Pablo Casado
Dias atrás, el Congreso de los Diputados echó humo a costa de la moción de censura presentada por los diputados de Vox, que iban a comerse el mundo. En ningún momento hubo sospechas de fumata blanca, aunque la mañana del jueves algunos creyeron percibir la sombra del Papa Francisco apeándose de una nube para presentar dos buenas nuevas: 1) el documental Francesco, galardonado con el premio Kineo en el Festival de Cine de Roma, celebrado esta semana. Y 2) la noticia más impactante de todas cuantas llegan del Vaticano: el apoyo de la Iglesia a las uniones civiles de homosexuales.
Con el tema LGTBI encarrilado, ahora solo falta que el Papa tenga presentes en sus oraciones a los políticos, que no se quieren nada.
Volviendo al Congreso, la lista de imponderables la encabezó Pablo Casado, seguramente porque de todos ellos era el que traía la lección bien aprendida. A lo mejor es que Cuca Gamarra se la tomaba todas las tardes después del café
Casado no dejó ni una frase al albur, y si algunos se mosquearon con su contundente verbo, allá ellos, pues que se sepa, Teo no le estaba pasando las ideas por el pinganillo.
Tampoco Ana Pastor le pasó chuletas evocando el sosiego y la templanza del centro derecha. No hizo falta. Pablo se lo había repetido mil veces a sí mismo antes de que Abascal cabalgara hacia la tribuna haciendo el papel de Campeador.
Pablo Casado entró inseguro y salió desbordante, hecho un pimpollo. El triunfo le acompañó como pocas veces ha acompañado a otros líderes allí presentes. A Pablo se le hizo la luz sin caerse del caballo. Fue la envidia de todos, incluidos los podemitas, que contemplaron su éxito con la rabia entre los dientes.
Pronunció el discurso de corrido y sin papeles. Tal brillantez dejó a todos boquiabiertos. El alumno ha progresado adecuadamente. Y va a más.
Xoan Viqueira
Como todos los otoños, Madrid Gallery llena la ciudad de Meninas. La idea nació hace unos años, y su objetivo era convertir la figura de la menina en arte urbano. Y así ha sido. Desde entonces, las meninas van cada año a más (excepto éste, que van a menos por culpa de la Covid). Madrid une así dos señas de identidad en una: la de Velázquez, el creador de Las Meninas (llamadas así a las damas de compañía de la Infanta Margarita María de Austria), y la de los artistas que las versionan actualmente.
Este año se cuentan, entre otros, Antonio Azzato, Xoan Viqueira, Devota y Lomba, Asier Etxeandía, etc. La primera menina que me llamó la atención fue, en 2018, la de Lorenzo Caprile, que parecía una infanta vista por rayos X, dando prioridad a su mundo interior, que no es el mundo de los sentimientos, sino el de los calzones y los corsés.
Este año me sorprendo con Xoan Viqueira, un ilustrador valenciano que aprendió el arte de la serigrafía de su padre y de Andy Warhol, ambos serigrafiadores. Viqueira lleva su obra a la plaza de Pedro Zerolo. Se trata de una menina que lleva por título “soy como soy” , una proclama que lanzó al mundo Chabela Vargas y que cada día cobra más contundencia.
“Soy como soy” es un homenaje a los transexuales y está llena de hombres barbudos (el mundo de Viqueira está sembrado de barbudos). La menina barbuda (o el menino barbudo, a elegir) se da un aire a Blancanieves, una rubia modelo Disney a la que le salen los enanitos por debajo de las faldas.
Reina Letizia
Parece mentira. La gente no sabe vivir sin Letizia. Yo tampoco, que conste. En general, las Monarquías no saben vivir sin monarcas, sin palacios, sin príncipes azules y sin sueños reales. Me lleva a esta conclusión Nuria Tiburcio, especialista en vestimentas reales. Ella lo sabe todo. Donde no llega Peñafiel, llega Tiburcio. En cuanto a la Reina, ahora apenas sale de palacio, por eso la extrañamos.
A falta de un modelito nuevo que echarse a la crónica, Tiburcio ha elegido un desfile que en su día quedó pendiente de resolución. Se trata del desfile de atuendos regios protagonizado por las Royals europeas con ocasión de la entronización de Naruhito y Masako, los emperadores de Japón. Las revistas de moda, a la vista del despliegue de ropajes exhibido en el suntuoso evento, decidieron lanzar al mundo la lista de las royals mas elegantes de la ceremonia. Letizia de España quedó apeada del ranking, pese a que alguna colega europea (concretamente, Victoria de Suecia) celebró la aparición de nuestra soberana con un entusiasmo que no dejó a nadie indiferente.
"¡Guaaauuuu!", exclamó Victoria al ver el florido atuendo de Letizia.
La ganadora fue la reina Mary, de Dinamarca, que lucía un vestido gris a juego con una capa de lentejuelas estrictamente encajada en los hombros. A estas alturas, la pobre Mary todavía debe de estar rascándose los picores.
Y ahora, la pregunta del millón: ¿Por qué se ha desprendido nuestra Reina de su otrora imprescindible Felipe Varela?
Nacho Palau
Durante veintiséis años, Nacho Palau ha sido la pareja oculta de Miguel Bosé, novio anónimo o incluso, mano de obra doméstica. Miguel Bosé prescindió de Palau en 2018, cuando ambos vivían en Panamá. La separación confirió visibilidad a Palau, que hasta entonces siempre había caminado un metro por detrás de Bosé, como si fuera su sirviente.
La separación se produjo por razones desconocidas pero imaginables. Se les gastó el humor de tanto usarlo. El momento fue muy duro. Diez años antes, la pareja había diseñado un proyecto de familia, (como diría Pablo Iglesias) a través de gestación subrogada. Dos vientres de alquiler que trajeron al mundo 4 criaturas (2+2). Dos hijos biológicos de Miguel Bosé y dos hijos biologicos de Nacho Palau, con siete meses de diferencia.
La familia se estableció en Panamá y los cuatro niños fueron criados como hermanos. Diego y Tadeo eran los dos hijos biológicos de Bosé, y Telmo e Ivo, los de Palau. Así lo establecieron ellos desde un principio y así lo comunicaron a sus amigos y parientes: cada uno era padre por partida cuádruple, aunque el desamor es una fuente de enredos y no sería de extrañar que Bosé hubiera dispuesto lo contrario. Quien paga, manda.
Abandonaron Panamá. Palau regresó solo a España y Bosé se trasladó a vivir a México con los cuatro niños. Actualmente, Palau vive en Valencia con sus dos niños y Bosé, en México con los otros dos. Este año, Palau interpuso una demanda en los juzgados de Pozuelo solicitando las declaraciones de filiación de los cuatro hijos (solicitud que no le hizo ninguna gracia a Bosé). El cantante no quiere contar con Nacho en nada que tenga que ver con sus hijos biológicos (los de Bosé). Él prefiere repartir. Le delata su ramalazo salomónico.