Casado: "La insolvencia puede llegar a España cuando el BCE compre menos deuda soberana"
"Desde la moción de censura de Murcia Sánchez está más débil y el PP más fuerte" / "El PP se va a americanizar, será más popular y menos partido" / "El multipartidismo es la peor noticia de la política en los últimos 10 años".
4 abril, 2021 02:11Noticias relacionadas
Pablo Casado (Palencia, 1981) recibe a EL ESPAÑOL horas después de presentar la candidatura de Isabel Díaz Ayuso para el 4 de mayo. En su despacho de la séptima planta de Génova todo sigue en su sitio, perfectamente colocado. No hay mudanza a la vista.
Esta es la primera entrevista que ofrece tras la debacle en Cataluña, donde Vox le duplicó en número de votos. También es la primera después de que se hayan convocado elecciones en la Comunidad de Madrid, que el líder de la oposición mira con gran optimismo.
"La moción de Murcia le salió muy mal a Ciudadanos, pero sobre todo le ha salido muy mal a Sánchez, que es quien la dirigió", sentencia.
El presidente del Partido Popular endurece el gesto cuando habla de Inés Arrimadas, a quien ofreció pactar un proyecto "unificado bajo una sola sigla y su respuesta fue pactar con Sánchez".
Las elecciones en Madrid serán, a su juicio, la prueba que demostrará que el PP es capaz "de aglutinar el voto de centroderecha sin renunciar a sus principios".
En un momento de la entrevista, Pablo Casado se dirige hacia la placa que le regaló una afiliada con una frase que él pronunció en su discurso de la victoria de las primarias de 2018: "Los tiempos mejores no se esperan, se conquistan".
Contagiado por el torrente de optimismo que han generado en el PP las elecciones de Madrid, él ya tiene hecha su propia predicción: "La infalibilidad de Pedro Sánchez se ha desvanecido. Cuando convoque elecciones generales, vamos a ganar".
¿Cuándo fue la última vez que habló con el presidente del Gobierno?
El 23 de febrero, en el Congreso de los Diputados, en una comida que tuvimos con su Majestad el Rey, Felipe VI; los dos ponentes vivos de la Constitución, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón; la presidenta del Congreso, Meritxell Batet; la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, él y yo.
¿Apuesta a que Pedro Sánchez agotará la legislatura o el Gobierno de coalición no llegará a 2023?
Es difícil interpretar los pensamientos de Pedro Sánchez, porque engaña y nunca cumple sus compromisos. Pero el PP ya está listo, el partido está fuerte: no nos va a sorpasar nadie. Somos la única alternativa al sanchismo y somos lo que siempre hemos sido: un proyecto liberal, conservador, demócrata-cristiano y, sobre todo, europeo y constitucionalista. Somos necesarios para el futuro de España.
¿Cómo valora la salida de Pablo Iglesias del Ejecutivo?
Es la crónica de una muerte anunciada pero, al mismo tiempo, un trampantojo. Pablo Iglesias sigue mandando por persona interpuesta, sigue teniendo cinco ministros muy radicales y sigue liderando el partido que conforma el Gobierno de coalición más radical de toda la UE.
¿Cuánto porcentaje de voto cree que obtendrá el candidato de Unidas Podemos el 4-M?
Creo que poco. Ha hecho una operación de salvar al soldado Podemos: su futuro quedaba muy comprometido si se quedaba sin representación en la Asamblea de Madrid. Mi única duda es cuánto va a tardar Pablo Iglesias en volver a abandonar Vallecas. Ya lo hizo y ahora utiliza a los madrileños de rehenes para poder decirle a Sánchez: ‘Sigo siendo relevante y me sigues necesitando para gobernar’.
¿Cree que la deriva de la situación política en Cataluña puede afectar a los planes de Sánchez?
La política en Cataluña está pasada de vueltas. Creo que apurarán los plazos, pero que habrá Gobierno independentista. No es ninguna novedad, porque desde el pacto de Pedralbes toda la gobernabilidad de España depende de esos partidos.
La operación Salvador Illa ha sido un fracaso: se colocó a un ministro de Sanidad para intentar blanquear esos apoyos inconfesables de los que Sánchez renegó durante la campaña electoral. Al final, la cabra tira al monte y el votante de ERC no ha visto ninguna diferencia entre aglutinar el voto en ERC o en el PSC.
Para el Partido Popular la gestión de la pandemia ha sido un activo electoral. Sánchez hinchó con la pandemia una figura para intentar apuntalar su poder en la Moncloa a través de las elecciones en Cataluña. Eso es lo que va de la ética de la política a un pragmatismo amoral, que es lo que tenemos hoy en el Gobierno de España.
Hay un vaciamiento del sistema democrático: al amparo de un decreto la Policía puede entrar ya en un domicilio
Un juez anuló este miércoles el cese del coronel Pérez de los Cobos, destituido por el ministro del Interior por "pérdida de confianza". ¿Ha de dimitir el ministro?
Fernando Grande-Marlaska solo tiene una salida: dimitir por la misma puerta que echó al coronel Pérez de los Cobos. Si no se va, Sánchez lo debe cesar.
Ya son muchos escándalos. Esto, unido a los acercamientos de los presos etarras, es inadmisible. Esta semana se ha acercado a Txapote, un criminal sanguinario, el asesino de nuestros compañeros Miguel Ángel Blanco y Goyo Ordóñez. No tiene explicación que el Gobierno de Sánchez acerque todos los viernes a seis presos de la banda terrorista ETA.
¿Qué es lo que más le preocupa de la gestión de los fondos europeos?
Me preocupa todo. Y no entiendo por qué el Gobierno ha rechazado nuestra mano tendida. Desde septiembre de 2020 le ofrecí una agencia independiente para gestionar los fondos y un plan nacional de reformas, que será en lo que se base la credibilidad de España para recibir ayudas, incluso de los mercados.
El problema va más allá de lo cuantitativo y no es solo que los 140.000 millones que recibiremos en seis años no cubra el boquete de 137.000 millones de caída del PIB solo en este año. En el momento en el que haya elecciones alemanas y el Bundestag, por ejemplo, pida al BCE que compre menos deuda soberana de las naciones, corremos el riesgo de que la prima de riesgo se dispare. En este apartado, la financiación de los mercados, es donde la insolvencia puede llegar a España.
A mí me preocupa que el Gobierno está fiando todo a la vacunación y a los fondos europeos. Hay una preocupación máxima, y la viabilidad de la legislatura está pendiente de eso.
¿Qué sabe de ese plan que está diseñando el Gobierno?
Yo desconozco el plan de recuperación y resiliencia que la vicepresidenta está negociando desde hace meses en Bruselas. ¿Cómo puede ser que la prensa de Europa tenga más información de un plan que va a condicionar nuestro futuro, el de nuestros hijos y nietos, que los representantes del pueblo español en las Cortes? No tiene ningún sentido.
Mi apoyo tiene una fecha de caducidad.
¿Hasta cuándo tendrá la mano tendida?
El problema es hasta cuándo España tiene una posibilidad de salir adelante. Si Sánchez quiere que mutualicemos el coste de salir de la crisis, tendrá que hacerse con el reformismo y la responsabilidad que propone el PP: bajar impuestos, implantar la mochila austriaca, un plan de agua en España, otro de vivienda para la emancipación y acabar con el invierno demográfico en este país. Son cuestiones estructurales. El uso de los fondos va a ser malo. ¿Hasta dónde llega el control de Bruselas?
¿La oposición tiene alguna manera de controlar el destino final de estos fondos?
Con una agencia independiente, como le pedimos, pero el Gobierno propone que se rinda cuentas en la Comisión Mixta para la Unión Europea cada seis meses. ¡Es imposible de controlar! No hay control parlamentario y, además, han quitado los controles administrativos para la concesión de fondos con el decretazo que apoyó Vox.
¿Qué es lo que más le preocupa de la gestión sanitaria del Gobierno Sánchez?
Hay tres indicadores muy preocupantes. Uno, el número de contagios y muertes. Dos, la afectación socioeconómica. Tres, la transparencia de calidad de nuestro sistema político. Estos temas han estado terriblemente mal gestionados.
El estado de alarma ha introducido una forma de gobernar por decreto porque se rechazó una ley de pandemias que hubiera evitado lo que vemos ahora: la entrada de policías en domicilios particulares.
Y vuelvo a las normas no escritas, a lo que decía nuestro admirado Winston Churchill: Una democracia es el sistema político donde te tocan a la puerta a las 5 de la mañana y es el lechero. En la España de Sánchez, si te tocan a la puerta a esa hora puede ser la Policía, que cumple instrucciones de sus mandos políticos.
Lo que está pasando es el vaciamiento de un sistema democrático que llega a lo más sagrado: la inviolabilidad del domicilio por cuestiones de un aforo que figura en una orden administrativa sin ni siquiera el amparo de una ley orgánica.
Winston Churchill decía que una democracia es el sistema político donde si te tocan a la puerta a las 5 de la mañana es el lechero. En la España de Sánchez puede ser la Policía
¿Cree que se debe entrar en un domicilio cuando se está celebrando una fiesta ilegal, en plena pandemia y con toque de queda a las once de la noche?
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pueden entrar en un domicilio con la constatación de que se está cometiendo un flagrante delito. ¿Es delito que haya más personas en un domicilio que lo estipulado por una orden dictada por el Gobierno? No.
Ese es el problema, y la Policía hace lo que le mandan. Yo no voy a meterme con esos agentes que hacen su trabajo. El problema es que no hay marco legal, y el marco administrativo, una orden administrativa convalidada por las Cortes, es un marasmo que cae en la arbitrariedad.
Yo creo que tenemos que vivir en una sociedad donde las leyes sean pocas, claras, y haya unas sanciones muy tasadas donde todo el mundo tenga la intención de no incumplirlas. Pero no puede ser, como decía Napoleón, que estemos en un país que no sepamos por qué ley nos van a colgar.
Yo solo pido que no se atente contra la Constitución, que consagra en su artículo 18 este derecho, y que haya normas claras. Y vuelvo a tender la mano para que hagamos en 15 días una ley de pandemias con el marco de una ley orgánica adaptado para esta circunstancia.
¿Da por rota definitivamente la negociación sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial?
Mi única condición desde 2018 ha sido reforzar la independencia del Poder Judicial. Todo lo demás es accesorio a esta condición: que no esté Podemos, que no haya políticos y que no entren jueces por el turno de juristas.
En el programa con el que me presenté a las primarias del PP propuse volver al sistema constituyente por el cual doce de los veinte vocales del Poder Judicial sean elegidos por los jueces. Ahora, además, me avala el Consejo de Europa, cuyas resoluciones no dejan lugar a dudas.
En la primera entrevista que mantuvimos, le dije esto mismo a Sánchez, no lo vio mal y empezamos a negociar. Sin embargo, la ministra de Justicia hizo público el nombre de la mayoría de los profesionales de la Justicia que querían para liderar este Consejo General del Poder Judicial y esa negociación, por culpa de Dolores Delgado, no tuvo lugar.
La retomamos en el verano de 2020 con el mismo argumento: la independencia judicial. Y en ese momento, como usted sabe, Podemos arremetió contra el Poder Judicial y contra el Jefe del Estado y descubrimos que pretendían politizar el Consejo. También nos levantamos.
La última vez pasó lo mismo. Cuando teníamos preparado un texto donde se reforzaba la independencia judicial y se aprobaba por mayoría de tres quintos, no entraban políticos al Consejo y renunciábamos por primera vez en la historia a que los representantes de la soberanía nacional habláramos de quién sería el candidato que los vocales electos tendrían que elegir, en ese momento, el Gobierno dijo que tenía que entrar una política en ejercicio y un juez por el turno de juristas sin haber sido avalado por sus compañeros. Nos tuvimos que volver a levantar.
Pero si mañana me dicen que se va a reforzar la independencia judicial, que se va a despolitizar la Justicia y que se prohibirá que un fiscal general del Estado sea político en ejercicio, yo no tengo ningún problema en renovarlo porque es mi responsabilidad. Pero no puedo hacerlo.
Está complicado, ¿no?
Depende de Sánchez.
Hay muchos padres preocupados por cómo va a afectar la Ley Celaá a sus hijos, a la libertad de elección de centro, el futuro de los centros concertados y de la educación especial. ¿Qué les diría?
Que es lógico que estemos preocupados, porque es un ataque a la libertad, un atentado a la calidad educativa y la degradación de la unidad del sistema educativo a nivel nacional.
La ley Celaá impide la libertad de elección de colegio público, la libertad de la enseñanza concertada y también la posibilidad de que existan escuelas de educación especial para niños con discapacidad.
También hay un problema de calidad educativa, ya que permite pasar de curso con suspensos incluso en asignaturas troncales, no permite evaluaciones públicas de conocimientos en una EvAU nacional e impide un MIR educativo a escala nacional. La ley Celaá ataca a la vertebración del sistema porque ataca el español como lengua vehicular y no permite la inspección frente al adoctrinamiento.
Yo pido cosas tan sensatas como que el español sea lengua vehicular en España porque es una lengua que hablamos 600 millones de ciudadanos en el mundo. Y lo que pido es que los padres tengamos derecho a elegir la educación que nos dé la gana.
Este mes estamos viendo el principio del fin de Sánchez
Vox está haciendo 'casus belli' del asunto del pin parental. ¿Qué posición tiene usted en este asunto?
En las autonomías donde gobierna el PP, la libertad de elección hace innecesario el pin parental. Si tu colegio no te gusta te puedes ir a otro pero, sobre todo, puedes elegir el modelo educativo que quieres para tu hijo.
Ese debate no se está dando. El problema está en las autonomías que utilizan la educación para el adoctrinamiento y la lengua como factor segregador. Pasa en Cataluña, en la Comunidad Valenciana y Baleares. Se ha visto en el País Vasco y se está viendo en Navarra.
Hace unos días vimos declarar por videoconferencia en la Audiencia Nacional a José María Aznar y Mariano Rajoy, que niegan la caja B del PP. ¿Cuánto de culpa tiene Luis Bárcenas en que el PP esté en 89 diputados?
Hemos pagado ya demasiado por estas cuestiones del pasado y dije que no volvía a hablar de Luis Bárcenas. Es evidente que cuando llego a este partido y somos la tercera fuerza en los trackings internos es porque ha habido un desgaste claro. Mi apuesta por la regeneración ya la conocen todos los españoles y creo que ya ha llegado el momento de que dejemos de hablar del pasado y empecemos a hablar del futuro.
Su partido ha pasado en un mes y medio de obtener en Cataluña el peor resultado de su historia a tener encuestas que le sitúan al borde de la mayoría absoluta en Madrid. ¿Qué falló en Cataluña para que Vox duplicara en número de votos al PP?
El Parlamento de Cataluña era el último que llevaba sin renovarse desde 2017 y los nuevos partidos ya habían irrumpido en otros parlamentos.
En la campaña catalana del 14 de febrero explicamos que había cosas que se tenían que haber hecho mejor. El 1-O tenía que haberse evitado. No se tuvo que haber permitido votar ese día, porque era un referéndum ilegal. Y teníamos que haber puesto los medios para que no se celebrara.
Llevo diciéndolo mucho tiempo: si nosotros estamos en el Gobierno de España, no vamos a permitirlo. En el momento en el que el PP vuelva a la Moncloa tenemos muy claro que al independentismo hay que frenarlo por cauces políticos, no solo judiciales. Hay que hacer política dejando muy claro que lo más democrático es no permitir que se incumpla la ley y que se desborde la Constitución, y eso hay que decirlo sin complejos.
Hay que imponer la neutralidad en los medios de comunicación públicos y que en la educación no haya adoctrinamiento. Son cuestiones lógicas que en Cataluña no se cumplen. Y eso es compatible con ocuparse de los problemas reales de los catalanes.
Pero creo que esa enseñanza en Cataluña ya la tenemos y estoy convencido de que a partir de ahora recuperaremos un espacio electoral que está huérfano: el centroderecha no independentista que se siente orgulloso de ser catalán pero dentro de España y de Europa.
Usted designó a Isabel Díaz Ayuso candidata en 2019 cuando era una completa desconocida para la opinión pública. ¿Por qué cree que se ha convertido en dos años en una auténtica líder de la oposición a Pedro Sánchez?
Quizá porque no tiene mucha oposición en Madrid. La confrontación se ha visto más con el Gobierno de Sánchez que con la oposición de Gabilondo.
Pero yo le daría la vuelta a su pregunta. ¿Por qué el Gobierno de Pedro Sánchez ha confrontado con el Gobierno autonómico de la Comunidad de Madrid? Para ellos es una obsesión. Quieren conseguir Madrid porque llevan sin gobernar desde 1991 en el Ayuntamiento y desde 1995 en la Comunidad.
En la presentación de la lista del PP para el 4-M este miércoles, dije que no es verdad ese cliché de que Ayuso confronte con Sánchez. Ella se defiende de los ataques del Gobierno. Isabel estaba muy tranquila hasta que Sánchez le recetó un estado de alarma a la carta, completamente distinto a lo que hizo en las elecciones catalanas. También ha intentado demonizar el hospital Zendal.
Me alegra que los madrileños la hayan conocido. Yo la conozco desde hace veinte años y aposté por ella cuando era una periodista en un incipiente medio digital y yo estaba en la Comunidad de Madrid. Después ella me apoyó para liderar las Nuevas Generaciones de Madrid y, después de muchos años, me apoyó en las primarias a nivel nacional. Más tarde, yo confié en ella como candidata y ahora la apoyo en su campaña. Estoy convencido de que ella me va a apoyar para llegar muy pronto a la Presidencia del Gobierno.
El 4 de mayo va a ser la antesala para ver que el PP sí puede aglutinar todo el voto del centroderecha
¿Qué pasará el 4-M?
El 4 de mayo lo que puede pasar es lo que pasó en 1995 y 2009. La victoria de Gallardón en la Comunidad de Madrid en 1995 fue la antesala de la victoria de José María Aznar en 1996. La victoria de Alberto Núñez Feijóo en 2009 fue la antesala del triunfo de Mariano Rajoy en el 2011.
El 4 de mayo va a ser la antesala para ver que el PP sí puede aglutinar todo el voto del centroderecha y sin renunciar a los principios. Con este proyecto te puedes sentir identificado si eres liberal, porque bajamos impuestos; si eres humanista-cristiano, porque apoyamos las políticas de familia; si eres conservador, porque apoyamos la unidad nacional. Y si eres socialdemócrata, si estás arrepentido o avergonzado de lo que hace Pedro Sánchez, porque creando empleo es como creamos progreso y podemos financiar una buena sanidad pública o las pensiones.
El PP es la casa común del centroderecha, pero se está convirtiendo en el proyecto de los que no quieren que Sánchez siga gobernando en España. Y me temo que somos muchos.
Las últimas encuestas dicen que estamos empatados, por algo será. Que el PP en dos años pase del 16% al 24% de voto, según la media de las encuestas, exceptuando al CIS, significa que hemos crecido ocho puntos, un 50% de nuestro resultado electoral de hace dos años. Quiere decir que a lo mejor estaremos haciendo algo bien.
¿Los gobiernos se resienten en una pandemia?
En las pandemias los gobiernos no necesariamente se debilitan. En el mundo, los gobiernos aglutinan un apoyo social, como pasa en las guerras o en las catástrofes naturales. Pero Sánchez está igual, descontando lo que ha ganado de Podemos.
En cuanto veamos los estragos sociales y económicos que han creado, el PP va a ser mucho más útil en su alternativa urgente para España y vamos a tener mayoría suficiente para ganar las próximas elecciones.
¿Qué ocurriría si Santiago Abascal condicionara la presidencia de Ayuso en Madrid a que Vox entrase en el Gobierno?
Ayuso quiere gobernar con las manos libres porque son las manos libres de los madrileños. Todos han visto a qué conduce el multipartidismo. Es la peor noticia que ha tenido la política en los últimos diez años. Ha sido un desastre para la gobernabilidad, para la estabilidad y para la prosperidad: a España no ha traído nada.
Que alguien me diga si, desde que nacieron Ciudadanos y Vox, en España mandan más o menos los independentistas o si hay más o menos empleo, o si hay más o menos defensa de las libertades. La respuesta está clara.
¿El PP defiende los principios de aquellos que pueden ver con simpatía a Vox? ¿Defendemos la familia? ¿La unidad nacional? ¿La inmigración legal, ordenada y vinculada a un contrato de trabajo? Sí. Y también Europa, el Estado autonómico y una sociedad plural, diversa, tolerante, sin colectivismo. Porque el colectivismo es muy malo, pero a la izquierda y a la derecha. Y el intervencionismo y la antiglobalización.
Para un partido reformista y liberal, nuestro proyecto tiene que dar cabida a mucha gente. Porque seríamos muy pocos si solo fuéramos el partido de Pablo Casado, si solo fuéramos el partido de Isabel Díaz Ayuso, si solo fuéramos el partido de Alberto Núñez Feijóo. Tenemos que ser el partido de mucha más gente, no solo de los que viven en Galicia o en Madrid. Tenemos que ser un proyecto global, con puerta ancha, donde defendamos lo más importante pero sin renunciar a lo más urgente.
No me ha contestado. Si Ayuso no llega a la mayoría absoluta y su gobierno depende de una coalición con Vox, ¿habrá gobierno de coalición sí o no?
Estoy convencido de que vamos a tener una mayoría suficiente para gobernar.
Me sigue sin contestar. ¿Hay espacio en España para tres grandes partidos en el centro y la derecha?
Si se quiere ganar a Sánchez, no. Y vuelvo a la legitimidad de la hemeroteca. Yo en 2019 lo intenté. El hombre es el animal que tropieza en la misma piedra dos veces, pero no tres, porque si no, deja de ser hombre y pasa a ser otra especie.
En abril propuse España Suma, que solo se consolidó en Navarra. En noviembre fui más allá y planteé incluso que los partidos decidiéramos en qué circunscripciones no concurriríamos. Y eso pasaba por que el PP no concurriera en las cinco provincias que habíamos quedado fuera en abril, aunque luego lo recuperamos. Fue una oferta generosa. Y no gobernamos, a pesar de que los tres partidos teníamos más votos que Sánchez.
Ese eje de 2019 ahora mismo para mí ya no es válido. Por eso, en la moción de censura contra Sánchez, lo más importante que dije es lo que quiere ser el PP: un partido que no forme parte de un bloque. Dije exactamente: "Un país partido por la mitad no es un país entero, es un país hecho pedazos". No quiero sumar 176 escaños haciendo números con tres colores. Yo opto a una mayoría suficiente.
Pongo otro ejemplo. En 2015, el PP ganó las elecciones con el 28% de los votos y 120 escaños. Tuvo la llave, y Mariano Rajoy decidió si iba o no a la investidura, si planteaba una gran coalición o no.
A eso aspiramos ahora. Si queremos ser la plaza mayor de España de los moderados, de los reformistas, de los europeístas, de los conservadores, si estamos de acuerdo en que la España que me voy a encontrar no solo estará arruinada, sino deshilachada, tengo que contar con todos los que pueda.
Con la España de Nicolás Redondo Terreros, con Alejo Vidal-Quadras y Juan Carlos Girauta, con esos tres perfiles me podría entender. De hecho, mi partido se ha entendido con ellos. Algunos han militado en el PP y otros incluso hicimos campaña juntos en el País Vasco.
Quiero rodearme de las mentes más brillantes, independientemente de a quién voten, aunque vengan a criticarnos
Este miércoles vimos cómo le daba la bienvenida a Toni Cantó, que se incorpora a la lista de Isabel Díaz Ayuso. Pero dígame un nombre de Vox que le gustaría fichar.
Tengo buena relación con dos de sus fundadores: José Luis González Quirós y Alejo Vidal-Quadras. Pero por ser coherente con la anterior pregunta: el PP tiene que ser la casa común del centroderecha. Lo que hemos visto con Toni Cantó: este es un partido que está abierto sin preguntar de dónde vienes, sino teniendo claro hacia dónde vamos juntos.
En el PP solo los que tenemos menos de 40 años no hemos militado en varios partidos. El PP es la suma de tres partidos en la última refundación. Y yo ahora estoy apelando a unos principios comunes donde nos podemos entender. ¿La mayoría de españoles está en contra de la ocupación ilegal de vivienda? Eso es defender la propiedad privada. ¿La mayoría de españoles está a favor de la libre elección de centro educativo? Eso es defender la libertad individual. ¿La mayoría de españoles está a favor de defender la independencia de los jueces? Eso es defender el Estado de derecho.
A veces los principios son abstractos. Por eso la batalla cultural y la batalla de las ideas hay que darlas, pero también atajar los problemas reales de la gente y no asumir la falsa superioridad moral de la izquierda: ni la digitalización es campo de la izquierda ni la despoblación ni la igualdad real de género.
La gente nos tiene que percibir útiles, pero en base a unos principios. Más allá de siglas o de personas, lo que hay que hacer es abrirnos de cara a la sociedad y de eso va a ir la convención en otoño.
¿Cómo será?
Quiero que las mesas de debate las protagonicen think tanks, asociaciones y fundaciones. El PP se va a americanizar, se va a trasladar a un concepto anglosajón de política donde la estructura del partido acompaña a la sociedad civil para debatir cómo podemos mejorar España, qué modelo de fiscalidad queremos, cómo podemos implantar la mochila austriaca, además de cómo afrontar la política de vivienda y el invierno demográfico.
Tengo claro lo que quiero hacer, pero no lo quiero hacer solo. Me quiero rodear de las mentes más brillantes, independientemente de a quién voten, aunque vengan a criticarnos. Quiero mandar un mensaje a la sociedad española, y es que el PP es más popular y menos partido, es un conjunto de pensadores pero también de servidores públicos que buscan soluciones para los problemas y no lo hacen de forma populista, con atajos y mentiras, sino con propuestas reformistas.
Estamos en la renovación previa a esa convención. A los presidentes autonómicos no les gusta la manera en que la dirección nacional está renovando las estructuras provinciales. Acusan a su equipo de fomentar la división. El último episodio lo hemos visto en Sevilla, donde Juanma Moreno dejó la silla vacía para que quedara constancia de su desacuerdo. ¿Va a imponer Génova los nombres en otras provincias?
No es un tema del que yo me ocupe personalmente. Pero hoy se han hecho 25 congresos provinciales y en 24 ha habido lista única. Eso no se ha visto ni con las grandes mayorías absolutas, solo hay que ver la hemeroteca. Se está haciendo un esfuerzo de unidad y puedo decir que mi relación con los presidentes autonómicos es muy buena. A todos he tenido el honor de proponerles como candidatos y todos me han apoyado durante mi presidencia.
Yo hice campaña en Andalucía. La gente me decía: no te expongas, que no sabemos cómo va a salir. Yo sabía que Juanma merecía la pena, y así ha sido. Los andaluces quieren a Juanma Moreno y yo me enorgullezco de ello, porque me arrimé al toro. Es de estas veces que asumes un riesgo.
La formación de Gobierno en Andalucía supuso muchas cosas después, en los meses siguientes, que fue en contra de mis intereses. Pero era vital gobernar Andalucía por primera vez en la historia.
Dice que no se encarga usted de estos cambios, lo hace su secretario general. ¿No le llega a usted esa tensión que existe entre los presidentes autonómicos y Teodoro García Egea?
Los secretarios generales tienen esa labor sufrida como la tuvieron Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes o María Dolores de Cospedal, que es ocuparse de lo interno para que los presidentes estemos más centrados en el Parlamento, en los debates sectoriales o en construcciones ideológicas y programáticas.
El secretario general está haciendo una labor extraordinaria y le avala el grado de consenso que está habiendo en la renovación territorial. También he de resaltar la capacidad que tuvo él y la vicesecretaria de Organización para pactar gobiernos. Gracias a eso, el PP tiene ahora este peso territorial fundamental para erigirse como alternativa.
En 1991 nos pasó: hasta que no se conquistó Madrid y Valencia por primera vez no se veía a Aznar como alternativa. Fue cuando tuvimos ese poder territorial cuando se creó Faes. Digamos que en esa etapa estoy yo, con esa convención.
Somos necesarios y vamos a llegar al Gobierno muy pronto.
Su partido acaba de fichar a una quincena de cargos de Ciudadanos. ¿Va a continuar esta operación?
Tenemos que tener claro dónde está nuestra raíz: en un partido con 40 años de historia, pero estamos en un momento en el que hay que abrir más el brazo del compás para ganar a Sánchez. Si hay militantes o cargos de otros partidos que comparten nuestros principios y quieren venir, eso fortalece el proyecto. Y lo que puedo decir es que he hecho todo lo posible para llegar a acuerdos con los partidos de mi espectro ideológico durante dos años. He ofrecido casi todo a sus líderes para llegar a cierta convergencia en el centroderecha y no ha sido posible. Y eso me da la legitimidad de pedir que ahora la reunificación se haga por la base.
Y lo digo con pleno respeto a todos los partidos, casi diría con cierto pesar: durante 2019 y 2020 no he sido capaz de convencer a sus líderes para llegar a un proyecto unificado bajo una sola sigla. Al final lo que tendremos serán nuestras siglas ensanchadas, y es lo único que nos permitirá ganar a Sánchez cuanto antes.
Muchos han visto en el fichaje de Fran Hervías, ex secretario de Organización de Ciudadanos, el intento por hacerse con la estructura interna de Ciudadanos. ¿Cree que podrá conquistar por las bravas el espacio que representa hoy Ciudadanos?
Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía. Si se han ofrecido todas las facilidades para llegar a un proyecto conjunto y la respuesta ha sido pactar con Sánchez, entiendo que haya personas que se sientan más identificadas con el PP.
Tengo una estrategia muy clara para España y diría que los españoles no entenderían que estuviéramos ahora en una estrategia de lucha entre partidos. Necesitamos ensanchar esa base electoral. Los electores no son de nadie, ni siquiera los cargos públicos, cuando deciden adscribirse a un proyecto que defienda mejor sus ideas.
El PP ha contratado al bufete de Albert Rivera para recurrir ante el Tribunal Constitucional tanto la ley catalana de alquileres como la Ley Celaá. ¿Qué relación mantiene con Albert Rivera?
Tengo una buena relación desde hace quince años, cuando coincidíamos en tertulias. En el caso de Rivera, lo que queda es una relación personal que se ha mantenido después de abandonar la política. Es un político de raza, con unas cualidades de oratoria y claridad sobre el modelo de país que quiere que siempre he dicho que se encuentra cercano a lo que yo defiendo.
¿Le ha pedido consejo sobre cómo reunificar el centroderecha en torno a su figura?
Él es muy discreto y está en su despacho de abogados. Cuando hemos hablado ha sido por los temas que lleva su bufete.
¿Le gustaría que participara en su convención de otoño?
En esa convención tiene que participar la sociedad civil. Intentaremos que participen las entidades o asociaciones o think tanks con actividad dentro del debate de las ideas o políticas públicas. Queremos que sean entidades que estén haciendo estudios sobre unas políticas determinadas porque ahora el tiempo apremia y necesitamos que haya soluciones encima de la mesa.
¿Cómo es su relación con Inés Arrimadas tras la moción que les planteó en Murcia?
En lo personal es correcta y siempre nos hemos hablado claro, pero no me esperaba lo de Murcia. Hablé con ella horas después de presentar la moción y respeto las estrategias de cada partido, pero en este caso pensamos que eran malas para la estabilidad, para el futuro y la gobernabilidad de Murcia.
Esa moción le ha salido muy mal a Cs, pero sobre todo le ha salido muy mal a Sánchez, porque es él quien la dirigió. Desde entonces Sánchez está más débil, el PP más fuerte. Han ganado los ciudadanos de Castilla y León, de Madrid y de Murcia y ha perdido el sanchismo.
Ellos sabrán por qué han dado este tropiezo, pero este mes estamos viendo el principio del fin de Sánchez. Es muy difícil que puedan manejar el drama económico y social y la mala gestión sanitaria y, al mismo tiempo, el fracaso al intentar tumbar tres gobiernos regionales en plena pandemia.
Pongamos la vista ahora a su derecha. ¿Ha vuelto a hablar con Santiago Abascal después de su famoso discurso contra Vox en la moción de censura a Sánchez?
Le mandé un mensaje para solidarizarme con su familia tras el ataque a la tienda de su madre y de su hermana, pero no hemos vuelto a hablar. Personalmente, yo no tengo nada en contra de Santi. En el debate de la moción yo no le ataqué, hice un análisis político, dije que había trabajado en esta formación y que no era conveniente llamar cobarde a un partido con 24 víctimas del terrorismo, pero no entré a valorar su entorno familiar ni personal.
Quizá no estaban acostumbrados a que yo contestara a estos ataques, pero era una moción contra el PP y no tuve otro remedio. Yo no la hubiera presentado porque no había una suma, pero una vez que se presenta, tengo que exponer que no se puede colaborar con Sánchez polarizando la sociedad, porque al cavar las trincheras entre dos supuestos bloques sociales los que ganan son los extremos. Y eso Moncloa lo sabe.
De ahí tenemos que huir. Hace falta un país donde haya una fuerza tranquila que se sienta reconocida en una alternativa a Sánchez y yo la quiero representar. Y bienvenidos sean los votantes de Vox y Cs que abrazan los principios que más convienen a España y el programa que tiene que subvertir la deriva suicida en la que nos ha metido el sanchismo.
Voy terminando. ¿Es esta la última entrevista que va a dar en la sede de Génova?
El debate sobre el cambio de sede era algo recurrente desde hace años, varios candidatos en las primarias lo propusimos, y creo que es un mensaje no solo de regeneración, por las acusaciones que se dirigen hacia la reforma de este edificio, sino de eficiencia, de cercanía, de transparencia. La sociedad española quiere sedes con menos despachos, más pegadas a la calle.
Pero este no es un tema sustancial. Lo importante es que el PP es un partido renovado, que eso no implica una ruptura con el pasado, sino con lo que se ha hecho mal, porque estamos orgullosos de lo que se ha hecho bien: hemos creado empleo, hemos defendido la unidad nacional, hemos conquistado el bienestar. Si alguien ha hecho algo mal ya lo dirán los jueces. Pero hay que dar un mensaje de ejemplaridad para volver a ser merecedores de la confianza de una mayoría suficiente.
No hay tiempo que perder: la infalibilidad de Sánchez se ha desvanecido. Esto que dice Sánchez en público y privado de que no hay alternativa ya no se lo cree nadie: hay una alternativa fuerte que gobierna en seis autonomías, que ha gobernado España quince años, que cuenta con un equipo preparado, y profesionales liberales que se incorporan. Este es un partido en el que cabe todo el mundo que quiera mejorar España. Y cuando Sánchez convoque elecciones, estoy convencido de que vamos a ganar. Con un escaño más que él, formaremos gobierno.
Deme una primicia. ¿Dónde estará la próxima sede?
Es lo de menos. Lo importante es dónde va a estar el PP. Y donde tiene que estar es en la Moncloa y cuanto antes.