Carlos Seco Serrano (Toledo, 1923), fallecido este domingo 12 de abril de coronavirus, era un historiador imprescindible para acercarse al siglo XIX español, y comprenderlo, que es lo verdaderamente difícil. Realizó su tesis sobre el reinado de Felipe III, pero pronto, quizá por la influencia de su verdadero maestro, Jesús Pabón, se dedicó a la Historia contemporánea para encontrar explicaciones a la España de su tiempo.
Como para todo historiador, sumergirse en los problemas y soluciones, fracasos y éxitos de la vida política de los siglos XIX y XX, era una forma de responder a las preguntas de su propio tiempo.
¿Por qué no había sido posible un régimen constitucional estable? ¿Cuáles eran los propósitos de liberales y carlistas, de moderados, progresistas y republicanos? ¿Por qué fueron incapaces de ponerse de acuerdo? ¿Y esa tendencia al militarismo, a los golpes de Estado, a eso tan hispano como es el pronunciamiento? ¿Cómo habían entrado en crisis los regímenes monárquicos y republicanos hasta su completo fracaso? ¿Fue sincero el regeneracionismo? ¿Qué pasaba a esos españoles que les costaba tanto asimilar costumbres públicas liberales y democráticas que permiten la convivencia?
No en vano, Seco Serrano vivió la dictadura de Primo de Rivera siendo niño, la segunda República como adolescente, la juventud en la dictadura de Franco, y la madurez en la Transición y la Democracia. Una vida en un país tan cambiante propició que se hiciera todo tipo de preguntas sobre España, y, como buen intelectual, que buscara respuestas.
Había nacido en Toledo en 1923. Acompañó a su padre, militar de carrera, en sus destinos en Tetuán, Villa Alhucemas y Melilla. Allí le encontró el golpe de julio de 1936. Su padre, fiel a la República, fue fusilado por los sublevados. Compaginó estudios y trabajo para seguir la carrera de Filosofía y Letras (sección Historia) en la Universidad Central de Madrid.
A su padre, militar de carrera, le sorprendió en África el golpe de julio de 1936. Fiel a la República, fue fusilado
Pronto se hizo discípulo de otro gran historiador, Ciriaco Pérez Bustamante, catedrático de Historia Universal de la Edad Moderna. Este profesor reunió a un grupo de estudiantes, entre los que estaban Emilio López-Oto, Claudio Miralles de Imperial, Juan Pérez de Tudela y Carlos Seco, para avanzar en los estudios de la España moderna. Ciriaco Pérez dirigió la prestigiosa Revista de Indias y dirigió el Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo del CSIC, donde Seco Serrano obtuvo su primera beca en 1947. Tres años después conseguía el doctorado con una tesis sobre las relaciones diplomáticas entre España y Venecia en la época de Felipe III.
En explicar la España contemporánea encontró su gran aportación al conocimiento histórico. Prologó las Memorias de Manuel de Godoy, imprescindible testimonio para conocer el paso al siglo XIX por parte de un hombre maldito en su tiempo, que solo en sus últimos días fue recuperado.
Abordó la otra España, la carlista, en un librito titulado Tríptico carlista: estudios sobre la historia del carlismo (1973), que supuso una bocanada de aire fresco en un tema anclado a prejuicios de un lado y a beatificaciones de otro. Compiló las obras de Mariano José de Larra, que contenían también los artículos que el gran costumbrista publicó en El Español.
Estudió la España de los espadones, el “régimen de los generales” del que habló su maestro Jesús Pabón, en la obra Militarismo y civilismo en la España contemporánea (1984), publicado tres años después del 23-F. Fue un libro clarificador. Seco señalaba el cambio en el papel del Ejército, de cómo pasó de ser un instrumento de los liberales para abrir brecha, a ser el que ponía límite a las crisis del gobierno representativo, ya fuera Pavía en la República de 1873 o Primo de Rivera en la Monarquía en 1923. Quizá abrió esa vía la publicación de Narváez y su época, recopilando los papeles que dejó Pabón en su estudio sobre aquel general en 1983.
La preocupación por la crisis de la monarquía le llevó al estudio de la época de Alfonso XIII, de su sistema de partidos, de la vida política, de las dificultades para encontrar una fórmula de convivencia. Y publicó no solo una biografía de este rey, sino un volumen sobre el Borbón y la crisis de la Restauración (1979).
Pensó sobre la incapacidad de España para centrarse. De ahí surge su gran libro sobre el conservadurismo español
En definitiva, su gran interés era pensar España y su incapacidad para centrarse. De ahí surge el que para mí es un libro imprescindible para entender la cuestión de la centralidad en este país. Me refiero a Historia del conservadurismo español: una línea política integradora en el siglo XIX (2000). En esa obra recoge cuatro figuras decisivas en la vida del Ochocientos, como fueron O’Donnell, Cánovas, Martínez de la Rosa y Narváez. Este último no era el ignorante salvaje que describió la izquierda, sino un político astuto, con señalados momentos en los que mostró su sentido de Estado. Los tres primeros, por otro lado, habían sostenido un liberalismo conservador, abierto, de transacción con el adversario, para instalar un sistema de convivencia y alternancia.
Seco no tuvo empacho alguno en estudiar a socialistas y anarquistas, y a él se le debe la monumental Colección de documentos para el estudio de los movimientos obreros en la España en la Época contemporánea, publicada en los últimos años de la dictadura de Franco.
Fue un gran historiador, que supo mirar a un lado y a otro. No por casualidad fueron discípulos suyos el socialista, federal y republicano Antonio Jutglar -que nos legó buenos estudios sobre Pi y Margall y Valentí Almirall-, y Javier Tusell, democristiano, gran estudioso de las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, y autor de un estudio pionero sobre las elecciones en España.
Seco fue decano de la Academia de la Historia, institución a la que cuidó, y donde puso los pilares para el gran Diccionario Biográfico online, sin parangón en el mundo, finalmente impulsado por Carmen Iglesias. Descanse en paz.
*** Jorge Vilches es profesor de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense.