Josep Bou pide un catalanismo de casta para ese PP que es un submarino de la noble Convergència y que organiza cenillas en los hoteles cutres del Maresme donde ya hasta hay confianza íntima en las copas: las habitaciones últimas que gritó Gil de Biedma.
Es ese PP de Cataluña que cabe en un taxi y que quiere ser feliz en la paz socialdemócrata de la insignificancia. Recemos...
La doctrina de Pepe Bou pasa por medirse el ADN catalán en los maitines, apuntar la longaniza (la del ADN) hasta el cielo y más allá. Y mear en los barros de esa republiqueta donde los soldados quisieran ser tan altos como la Luna...
Josep Bou, sí, simpático comercial, ha venido ahora a decirnos que la catástrofe del PP en Cataluña es culpa de Cayetana Álvarez de Toledo. Y lo dice alegando eso que los que hemos leído algo de Psicología -incluso estudiamos- llamamos el "duelo ignorante".
Bou quiere legitimidad en las habitaciones últimas de la sangre para que le lleven las carpetas en los despachos de la Xarxa y hasta formar parte del sistema indepe -como amable contrario- de lo que quiere el separatismo.
A Josep Bou se le conocen las artes de psicomago de la patronal en Polonia y quizá, también, en la magufada de eso de meter a cascoporro en las listas a gente de la sociedad civil. Esto le viene saliendo mal al PP después y antes de los golpistas.
El liberalismo ciudadano a la izquierda de Bou se dio cuenta de que la belleza, en fin, era una forma hermosa de combatir al orco independentista: Arrimadas, Roldán, incluso el flequillo de Valls nos dicen algo o mucho.
La cosa fue que Bou dijo que CAT era una "gran persona", pese a todo. "Pese a todo", sí, y despachando a una pensadora como una "gran persona" y demostrando esa displicencia del mercader que emplea a un foráneo y le valora las cachas en una mercería de Plaza Cataluña (la historia de Carolina y Nazario) para ratificarse en el cero mental.
Bou no ha leído a Juan Marsé y debería leerlo con provecho. Ya le darán mi número para llevármelo por El Carmelo. En él está esa fascinación por lo racial y lo identitario que no lo grita pero lo siente.
El PP que va más allá de 200 kilómetros de Génova 13 ha de hacerse mirar eso del compadreo con los foralismos, donde están feliz cual gorrino en una charca demagógica. Yo me sé que por el foralismo entra la bicha, y también sé lo que me digo. Por decir, digo que en Euskadi no está la cosa para otra poesía que no sea la social y que vemos que Borja Sémper tira a la musa lo que otros tiramos al presente...
Josep Bou, volvamos al meollo, lo que hace es clamar por la pepevergencia, que es un concepto que no existe y al que yo doy nombre como hizo mi Bob Dylan con los animales en un temazo. Es un producto del rajoynismo, que ante lo gris todo histrión es bueno para el convento.
Bou es Iceta con otro perfume y con la misma sumisión y con menos soldaditos por mera cuestión demoscópica. Ambos dos no nos valen para un 155 espiritual, no, pero sabemos que Bou enmienda a Colau por justificarse la perorata y para marear al ordenanzas.