Abascal
Santiago Abascal, alias pecho lobo, se ha convertido en uno de los reclamos más vistosos del Congreso de los Diputados, y no tanto por su discurso político, que de vistoso no tiene un pelo, como por su constante desfile de mascarillas. Esta semana ha lucido la más llamativa de su repertorio, una azul marino, casi negra, con cuatro banderas de España. La expectación era comparable a la que despierta la Virgen del Pilar cuando estrena manto.
Abascal ha incorporado a la mascarilla el lema de la Brigada de Almogávares VI de paracaidistas. Su grito de Guerra es “¡Desperta Ferro!”, que viene a significar ¡Aupa la espada!
Tamara
Tamara Falcó, más conocida en los medios artísticos como Tamara Preysler, mantiene su disparado ascenso al Olimpo. Participa en un programa de TV1, pero no cesa de recibir ofertas desde que ganó el programa MasterChef, consagrándose como la desolladora más rápida de España.
Hace unos días, Tamara fue entrevistada en El Hormiguero y como siempre, dio la campanada. Cuando Pablo Motos le preguntó cuál era su grado de pijerío (del 1 al 10) ella contestó, con habilidad respondona: ¡Yo seré pija, pero pelo conejos!
Tiene razón Tamara. Como desolladora es un portento, aunque yo me permito recordarle aquí que los conejos no se pelan. Lo que se pela son las gambas.
Villarejo
No se entiende que en un país donde los famosos tienen restringida su vida privada porque siempre hay alguien que los pilla en bragas y vende la foto a la prensa, no se entiende, digo, que personajes como Villarejo sobrevivan poniendo cara de carpeta. ¿Es que no existe ninguna foto del excomisario en una juerga flamenca, o haciendo la mili o vestido de lagarterana?
Tiene este personaje una jeta que se la pisa. Sus grabaciones con la ministra Delgado, con Corinna, con Garzón, o con quien se le ponga a tiro, son una muestra de su destreza para moverse por las cloacas del Estado. El excomisario lleva tres años en la cárcel, pero ni allí pierde ocasión de comunicarse con sus secuaces, incluidos los chicos de la prensa, con quienes de tiene un largo historial de relaciones sospechosas.
Margarita
Margarita se llama mi amor, Margarita Rodríguez Garcés, una chica, chica, chica pum, del calibre, 183, etc. Margarita es Margarita Robles, la ministra favorita de los españoles. El miembro (o la miembra, si se me permite) con la que empatizan todos, empezando por aquellos cuyas posiciones de partida son más raritas y doctrinarias.
Margarita no es nada cuartelera. Tampoco le gusta hacer méritos cuadrándose como una generala, y no chupa más cámara que la que le impone el cargo. Pasa revista con sencillez y decoro. Lo que más favorece a su perfil es la UME y lo que menos, el casco (parece la hormiga atómica). Que se sepa, no tiene novio, pero un cadete de la academia militar de Zaragoza le sentaría de miedo.