdemont, dirección Waterloo…

Que se joda. ¿Qué le voy a decir? Que vaya acostumbrándose a ser camarero en Flandes, que aprenda el oficio. No creo que tenga futuro político. La locura ya no le va a funcionar más.

Boadella representa el "caganer pensador" ya en el escenario. Silvia P. Cabeza