Se ha muerto Patxi Andión y la peña anda ensimismada con el librito de Alfred, el imberbe. Alfred García ha publicado su poemario, con una inspiración entre el churro y lo que el ínclito cree que es un haiku, y así sale a los mass media el fenómeno editorial de nuestro tiempo.
Todo los astros coinciden para Alfred: desde su noviazgo con aquella navarra refractaria a la higiene sobaquera a los pitufeos de Laura Borràs al frente de las Letras Catalanas. Y lo mejor es que Alfred estaba ahí, pegando berridos hasta que el tiempo y la lírica y un agente fenicio le han dicho que lo que es, que sea, y que vaya a galeradas.
El libro de Alfred tiene la profundidad de una cucharilla de café, el ritmo de la cacerola de un CDR, la conciencia social de una hooligan del sanchismo y otras virtudes que disfrutaremos por San Esteban.
Alfred es la juventud lírica -como ha dicho alguien-, sin pasar por el Café Gijón o por los clásicos. Pero da igual, Alfred ha pasado por los Javis, que son toda una escuela de vida, un Actor Studio y una academia de Humanidad. Alfred dijo que España tenía que cambiar mucho para ser de su gusto y ahí está, en esa interinidad que nunca han sufrido los triunfitos.
Habrá quien diga que Otra luz es una sobrada poética, un insulto al papel reciclado. Los almudenos no se han pronunciado porque Alfred ha publicado en Alfaguara y no está la cosa para cagarse en el convento. Que nadie entre en la Academia sin saber Geometría y a la Academia entraron wanabees con las hormonas castradas por la sociedad y un claustro que les formaba para el gorgorito, mostrar carne e inflar el Instagram.
Alfred cree en los presos políticos desde la tierna juventud de alguien que se ha erigido en intelectual de su tiempo, algo así como hizo Ana Belén cuando pasó del Payaso Zampo al nieto del picador, allá en la mina astur.
Desde que volvió OT con el simpático presentador canoso y sureño, el programa coge a los jóvenes, les opera las caries, les da dos clases de la nueva urbanidad y los lobotomiza. Frente a Alfred, Greta es Marie Curie, pero en España es esto lo que cantan los poetas y así nos dice PRISA que hay que elevarlos a los parnasos.
Yo sé que a escribir se aprende publicando, y sé que esta primera piedra del edificio poético de Alfred se estudiará en las escuelas. Escuelas a las que una editorial hermana de la suya -de la de Alfred- les va publicando los libros de texto según los criterios de las naciones que dice Iceta.
De Alfred sabíamos que era bilingüe y hoy conocemos que es monosilábico: como los delfines.