Luisa Fernanda Rudi (Sevilla, 1950) no lo buscaba. Pero es parte de la Historia de España. En el 2000 se convirtió en la primera mujer en presidir el Congreso de los Diputados. Antes, en 1995, ya fue pionera como primera alcaldesa de Zaragoza. Y completó el círculo en 2011, cuando fue elegida primera presidenta de Aragón.
Pese a esas credenciales de feminismo patrio, no se identifica en nada con la ministra de Igualdad. "Yo la escucho y pienso: '¿Esta mujer en qué mundo vive?'". Es más, se le cayeron "los palos del sombrajo" cuando en 2015 vio por televisión la irrupción de Podemos en el hemiciclo. "Aquello parecía una asamblea de facultad", comenta.
En su etapa como tercera autoridad del Estado quedó ungida por un traje institucional que parece incapaz de abandonar. No sólo por la solemnidad que calza en sus formas. También por la mesura que imprime a cada palabra. "No soy de dar titulares", es lo primero que advierte a EL ESPAÑOL cuando aparece en la sede del PP de Zaragoza. "Ya leí a Belloch que os dijo muchas cosas y no voy a ser igual", remata.
Ingresó en la Alianza Popular de Manuel Fraga en 1982. Y se forjó en la oposición al felipismo junto a un recién llegado José María Aznar. Recordado es su enfrentamiento en 1992 con Mariano Rubio por el caso Ibercop, ya que acudió a la comisión de investigación en el Cámara Baja con un ojo tapado, como la princesa de Éboli.
"Era porque me habían operado", admite entre risas. Entonces el Gobierno de González empezaba a resquebrajarse por una consecución de escándalos que a Rudi, bajo la máxima de "cualquier tiempo pasado fue mejor", le parecen incluso menores en comparación con el legado que va dejando la actual coalición que encabeza Pedro Sánchez.
Desde su retiro en el Senado, reconoce pesar por la deriva del Poder Legislativo, cuestionado por los enfrentamientos cainitas y por las reformas exprés del Código Penal que buscan favorecer a los independentistas.
Usted se convirtió en la tercera autoridad del Estado tras la victoria de Aznar en el año 2000. ¿Era más fácil presidir el Congreso con mayoría absoluta?
Félix Pons, a quien aprecié mucho, fue presidente del Congreso tres legislaturas. Cuando me convertí en presidenta vino a Madrid a verme, quedamos a comer y me dijo: "Cuando peor lo he pasado es cuando ha tenido mayoría absoluta el PSOE". Es cierto. Si quieres ejercer la presidencia bien, tienes que ser neutral.
Pero parecía que reinaba más la paz.
Reinó la paz los dos primeros años de legislatura. Luego llegó el Prestige y la guerra de Irak, y la paz se acabó. Hubo muchas tensiones, algunas, gracias a Dios, no trascendieron.
Con Irak, toda la izquierda tensionó muchísimo. Hay que recordar la manifestación que convocaron. Pusieron fotos de todos los diputados del PP llamándonos asesinos. Dentro del Congreso hubo muchas tensiones que hubieran dado muy mala imagen de España en el extranjero. Y hasta ahí puedo contar.
Qué complicado lo pone...
No, no. Hasta ahí. Vamos a ver, el clima del debate no era el de ahora.
Había otras formas.
Se debatía mucho. He sido muy dura en el debate, pero siempre cuidando las formas. Siempre digo que cuando en un debate se utilizan muchos adjetivos calificativos, es que se tienen pocas razones de fondo.
El problema es que en el año 2015, con la llegada de los nuevos partidos, el Congreso se convirtió en una asamblea de facultad. Lo estaba viendo en televisión y se me cayeron los palos del sombrajo. Es decir, aquello no era una Cámara, era una asamblea de facultad de mi época, de los años 70. Y eso ha ido degenerando, y a mí me da muchísima, muchísima pena.
¿Esa es la consecuencia de que se haya instalado una crispación permanente en la política española?
Son circunstancias que confluyen. Entra una hornada de nuevos políticos cuyo respeto a las instituciones no voy a decir que brilla por su ausencia, pero vamos, no es su principal preocupación. Y luego, coincide con el interés de algunos de radicalizar la política...
"En 2011 empezó una operación de intentar erosionar el modelo de democracia representativa, en eso estamos"
En el año 2011 empezó el eslogan de No nos representan, una operación para intentar erosionar el modelo de democracia representativa, y en eso estamos. Recordemos a Pablo Iglesias hablando de romper las cadenas de la Constitución.
Todo es una operación que empieza por parte de algunos y que, además, encuentra apoyo en el PSOE. A partir de 2015, en lugar de recuperar las formas y las tesis del socialismo tradicional, el PSOE se apunta a pelear el espacio de Podemos. Y ahí estamos.
¿Usted qué le hubiese dicho a Sánchez por ir sin corbata al Congreso?
Esa es otra de las formas que se han perdido. Me parece ridículo lo que planteó para ahorrar energía. Desde que está de presidente, que está en la anécdota, hay cosas que son mucho más profundas.
¿Ahora marcan las fuerzas minoritarias la agenda política en España?
Clarísimamente. Esto es un diseño. Un proceso que arranca con Zapatero y el Pacto del Tinell, en el cual se equivoca y se cree que al PP lo puede mandar extramuros. Y que se puede convertir en un partido minoritario. Entonces inicia los pactos con ERC y los nacionalistas, con la idea de que eso va a tener siempre una mayoría que le va a permitir gobernar.
Indudablemente se equivoca. Con la crisis ya no se presenta y viene la mayoría absoluta de Rajoy. Entonces, lo que está claro es que Pedro Sánchez, desde el primer momento, tenía esa idea.
¿Qué idea?
Cuando a Pedro Sánchez su propio partido lo echa, es porque quiere hacer lo que está haciendo ahora. Lo que pasa es que en aquellos momentos todavía en el Comité Federal del PSOE había socialistas de la vieja escuela que dicen: "Esto no puede ser".
Cuando regresa, con la moción de censura, se afianza en su idea de conseguir una mayoría, cueste lo que cueste. Eso es lo que ha hecho. Y lo que está haciendo ahora es pagar los plazos que tiene comprometidos desde el momento de la investidura. No creo que haya sido una evolución, es una línea perfectamente marcada. Desde el primer momento me di cuenta de que este Gobierno iba a durar la legislatura completa.
¿Por qué?
Porque indudablemente yo creo que en los pactos que no conocemos estaba lo que hemos visto: los indultos, las negociaciones en las Mesas... Si Pedro Sánchez tiene la oportunidad, espero que no, de gobernar otra legislatura, veremos el referéndum en Cataluña. Lo están ya preparando.
"Van a pretender que el Constitucional diga que es legal que las Cortes, con unas determinadas condiciones, convoquen un referéndum"
¿Cómo?
Primero han venido los indultos. ¿Segundo paso? Ahora, la reforma del Código Penal para la sedición y la malversación. De una manera disimulada está dando a los independentistas lo que siempre han pedido: la amnistía. La amnistía no se la pueden dar, pero los efectos prácticos de la amnistía sí.
¿De qué ha hablado Aragonès? De la ley de claridad canadiense. ¿Cómo llegó Canadá a esa ley? Con una sentencia del Tribunal Supremo. Lo que van a pretender es que el Tribunal Constitucional diga que en la Constitución Española cabe el que las Cortes Generales, con unas determinadas condiciones, convoquen un referéndum.
Ahora, Sánchez ha propuesto cambiar la ley del CGPJ para que el Constitucional nombre ya a los magistrados designados por el Gobierno. ¿Qué le parece?
Sánchez no tiene ningún tipo de límite político ni institucional. Esto es un traje a la medida. Todo lo que los independentistas le están exigiendo para continuar lo tiene que hacer. Y para las próximas elecciones generales tiene que dejar preparado un Tribunal Constitucional que él crea que va a controlar. ¿Por qué si no esa insistencia en saltarse todo? Primero, porque hay varias leyes que están pendientes del recurso. Y luego porque lo piden los independentistas.
Aunque quiero pensar que los magistrados del Tribunal Constitucional, los haya puesto quien los haya puesto, no van a dictar sentencias en función de ello. Quizá soy muy crédula. Quiero confiar en los magistrados del Constitucional independientemente de cuál sea el origen de su nombramiento.
En el PP hay quien dice que el Gobierno ha secuestrado el Poder Legislativo por el abuso de los decretos o las proposiciones de ley. ¿Comparte el diagnóstico? ¿Ve rasgos de inconstitucionalidad?
No me atrevo a hablar de rasgos de inconstitucionalidad porque no soy jurista. Pero es cierto que ha habido dos sentencias del Constitucional diciendo que el Parlamento no tenía que haber estado cerrado. El funcionamiento institucional en España se ha deteriorado muchísimo estos años. Y en las Cortes Generales especialmente.
Primero, por el uso y abuso de reales decreto ley. Se dijo de Rajoy, pero nada era comparable. Lo que además ocurre es que se pide la convalidación como proyecto de ley, se vota, pero se deja morir el sueño de los justos con unas prórrogas de plazos de enmiendas permanentes. Eso sí que es una manipulación de la vida parlamentaria. En mi etapa se llamaba filibusterismo parlamentario. Es decir, dificultar la vida de la Cámara con prácticas no muy adecuadas.
¿Y las proposiciones de ley?
Se ha visto un uso de una manera ya, me atrevería a decir, obscena. Temas tan importantes como la sedición van por la vía de proposición de ley para salvar los informes del Consejo de Estado, el CGPJ u otras instituciones. Eso no va a favor de la vida parlamentaria, la deteriora muy mucho.
Otra cuestión también es que todo lo que ya viene como proyecto de ley viene por vía de urgencia. En el Senado entra y sale a una velocidad de vértigo, con unos debates muy poco sosegados y con los plazos a la mitad.
En los últimos días, una diputada de Vox dijo en el Congreso que el único mérito de la ministra de Igualdad es haber "estudiado en profundidad a Iglesias". A su vez, la ministra acusó al PP de "fomentar la cultura de la violación". ¿Qué opina de esto?
Me ha gustado mucho la vida parlamentaria, en democracia es vital. Y confieso que me da muchísima pena oír esas cuestiones en el Hemiciclo. Tensionar a la sociedad es malo para la democracia. Y hay partidos que están en ello. Podemos nace de la tensión. Y Pedro Sánchez está encantado con la tensión. Cada vez que tiene excusa para decir que "ahí viene la ultraderecha", y que Vox se lo sirve en bandeja, está encantado. Consigue aglutinar el voto más de izquierda, movilizarlo.
"Que a estas alturas vengan a hablarme de sociedad heteropatriarcal... confieso que me suena a irreal"
Usted considera que Vox también tensiona.
Creo que los extremos se alimentan unos a otros. Luego la ministra de Igualdad se cree que está en una asamblea de facultad. Ya no aprenderá lo qué es ser ministra de un Gobierno y el respeto que se le debe a la Cámara. Le puede su sectarismo.
El vicepresidente del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, expulsó de la Tribuna a una diputada de Vox por referirse a los miembros de Bildu como "filoeatarras". ¿Usted qué hubiese hecho?
Tendría que haberme visto en el debate. Expulsarla, desde luego no. Estamos en a ver quién consigue un titular. Eso tiene un peligro. Ahí hay una cuestión clara: Otegi está en Bildu y todos sabemos de dónde viene. Pero, insisto, se pueden decir las cosas sin utilizar determinados calificativos. Es un problema de pobreza de lenguaje y de falta de argumentos sólidos por parte de algunos y algunas.
Cuando Vox profirió ese ataque a Irene Montero algunos recordaron las palabras de Iglesias con Ana Botella.
La izquierda en general, aplica la ley del embudo: la parte ancha para ellos y la estrecha para los demás. Dicho esto, hay muchos más argumentos políticos que imputarle a la señora Montero.
Usted, mujer pionera, ¿se siente representada por el feminismo que promueve Irene Montero?
No.
¿Por qué?
Pertenezco a una generación de mujeres que fuimos punta de lanza, no por nada, sino porque nos tocó vivir aquello. La mujer ya estaba en la universidad. Ahora cuando escucho manifestaciones de esta persona pienso: ¿en qué mundo vive? Que a estas alturas venga a hablarme de sociedad heteropatriarcal... confieso que me suena a irreal.
Las elecciones municipales y autonómicas de 1995, en las que usted se convirtió alcaldesa de Zaragoza, fueron el preludio de la victoria de Aznar del 96. ¿Puede haber un paralelismo con la situación actual? ¿Qué tiene que pasar ahora para que el PP ilusione de la misma manera?
Las alternancias en política se producen siempre, por hacer un símil geométrico, cuando las dos curvas se cruzan. Primero, que el partido de gobierno empiece a bajar y que el partido de la oposición sea creíble como gobierno.
¿Qué pasó en el 95? Que efectivamente Felipe González era teóricamente imbatible, una maquinaria con una implantación territorial tremenda y además con unos cuadros que sabían funcionar. Pero el PP se convirtió en un gran partido con implantación en toda España. Y con un proyecto político claro, alternativo al que estaba en el Gobierno, y que costó mucho hacerlo llegar a la población.
"El Gobierno de Pedro Sánchez deja mucho que desear. Es muchísimo peor de lo que era el de González en el 95"
Ocurrió igual en 2011 y volverá a ocurrir ahora. Aunque todavía con mayor motivo. Porque el Gobierno de Pedro Sánchez deja mucho que desear. Es muchísimo peor de lo que era Gobierno de González en el 95.
¿Pero le falta algo a Feijóo?
Eso es el cine. En el 95, de Aznar se decía que no tenía carisma y que dónde iba. Recuerdo que le llamaban "charlotín" y "bigotín", que era un tío serio, que tenía el labio paralizado, de todo.
Pero en las encuestas el Gobierno no se erosiona pese a los escándalos.
El PSOE sacó 120 escaños hace tres años y las encuestas que más le están dando en este momento son 100-105. Y Podemos está bajando también. Otra cosa es que quisiéramos que fuera más. Pero en España la izquierda tiene un suelo consolidado.
En su tierra, Jorge Azcón parece que va a disputar la presidencia a su sucesor: Javier Lambán. ¿Qué le parece?
Dentro de unos días hará un año que es presidente regional del partido y, tradicionalmente en el PP, la figura del presidente regional va unida al candidato autonómico. Jorge Azcón es el actual alcalde de Zaragoza, lo ha hecho muy bien y se ha generado un apoyo.
¿Ve posibilidades de reconquistar Aragón?
Por supuesto que sí. El Partido Popular seguro que va a ser el más votado. Y además de eso, va a tener margen de maniobra para poder pactar un gobierno.
¿Con Vox?
Habrá que pactar proyectos políticos. Y ese proyecto, cuanto más apoyo tenga, con más fuerza te puedes sentar a pactar con quien sea necesario una modificación o un añadido. Tienes que presentar un proyecto atractivo a los ciudadanos.
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