Nieves Álvarez
Corren tiempos confusos para la moda. No hay más que echarse a la calle, mascarilla en boca, y observar la cantidad de chándales que pueblan las aceras. Eso es la moda ahora, como hace treinta años. Entonces se hicieron visibles las tiendas deportivas. Los conjuntos de pantalón y cabezal a juego arrasaban. Era como llevar traje.
Desde el jueves se está celebrando en IFEMA, la Mercedes-Benz Fashion Week. Europa opta por la versión online, pero aquí nos hemos permitido el lujo de dar la cara aprovechando que estamos un poco vacunados. El primero en desfilar fue Andrés Sardá con una performance burlesque que fue muy aclamada. Sardá triunfa en el mundo. Desde el nacimiento de la marca no habíamos visto tanta inteligencia cromática sobre la pasarela. Ahora ya sabemos que la paleta de Sardá no cabe en el arcoíris.
Este año el número de firmas ha sido más reducido, pero ahí estaban Maya Hansen, Roberto Verino, Custo Barcelona, Angel Schlesser, Ulises Mérida, Maite by Lola Casademunt, o la sombrerera Biliana Borissova.
Hablando de Maite by Lola Casademunt: desfiló para la firma Nieves Álvarez. El primer vestido y el último. Desde 2017, Nieves no ha pisado pasarela de Madrid Fashion Week. El otro día lo hizo y su intervención tuvo una presencia casi sobrenatural. Parecía una diosa. El domingo por la tarde, en Más Moda (Caixaforum) se hizo pública la colaboración de la modelo con The Extreme Collection.
La aportación de Nieves Álvarez a la Fashion Week de la pandemia tiene un carácter extraordinario. Más o menos como el amor en los tiempos del cólera. Valdría la pena que Jesús Mari Fernández-Montes valorara en Flash Moda (TVE) el aura deífica de la estrella.
Jaime Martínez Bordiú
La noticia saltó el miércoles: se casaba Jaime Martínez Bordiú (de los Martínez Bordiú de toda la vida) con la señorita Marta Fernández, de los Fernández del
último minuto. Jaime y Marta han sido novios durante diez años. De Marta no les podemos adelantar gran cosa, pero Jaime ya lleva sobre sus espaldas uno o dos matrimonios. Qué menos. En los tiempos que corren, si no te has casado un par de veces no eres nadie.
El nieto pequeño de Franco siempre apuntó maneras de raro. Era el pequeño de los chicos, pero no el primero de la lista.
Se casó con Nuria March y enseguida tuvieron un hijo al que dieron mucha guerra. Entiéndase. La guerra la daban los padres, que se pasaban mutuamente la pelota de la pensión del crío. Ahora el chaval tiene 20 años y estudia en Londres.
Divorciados Nuria y Jaime desde 2012, es de esperar que el hijo que tuvieron en común acabe asumiendo todas las responsabilidades.
Jaime ha sido el cabeza loca de la familia. Buena gente, no digo yo que no, pero poco asentado. Fue aficionado a los estupefacientes, y en un tiempo anduvo ennoviado con una cantante (Ruth Martínez) con la que rompió tras ser acusado por ella de malos tratos. También protagonizó reyertas y altercados conduciendo su coche. Una de estas peleas tuvo lugar tras una fuerte discusión en la que intervino pistola en mano.
Su última actuación estelar fue en un programa de televisión al que acudió (previo pago) para contar sus miserias.
Miguel Bosé
Ha sido llegar y besar el santo. Lo de Évole, el programa de La Sexta que ha sustituido a Salvados, ha dado la campanada nada más despegar. En esta ocasión tiene que agradecérselo a Miguel Bosé, que se lo ha puesto a huevo con su pataleta negacionista. Allá él.
Lo lamento por Bosé pues se le acaba el chollo de la mascarilla. En la noche del domingo será entrevistado por el exfollonero de la tele. Hacía seis años que Bosé no concedía entrevistas para la televisión. Quizás por eso hoy se despachará a gusto con una lista de temas delicados: sexo salvaje, drogas, separación de Nacho Palau, hijos, su negacionismo a ultranza… Seguramente le apetece dejar huella. De ahí su radicalismo con un toque de cólera.
La entrevista estaba grabada, pero se ha sabido que nada más empezar el cantante se dirigió a Évole pidiéndole (ordenándole más bien) que se quitara la mascarilla. Según sus propias palabras, él no habla con gente que lleva bozal. Évole es un santo y se la quitó.
Si algo hay que afearle a Bosé es la cara de drácula que se le ha puesto por hacer terrorismo de salón. Precisamente él, que nació alto y rubio como la cerveza y se ha convertido en un tipo informe que juega a ser malo. Los días impares no tiene voz. Y los pares casi que tampoco. Viste camisas amplias para disimular su barriga cervecera, se pinta los ojos de negro para dar más miedo y luce barba canosa, poliédrica, como tirando a yihadista.
Antes muerto que invisible.
Duque de Edimburgo
Le faltaban sesenta días para cumplir cien años, pero el corazón se le paró en la última esquina de su vida. Estuvo ingresado más de un mes, tiempo durante el cual sufrió una complicada cirugía cardiaca. Su hijo Carlos, Príncipe de Gales, era el que más iba a verlo. De los cuatro hijos, fue precisamente con el que tuvo relaciones más tensas, sobre todo desde que el príncipe tuvo edad de merecer y lady Di ya estaba en camino.
Es posible que durante las visitas de Carlos al hospital, Felipe Mountbatten y su hijo vivieran momentos de aproximación. Pasado el postoperatorio, el duque de Edimburgo se recogió con la Reina Isabel en Windsor, el castillo que dio nombre a la dinastía. Se habían vacunado en enero y tenían mucho tiempo para recordar.
Los periódicos decían que el duque de Edimburgo era el gran apoyo de la soberana y el país entero lo corroboraba.
Nacido en Corfú, era hijo del Príncipe Andrés de Grecia y de la Princesa Alicia de Battenberg. Conoció a la que habría de ser su esposa siendo ésta todavía adolescente. Todas las biografías coinciden en señalar que la princesa se enamoró profundamente de Mountbatten. Y así fue.
Más tarde, Felipe se unió a la Marina Real británica y participó en la II Guerra Mundial. En 1947 contrajo matrimonio con la heredera al trono británico, teniendo que renunciar a la religión ortodoxa y a su lealtad a Grecia.
Felipe de Edimburgo era apuesto, mujeriego y un poco patoso. Cuando ya había cumplido 97 años, el cónyuge real sufrió un accidente de coche que le obligó a dejar de conducir. Volvía a casa con su “todo terreno” cuando chocó con otro coche y dio una vuelta de campana. La Reina le llamó la atención, pues solía conducir pisando demasiado el acelerador. A partir de ese día, Felipe no volvió a ponerse al volante.