Enrique Bunbury: "Nada hay más lejos de la verdad que los telediarios"
"La derecha tenía el monopolio del puritanismo, pero la izquierda se está esforzando mucho por alcanzar límites aún mayores” / "Europa ha muerto. Es un apéndice de los intereses de Estados Unidos" / "Tengo clara la amoralidad de la política moderna".
16 abril, 2023 03:11Es momento de adentrarse en la intimidad de Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967). O por lo menos de intentarlo. No resulta sencillo. De un tiempo a esta parte, se ha convertido en un verdadero héroe del silencio. Prefiere hablar a través de sus poemas y de sus canciones.
Ese misterio –el de la mirada a la sombra de las gafas de sol– se acrecentó cuando, hace un año, anunció su retirada de los escenarios. Aquel día se habló de "un problema en la garganta". Ahora Bunbury tiene la respuesta. Fue el "glicol". La sustancia impulsora del humo que envuelve a los artistas durante los conciertos le dejaba sin voz. Con la "boca llena de ceniza", que decía Brines. Bunbury no canta en público, pero sí en el estudio. Está a punto de llegar su nuevo disco.
Bunbury nos resulta tímido. Hace más de treinta años, cuando se convirtió en el frontman de la banda que cantaba Entre dos tierras, él mismo confesaba a los periodistas que no estaba cómodo con las entrevistas ni con las ruedas de prensa.
Este intercambio a ratos pugilístico es, de hecho, una relación epistolar. Enviamos las preguntas desde Madrid y recibimos las respuestas desde Los Ángeles, donde vive Bunbury. Conviene estampar aquí el párrafo que él traslada en paralelo a sus seguidores, con los que también mantiene una comunicación de manera periódica.
"Esa paradoja me acompaña desde el primer día que me subí a un escenario. La dualidad entre mi carácter reservado y la exposición pública de mi trabajo. La necesidad de expresión frente a la preservación de mi intimidad. No es fácil para mí encontrar un equilibrio y cada día me resulta más complejo".
El motivo de esta entrevista es la publicación de su último poemario, titulado Microdosis (Editorial Cántico, 2023). Bunbury ha estado consumiendo microdosis de hongos alucinógenos –psilocibina– durante su escritura. Una cantidad "compatible con la vida civil" encaminada a generar "una suave conexión".
Aprovechamos la coyuntura para hablar –para escribirnos– de España, de Europa, del pasado, de los políticos, de las drogas, de Dios, de inteligencia artificial, de poesía, de música. De todo lo que comenta la gente, en un bar, con una cerveza en medio.
No pretendemos resolver el acertijo Bunbury, pero sí disfrutarlo. Ahí va Bunbury y quizá –a ver cómo se da la cosa– podamos entrever a Enrique Ortiz de Landázuri.
Nunca he probado los hongos alucinógenos. ¿Qué se ve? O mejor: ¿qué ha visto usted?
Los enteógenos son una experiencia personal. El libro tiene una finalidad poética. Es una reflexión sobre el arte, sobre la persecución y sobre la búsqueda de la inspiración y las musas.
¿Por qué los consume? ¿Le dio vértigo la primera vez?
No recuerdo la primera vez que tomé hongos, probablemente fuera hace treinta y tantos años. Las microdosis son tomas minúsculas. Con ellas no buscas ningún tipo de visión ni de viaje, sino una suave conexión compatible con la vida civil. Con respecto al miedo: no, nunca tuve miedo a los hongos.
Se ha desnudado radicalmente en el libro. Habla de “depresión profunda, problemas de comunicación y dificultad de relación con el entorno”. En esta inmersión que he hecho en los hongos alucinógenos para preparar la conversación, veo que algunos estudios los recomiendan para tratar todo eso. ¿Es el motivo de que recurra a ellos?
Supongo que un libro de poesía siempre es una conexión profunda con lo que sientes y te importa. Durante la escritura, estuve exultante y emocionado por mi vuelta a la literatura. Sé del uso de estos hongos en la psicología. Lo menciono en uno de los poemas. Pero no ha sido mi caso. Mi búsqueda ha sido creativa desde un principio. Mi interés es exclusivamente poético.
Leyéndole, me da la sensación de que elige la psilocibina como una especie de sendero hacia “la verdad”. Entonces, si la manera de aspirar a la verdad está lejos de la realidad, ¿entiende que la realidad y la verdad están enfrentadas?
La búsqueda de la verdad es compleja, muchas veces infructuosa y siempre personal. Lo que verdaderamente importa en esta vida no es fácil de aprender. A veces, la verdad y la realidad se confunden con los telediarios. En mi opinión, nada hay más lejos de la verdad que los telediarios. Las verdades profundas del ser humano están más allá de sus dominios y desvaríos.
Si no hay nada más lejos de la verdad que los telediarios, como usted dice, ¿de qué sirve el periodismo? ¿Estamos en crisis los periodistas?
Supongo que esa pregunta se la estarán haciendo muchas personas a día de hoy. La transformación de muchas áreas de la sociedad es siempre revisable. Supongo que muchos periodistas coincidirán conmigo en la deriva de la profesión y de las alertas rojas que suenan por todos lados.
“Se llega al conocimiento por la boca”, dice uno de sus versos.
Así nos educamos. Observe a los cachorros humanos: a los bebés, a los niños.
En la estela de los poetas malditos franceses, usted parece suscribir la tesis de que un artista sería capaz de atravesar cualquier camino con tal de “rozar el subsuelo del Olimpo con las yemas de los dedos”. ¿Ha sido la psilocibina una manera de encontrar nuevos horizontes después de tanto tiempo?
Me da la impresión de que no sólo los poetas malditos franceses. Todo artista, de una manera u otra, atraviesa desiertos y cruza océanos a nado con tal de conseguir rozar la grandeza. Esa es nuestra aspiración más profunda. Es posible que haya excepciones, aquellos a los que no les cueste demasiado esfuerzo, los del talento descomunal.
Pero en mi relación personal con otros pintores, escritores, músicos y cineastas he visto ese sufrimiento por la obra en marcha; la pasión y el deseo de lograr al menos una obra maestra en su vida artística.
Ya que hablamos de la verdad en este sentido tan trascendente, ¿cuál es su idea de la vida y la muerte? ¿Cree en Dios?
¿Para qué nos vamos a andar con excusas y remilgos? Claro que sí. Es lo razonable si entendemos como “Dios” cualquiera de sus acepciones: religiones monoteístas, politeístas, new age, o incluso las más científicas, las que lo sitúan como la matriz energética que une todas las cosas.
Es inviable la inexistencia de Dios, pero el ser humano le da muchas vueltas a cualquier tema para llegar a conclusiones más dramáticas, que nos sitúen a nosotros en el centro de la pregunta.
Hay una paradoja interesante en el libro. Usted escribe que la gran mayoría de la gente dice y piensa lo que está dentro de los cánones por miedo a diferenciarse. Pero, al mismo tiempo, la política atraviesa un momento de gran polarización y esos consensos no existen.
Entiendo la paradoja que plantea, pero la política y sus asuntos no son de mi interés. Los temas de los políticos son huesos para nosotros, los perros, lanzados periódicamente. Para que nos distraigamos y nos peleemos, mientras a nuestras espaldas se cuecen los temas de verdadera envergadura, esos de los que rara vez se habla porque la narrativa oficial acepta poco diálogo al respecto.
¿Cuáles son esos temas de los que “rara vez se habla”? Puede opinar al respecto.
¡Tantos! Cualquiera que sea importante y transformador, y que nos incumba a todos. La injerencia sobre nuestros gobernantes de los poderes supranacionales no elegidos democráticamente, las grandes fortunas financiando medios de comunicación y partidos políticos, la big pharma interfiriendo en las decisiones que atañen al derecho médico, los beneficios e intereses de la industria armamentística en las guerras de distintos lugares del mundo…
Acaba de inaugurar un nuevo método de comunicación con sus fans. Ellos envían sus preguntas a una dirección de correo electrónico y usted les contesta. ¿Hay en ese gesto una desconfianza hacia los medios de comunicación?
No tiene nada que ver con los medios de comunicación. Tiene que ver con mi distanciamiento de las giras, con que mi relación y contacto con mis seguidores parecía abocado a lo unilateral. A través de estas cartas, estoy intentando continuar con esa conexión y acercarme aún más a ellos en agradecimiento por todo lo que me han dado los últimos 35 años.
Vivió de niño la Transición. Luego fue ácrata en su juventud. Lo sigue siendo hoy en cierto modo. Pero, ¿ha cambiado su opinión acerca de aquel tiempo?
Es difícil no caer en la tentación de juzgar los eventos del pasado con los ojos del presente. Si hicimos –usted, yo y aquel– lo que hicimos en el pasado fue porque, supongo, era lo que pensábamos y nos correspondía. Podemos pensar hoy de otra manera, pero no podemos pensar que el nosotros de aquellos días debería cambiar de forma de ser o actuar.
Dice Vicente Gallego: “Este libro no te va a gustar si todavía tienes un alma o un partido que defender”. ¿Le queda a usted algo de eso?
Desde luego, el partidismo se me ha volatilizado. Nunca he sido mucho de esa comidilla de unos contra otros. Tampoco creí en la superioridad moral de ninguno. En todo caso, tengo clara la amoralidad de la política moderna.
"El partidismo político se me ha volatilizado"
Recuerdo aquel momento tan sonado cuando “Héroes del silencio” se reunió con el hoy rey y entonces príncipe Felipe, que era muy fan suyo. Hubo “intercambio” de ideas, pero no se convencieron los unos a otros. ¿El tiempo les habrá acercado algo?
En aquel momento, creo recordar, nos recibieron en Zarzuela por “la expansión del castellano fuera de nuestras fronteras”. El grupo tenía un éxito importante en Europa y la familia real se hizo eco, al parecer. Lo de ser fan que dice usted ya no lo tengo tan claro. Supongo que, en esos momentos de juventud, escucharía la música que fuera más o menos popular.
¿Le queda esa melancolía republicana de juventud? ¿Sigue pensando que sería deseable una república para España?
No soy ni he sido republicano. No me quiera definir porque no es mi intención casarme con ninguna viuda.
Sobre esa expansión del castellano fuera de nuestras fronteras: usted mismo la reivindicó cuando le preguntaron en Alemania si, dado aquel éxito, empezarían a cantar en inglés. Se negó en rotundo. Recuerdo que Phil Manzanera se desesperaba en las grabaciones de los discos de Héroes porque paraban ustedes para comer y cenar. Luego se dio cuenta: aquella sociabilidad hacía funcionar mejor la banda. Esa actitud es uno de los bienes españoles a exportar. Después de tanto tiempo fuera, ¿qué es lo que más echa de menos?
Bueno, en España se come mucho. Es cierto que también la comida es buena. Así que Phil tenía sus razones y de todo se aprende. Cuando me preguntan qué es lo que más echo de menos, me extraño mucho porque, aunque vivo fuera, vengo lo suficiente como para disfrutar de lo que más me gusta del país, que es bastante.
¿Es de los que piensa que hoy hay menos libertad en España que hace diez o veinte años?
Creo que hoy se puede decir lo que se quiera, pero obviamente, en los últimos tres años ha habido consecuencias por opinar de forma “controvertida” en alguno de los temas espinosos que la narrativa oficial ha dado por zanjados. Eso, hace veinte o treinta años, en los primeros noventa o los dos miles, no ocurría.
Supongo que la aparición de las redes sociales y la apropiación de la mayoría de los medios de comunicación generalistas por fondos de inversión han facilitado el control sobre la narrativa.
¿Por dónde ha venido esa deriva puritana de la que habla? Lo 'woke', que llaman en Estados Unidos, un tema que conoce usted bien. ¿Por la derecha o por la izquierda?
La derecha tenía tradicionalmente el monopolio del puritanismo. La izquierda, en los últimos años, se está esforzando mucho por alcanzar límites aún mayores.
¿Está al tanto de la política española o le aburre?
No tengo ni idea de qué me habla.
En un texto, usted escribe sobre “los seres dependientes de gobiernos, instituciones y paguitas”. ¿Los cree muchos en España?
¡Ay! No sé nada de porcentajes. Haberlos los hay, obviamente. También en Estados Unidos, no se crea. Me pregunta muchas cosas sobre política. ¡Espero que les pregunte a los políticos sobre mi nuevo libro y mi nuevo disco!
¿A qué político quiere que se lo recomiende?
¡A todos! Les va a encantar, ya lo verá.
Carga duro en uno de sus poemas contra la UE. Escribe: “Mísera Europa, mendicante y pordiosera. Lo que fue y en qué quedó”. ¿Qué hay detrás de este verso?
Europa ha muerto, ya lo advertían los Ilegales y… ¡quiénes somos nosotros para contradecir a Jorge!
Pero, ¿por qué tiene tan claro que Europa "ha muerto"? ¿Y si Europa, precisamente, es la herramienta que está consiguiendo la resistencia de Ucrania frente a Rusia?
Europa es un apéndice de los intereses de Estados Unidos, sobre todo en el tema que usted apunta.
"No se puede prohibir una planta. Bueno, sí se puede, pero es absurdo"
En Estados Unidos, donde usted vive, hay algunos estados que han emprendido el camino de la legalización de los hongos para terapias médicas. ¿Le gustaría que eso pasara en España?
En realidad, tampoco afecta mucho que los políticos y legisladores atiendan a estas cosillas. Si tiene interés, los hongos crecen.
En el Congreso de los Diputados, todavía no se ha aprobado la legalización del cannabis. Ciudadanos, como partido liberal, lo apoya. Más País, en la izquierda, también. Pero son islas con muy poca representación. ¿Usted qué opina?
Opino como Escohotado: “De la piel para dentro comienza mi jurisdicción”.
Es como si estuviera estipulado que para alcanzar la legalización del uso recreativo haya que pasar primero por la legalización del uso medicinal o paliativo. ¿Tiene eso su lógica?
No se puede prohibir una planta. Bueno, sí se puede, pero es absurdo. Hay que atender y aprender de lo que el planeta nos ofrece tan amablemente.
Vicente Gallego escribe en el prólogo del libro: “Presidente y ministros, tómense unos honguitos”. Oiga, ¡igual ya lo hacen! ¿Suscribe a su prologuista?
¡Ay!, Vicente a lo mejor tiene una esperanza que yo he perdido.
En el libro se ve a un poeta preocupado por los debates bioéticos de nuestro tiempo. Esto anterior que le acabo de decir se puede aplicar, por ejemplo, a la eutanasia. Atravesamos un momento en que la política se está acercando a esos debates. ¿Lo sigue con interés?
Dejar los debates importantes en manos de los políticos es como dejar a los zorros cuidando de un gallinero o como ponerme a mí manejando la próxima misión espacial.
Pero si los políticos no son quienes abordan esos debates y no legislan, ¿qué sistema podríamos adoptar que mejorara lo presente? Decía Churchill eso de que la democracia es el menos malo de los sistemas conocidos.
Yo qué sé. Quizá los políticos deban hacer algún examen de conciencia y preguntarse por qué la desconfianza del pueblo es tan absoluta.
También nos ocupa la inteligencia artificial. Ya se ha perfeccionado lo suficiente como para que los alumnos puedan aprobar determinados ejercicios sin escribir una sola letra. ¿Teme que un día las máquinas sean capaces de hacer arte?
El arte necesita un punto de vista. El arte es estrictamente humano. Quizá, en lugar de esforzarnos tanto en que la tecnología sepa hacer algo por nosotros, podríamos hacer el esfuerzo de desarrollar nuestras propias capacidades, que son muchas.
El libro acaba con un poema muy luminoso. “Somos buenos como Humanidad. Quizá como seres biónicos no estemos a la altura o como extraterrestres, o sumos sacerdotes, pero como Humanidad lo hacemos aceptablemente”.
Soy optimista con respecto al futuro. Confío en la capacidad del ser humano para resolver problemas y salir adelante. Si fuera por los agoreros, hace décadas que el planeta habría explotado o nos habríamos extinguido.
¿Es una resurrección? ¿Volverá Enrique Bunbury a los escenarios? Ya ha diagnosticado el glicol como causante de sus problemas de garganta.
Estoy escribiendo un nuevo poemario y terminando de componer mi próximo disco, cara al 2024. Muy centrado en el tema creativo.
Si no le pregunto por Héroes del Silencio, los fans del grupo destruirán este periódico. ¿Es posible el regreso? "Todo arde si se le aplica la chispa adecuada".
Hace 27 años que nos separamos. Cada vez son menos las posibilidades, ¿no cree?