Tico Medina
Se llamaba Escolástico Medina pero le decían simplemente Tico y era uno de los periodistas más famosos de España. Un pionero del reporterismo.
Andaluz universal, desde muy joven se sintió atraído por los medios locales: Radio Granada y El Ideal, que le proporcionaron las primeras influencias. Madrid lo recibió con los brazos abiertos. Y en la capital descubrió la televisión, las entrevistas en directo y la fama. La tele habría de ser su fetiche. Tico Medina y Felipe Navarro “Yale” fueron pareja de moda y triunfaron con formatos de gran pegada.
Estaba dotado de labia fácil y talante risueño. Era confortable y doctoral, amabilísimo, listo. Siempre le asistía la sonrisa. Nadie lo vio jamás con el ceño fruncido. Luego saltó a México como corresponsal de TVE. De vuelta a España, entró en Hola. Recibió medallas, condecoraciones, premios ondas y antenas TP. Lo ganaba todo.
Entrevistó a Nixon, Fidel Castro, Paulo VI, Dalí y Che Guevara, entre otros. Murió el lunes 6 de julio, con la sonrisa puesta.
Óscar López
Lo conocí en la caseta del psoe, durante las fiestas de mi pueblo postizo, que también era el suyo y antes había sido el de Zapatero. De la caseta del PSOE salió para apuntarse a la candidatura perdedora de Patxi López ante las pujantes candidaturas de Pedro Sánchez y Susana Díaz (mayo 2017) y acabar presidiendo la red de paradores nacionales, la empresa pública de la hostelería con encanto donde Óscar recibía a políticos y periodistas con una botella de cava y dos copas para desearles feliz estancia.
Antes de ser nombrado fontanero mayor, López era un hombre de partido, un socialista íntegro. Eso lo dicen sus correligionarios para marcar las distancias respecto a Iván Redondo del que destacan la solvencia profesional y el marketing sin ideología. López pertenece al estilo clásico y más bien rudo de los cuadros de leñador y, como mucho, la arruga bella de Adolfo Domínguez.
Óscar mantiene su fidelidad al sentido del humor. Lo recuerdo participando en tertulias televisivas y haciendo gala de guiños y sarcasmos. Con el tiempo, ha perdido peso y ha ganado esplendor. Desde aquí le sugiero que se pase a la moda de camisas sin corbata. Para quienes todavía no se han enterado, la corbata ha muerto.
Leonor
La princesa Leonor no pierde ocasión de tachar los días que faltan para que pase agosto y empiece su etapa lejos de casa. A la heredera le hace ilusión la aventura de hacer el bachillerato en Gales. Se siente mayor y le gusta recrearse en los sueños que germinan debajo de la almohada: quién será su mejor amiga y su peor profe, con qué chico le gustará intercambiar confidencias y con cuál no, etc. Al chico lo imagina alto y un poco tímido, de pelo claro y con mechas en modo surfero. Es decir, parecido a ella.
Lo que sabe de antemano es que echará en falta a su hermana Sofía, a la que todos consideran una niña muy divertida. Les gustaría enfrentarse al bachillerato juntas, aunque las separaran de clase. Las dos han comprendido que la vida emprenderá caminos distintos en ambas. Y es que ya nada volverá a ser igual.
Hace unos días se celebró el Día del Medio Ambiente y las hermanas Borbón Ortiz fueron invitadas a plantar media docena de árboles en el hayedo Montejo, patrimonio cultural de la Humanidad situado a unos 100 kilómetros de Madrid. Era la primera vez que la princesa y su hermana salían solas, sin la protectora sombra de sus padres, los reyes, especialmente la de mamá Letizia, que las ampara al tiempo que las mantiene a raya.
En Mallorca, todos los primos han hecho anualmente cursos de vela financiados por la abu doña Sofía. Todos menos la princesa y la infanta, que no se han mezclado nunca con el resto de primos/hermanos . A lo mejor es que les tienen un poco de manía. Más vale no pensarlo.
Sandra Ortega
A don Amancio Ortega los españoles lo conocimos de repente, pues se pasó unos cuantos años aferrado a la consigna del anonimato. Un día, sin embargo, su foto apareció en los medios y desde entonces salió hasta en la sopa. Doy fe de que su inmensa fortuna se amasaba desde tiempo atrás, pues en un viaje a Coruña unos amigos gallegos me mostraron algunas tiendas que estaban de moda en la ciudad y entre ellas había una llamada Zara.
El dueño no tuvo rostro, hasta que se cansó de huir de los paparazzi. Entonces se convirtió en el hombre de los mil rostros, como Bill Gates, como Jeff Bezos, como Warren Buffet, como Mark Zuckerberg.
Si Amancio fue el primer miembro de la familia Ortega en dar la cara, Sandra, la primogénita, ha sido la última. Entre medias pasó Rosalía Mera, la abnegada esposa de Amancio, que finalmente derivaría en ex.
Rosalía Mera estaba entregada a la causa de los desheredados, aunque la primera desheredada fue ella: murió de un ictus en Menorca, cuando se encontraba disfrutando de las vacaciones en agosto de 2013.
Amancio se casó entonces con Flora, una empleada puesta en máquinas, que dejó de trabajar para dedicarse a su marido y a la hija nacida de esa unión, Marta. Por amor de padre, Amancio Ortega le dio a la niña todos los caprichos. Ahora Marta tiene dos hijos y un marido con coleta experto en elección de casas y bienes suntuarios.
Sandra, la primogénita de Amancio y Rosalía, se convirtió a la muerte de su madre en una de las herederas más importantes de España. Viste de trapillo, nunca ha concedido una entrevista y ha heredado la vocación solidaria de su interesante madre. Así, ha mantenido las ayudas de su madre a la cadena Room Mate, propiedad de Kike Sarasola.
Rosalía no había estado sola en ese empeño. Con ella arrimaba el hombro su gestor, José Leyte, que ha terminado enfrentado a Sandra. Ella, por su parte, lo acusa de apropiación indebida y falsedad documental. Se repite la historia de los gestores desleales con los empresarios a los que sirven.
El tiempo ha hecho añicos el sueño de Rosalía. Su hija Sandra, la mujer más rica de España, ha decidido romper con el gestor y no poner un céntimo más en Room Mate. También está dispuesta a dar la cara ante el consejo. La familia cambia de consignas. Adiós al anonimato.