Pedro Bofill fue secretario de información del PSOE y director de 'El Socialista'.

Pedro Bofill fue secretario de información del PSOE y director de 'El Socialista'. Nieves Díaz

Opinión HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Bofill, histórico del PSOE: "Apelo a la conciencia de los diputados socialistas para rechazar la amnistía"

"El acuerdo entre mi partido y Junts es una modificación fraudulenta de la Constitución" / "En nuestros comités, se quitaba la palabra a los que la utilizaban para halagar al líder. En los de Sánchez, sólo hay sometimiento" / "El enfrentamiento de Cataluña se ha trasladado a toda España".

12 noviembre, 2023 03:37

Entra en la biblioteca que fue de Unamuno o Valle-Inclán. El Ateneo. Anochece muy temprano y, aunque no han dado las siete, todo tiene el color amarillento de las lámparas sobre los escritorios. Es el mismo color de los periódicos viejos, algunos de ellos encuadernados en las estanterías.

Pedro Bofill (Alcazarquivir, 1946) dirigió una de esas publicaciones, de la que seguro hay ejemplares archivados en este lugar: 'El Socialista'. Como mano derecha de Enrique Tierno Galván, fue un especialista en la ideación de publicaciones clandestinas durante el franquismo. Primero en el Partido Socialista del Interior, que acabaría llamándose Partido Socialista Popular (PSP); y luego en el PSOE.

"Secretario de información", se llamaba el cargo. Suena a KGB, pero su función era la de relacionarse con periodistas para diseminar la doctrina de los suyos. Se sienta en el pupitre "121", el mismo número de escaños que tiene su partido. Porque conserva su carné y lo paga religiosamente.

Entrevista a Pedro Bofill

Religiosamente, también vota a sus siglas, pese a su radical descontento con el proceder de Pedro Sánchez. Esta actitud –la de la crítica contra el secretario general acompasada con el voto– es uno de los grandes enigmas que vamos a intentar resolver. ¿Por qué tantos socialistas de esta generación dicen que Sánchez es un "temerario" pero luego le votan?

Lleva algunos papeles bajo el brazo. Una americana oscura y de cuadros, como de la Transición. Moreno, muy moreno. "Cetrino", que se decía entonces. Tanto como para que un medio santanderino, cuando lo nombraron delegado del Gobierno en Cantabria, escribiera: "¡Nos mandan a un marroquí como delegado!".

Habla el veterano director de 'El Socialista'. El escritor de la vieja propaganda se dispone a analizar la nueva. Lo que más le enerva es el silencio ensordecedor de tantos compañeros. También el yugo con el que logra ese silencio la autoridad cesarista del secretario general.

Pedro Bofill se sitúa debajo de un cartel que ruega "silencio" y niega la mayor. Alza el brazo y pide la palabra.

Usted dirigió ‘El Socialista’. El otro día leí el último número. La doctrina ha cambiado, ¿eh?

Del mismo modo que ha cambiado la orientación del partido. Pero quiero hacerle una reflexión: veo a la prensa privada hoy casi tan condicionada como viene estando desde siempre la prensa propagandística.

Ha cambiado mucho el partido.

Es que el partido antes era muy abierto. Yo critiqué muchísimo a Felipe González en la comisión ejecutiva. Siempre con educación, claro. Pero ponía de manifiesto lo que no me gustaba. Nunca nadie me llamó al orden. Jamás. Lo de ahora es sorprendente.

Ese dogmatismo, esa adoración al líder, ese sometimiento… En nuestro momento, también había un liderazgo muy marcado. ¡Era Felipe González! Existía la disciplina, pero eso no impedía la crítica. En el último Comité Federal de Sánchez, se puso un tema tan importante como la amnistía encima de la mesa y sólo duró cinco horas. No se vieron más que aplausos.

¿Cuánto duraban los de su época?

En mi época, se quitaba la palabra a los que la utilizaban para halagar al líder. Nuestros comités duraban dos o tres días y eran un análisis crítico de lo que hacía el partido. Felipe y Alfonso se preparaban a conciencia porque tenían que intervenir mucho y convencer a los presentes.

¿La culpa es de las primarias?

Las primarias han traído una gran distorsión. Porque el que las gana se hace con la posibilidad de nombrar todos los cargos importantes de la organización. El líder se convierte en un César. Se pervierte la esencia de un partido democrático.

Sánchez “cambia de opinión” a la velocidad que se lo exige la permanencia en el poder. Pero, ¿cómo es posible que también lo haga toda una masa social? Los cargos del partido le deben el sueldo, pero los militantes y los votantes no.

Para el electorado de izquierdas había una línea roja: Vox. Creo que Feijóo no supo gestionar el tiempo que transcurrió entre las autonómicas y las generales. Cundió ese miedo a la extrema derecha. Eso movilizó al electorado del PSOE.

Al mismo tiempo, el votante potencial del PP se desmovilizó con el cara a cara en la tele. Porque Feijóo salió demasiado bien parado. Muchos amigos míos votantes del PP no regresaron de vacaciones para votar porque creyeron que todo estaba hecho.

¿El miedo a Vox es tan alto como para explicar que millones de personas apoyen a Sánchez en sus bruscos virajes?

Diferenciemos la militancia del votante en general. Veamos los resultados de la consulta interna. Un 36% de la militancia no votó. Y un 11% de los que lo hicieron se posicionó en contra. Es mucha gente y es llamativo en un partido tan disciplinado como el PSOE. La pregunta fue perversa.

¿Por qué?

Perversa y humillante. ¡Versaba sobre unos acuerdos que ya se habían firmado y que ya se habían presentado en público! La segunda parte de la pregunta hablaba de “las alianzas”. Pero, oiga, dígame en qué están basadas esas “alianzas”.

Disculpe, señor Bofill, es verdad que el enunciado era abstracto, pero ya han ocurrido muchas cosas como para que un militante socialista sepa qué significan esas "alianzas".

Por supuesto. Pero intento razonar sobre todos esos que no han querido siquiera votar. Conociendo a los partidos, y especialmente al PSOE, que es tan disciplinado, llama mucho la atención toda esa abstención. Creo que esa lectura no se está haciendo.

Respondiendo a su pregunta, a su incredulidad ante la aceptación de los giros de Sánchez: el militante vive inmerso en un engranaje sentimental. Si sienten que alguien ataca al PSOE, reacciona sobreprotegiéndolo. Por eso estas movilizaciones violentas están uniendo tanto al partido.

"Las movilizaciones violentas en Ferraz están uniendo al partido"

Luego hablaremos con más calma de las últimas cesiones de Sánchez, pero por concluir el capítulo sobre las dinámicas internas. ¿Usted sigue teniendo carné del PSOE?

Sí, lo tengo. Pago mi cotización.

En las últimas elecciones, conociendo ya de sobra el proyecto de Sánchez, ¿votó al PSOE?

Sí, lo voté.

Y en las próximas, ¿lo volverá a hacer?

Tengo que pensarlo, pero estoy tremendamente descontento. Voy a decir algo que pensamos muchos electores y militantes del PSOE: “Por encima del partido está España”.

Hemos llegado a un punto clave. Ocurre con muchos socialistas de su generación: dicen que todo es un desastre, que lo de Sánchez es intolerable, que es un hombre "temerario", pero cuando llega el momento de la verdad, le votan. Explíqueme ese razonamiento.

Parece una contradicción, es verdad.

Y es muy difícil de comprender para los votantes que no militan, para todos aquellos que viven la política con cierta distancia. “Dicen que se va a cargar España y lo votan”. Eso es una iglesia, no un partido.

Exactamente. Es una incoherencia. Hay dos factores que la explican: un hecho sentimental y el factor Vox. Me pregunta por qué apoyé al PSOE en las últimas elecciones. Pensé que, con las previsiones tan malas que tenía el PSOE, votando a Sánchez estaba apoyando la centralidad política de mi organización.

Y que la centralidad del PSOE, junto a la centralidad del PP, iba a empujar al país a aprovechar una oportunidad única. Una oportunidad tan buena como la que tuvimos cuando Sánchez y Rivera sumaron mayoría absoluta.

No entiendo bien el mecanismo.

Votando al PSOE, fortalecíamos una opción que no iba a ser la ganadora, pero le dábamos escaños suficientes como para sumar con el PP y aprobar grandes pactos de Estado. Creí de veras que los dos grandes partidos serían capaces de dialogar.

Ese razonamiento, si me lo permite, es de una gran ingenuidad.

Los milagros ocurren en política.

Votó con tanto deseo como ingenuidad.

Sí, pero el PSOE no había cruzado la línea roja que acaba de cruzar. Ahora se ha saltado la legalidad. Sánchez nos ha humillado definitivamente a todos los militantes.

Con esa manera de proceder, como dice José Peláez, “el sanchismo se morirá en la cama”.

Sánchez seguirá vivo mientras el electorado no cambie. Sé que estoy exhibiendo una gran incoherencia, pero debo afirmar que lo hice pensando en que la debilidad electoral del PSOE sería mucho mayor de lo que luego resultó.

El frentismo y la dinámica de bloques, ¡es que ni siquiera dialogan!, nos aboca a la catástrofe. Mi partido habla de “mayoría progresista”. Pero, ¿cómo va a ser progresista Bildu? Siguen rindiendo homenajes a los terroristas de ETA. ¿Cómo va a ser progresista Esquerra Republicana? ¿Por llamarse Esquerra? Tiene un origen totalitario y de carácter fascista. No hay más que ver los uniformes que llevaban sus juventudes en los años treinta. ¿Cómo van a ser progresistas esos carlistas inveterados de Junts? Por no hablar del populismo reaccionario de Sumar. Ojalá mi partido defendiera hoy los principios del socialismo liberal.

El “socialismo a fuer de liberal” del que habló Indalecio Prieto. Pero aquello hace tiempo que desapareció de la organización.

Esa frase no llegó caída del cielo. En los años veinte, se produjo un gran debate en el seno del socialismo. Unos querían imponer un sistema de partido dictatorial y otros confiaban en la llegada al socialismo a través de la libertad individual. Los del "socialismo liberal" eran todos aquellos que asumían la alternancia democrática en el poder.

Pedro Bofill, retratado en la biblioteca de 'El Ateneo'.

Pedro Bofill, retratado en la biblioteca de 'El Ateneo'. Nieves Díaz

Zapatero llegó a reconocer en una entrevista que tenía su lógica que un partido político muy crítico con el nacionalismo fuera automáticamente catalogado como “de derechas”. La mutación, entonces, no empezó con Sánchez.

Por supuesto que no. Respeto los grandes avances en derechos civiles logrados por el gobierno del presidente Zapatero. Eso está en su haber. Pero en esa época, desgraciadamente, empezaron convulsiones territoriales muy grandes.

Aquello que dijo… “Aprobaré el Estatuto que venga del Parlament de Cataluña”. Eso fue en contra de la división de poderes. Porque la soberanía nacional está en el Congreso, no en los parlamentos autonómicos. Zapatero alentó un nuevo Estatuto de Cataluña. No lo entendí. Se inició una gran desestabilización.

Le digo un argumento que utilizan algunos socialistas de hoy, aunque todavía con la boca pequeña: “Nosotros pactamos con Bildu igual que vosotros pactasteis con el franquismo en la Transición”.

No tiene nada que ver. Nosotros pactamos con unos representantes que ofrecieron una Ley de Reforma Política, además aprobada luego en referéndum por el pueblo español. Provenían del franquismo, pero se habían hecho el haraquiri para facilitar la concordia. Es justo lo contrario a pactar con Bildu.

Nosotros íbamos hacia la convivencia. Lo que hace Sánchez es enfrentar a la sociedad española en dos bloques. España no se va a romper, pero se está despiezando el Estado y se está enfrentando a la gente. El logro de los independentistas es que han trasladado el enfrentamiento de Cataluña a toda España. Conseguimos una Constitución y pusimos fin a las guerras cainitas.

¿Es una cuestión generacional la oposición a Sánchez? Tengo dudas. Hay exministros como Solana, Maravall o Almunia que están a favor de la amnistía.

No, no es una cuestión generacional. Porque en el colectivo “Fernando de los Ríos”, donde hay muchos socialistas descontentos, también participa mucha gente joven. Mire, procedo del Partido Socialista Popular de Tierno Galván. Nos integramos en el PSOE en 1978. Antes, teníamos cinco diputados. Formé parte de una pequeña comisión que preparó enmiendas al proyecto de Constitución.

Una de nuestras sugerencias, la 504, era que las Cortes Generales pudieran tener la capacidad de amnistiar. Nos inspiramos en la Constitución de la República. La enmienda fue rechazada en el debate. Si el poder constituyente rechazó esa figura jurídica, ¿cómo va a enmendar eso el poder constituido?

Sánchez quiere lo mismo que querían ustedes hace décadas.

Lo quisimos por continuidad con la República. Éramos republicanos. La mayoría parlamentaria, las Cortes constituyentes, rechazó nuestra enmienda... afortunadamente.

"La amnistía sólo es el reencuentro de un grupo de independentistas consigo mismos"

Hablemos con más detenimiento de la amnistía. Moncloa sostiene que es necesaria para garantizar “el reencuentro entre españoles”.

No es cierto, no hay más que ver lo que ocurre. Es el reencuentro de un grupo de independentistas consigo mismos.

Por el lado independentista, tampoco hay reencuentro posible. Joan Tardà, en esta misma sección, decía el otro día que para Esquerra Republicana el reencuentro es “ejercer el derecho de autodeterminación”.

Hay mucha indignación en la calle. No hay reencuentro, sino enfrentamiento. Todo esto supone una gran humillación para los militantes del PSOE en particular, pero también para los españoles en general. Es una humillación para cualquier demócrata.

Pedro Bofill fue uno de los colaboradores más cercanos de Enrique Tierno Galván en el PSP.

Pedro Bofill fue uno de los colaboradores más cercanos de Enrique Tierno Galván en el PSP. Nieves Díaz

Habrá leído el texto suscrito con Junts. Son apenas 1.500 palabras.

Sí. El acuerdo es una modificación fraudulenta de la Constitución que aprobaron los españoles en referéndum. Es un pacto que acaba con el Estado de Derecho.

Se refiere al famoso "lawfare" –persecución de la justicia a un individuo por motivos políticos– entonado por el independentismo y asumido por el PSOE.

Someten la justicia a los intereses políticos del Gobierno, que ha instrumentalizado también el poder legislativo. Habrá dos ordenamientos jurídicos y dos justicias. Una para los independentistas y los sediciosos; otra para el resto de los ciudadanos. La amnistía significa culpar al Tribunal Constitucional de la sedición de los independentistas. Me parece una ignominia.

El debate de fondo es la igualdad. El partido mayoritario de izquierdas está defendiendo sin ambages la desigualdad de derechos entre ciudadanos. Amnistía, condonación de deuda y Cercanías para un grupo de ciudadanos en detrimento de otros.

Por no hablar de la fragmentación de la hacienda común con la que amaga el acuerdo firmado con Junts. Ya sólo con la condonación de la deuda, pagaremos entre el resto de españoles el despilfarro económico de los independentistas catalanes.

Lo asombroso es el silencio de los socialistas asturianos, cántabros, extremeños, navarros… En fin, de todos.

Están introduciendo una gran desigualdad entre españoles. Eso es lo más grave: se olvidan de que la desigualdad que se genera no es entre territorios, sino entre ciudadanos.

Y ya no parece que tenga remedio: pronto será aprobada la ley en el Parlamento.

Como votante y militante socialista, reclamo que los diputados rechacen la amnistía y los acuerdos con los independentistas por coherencia con sus principios y con el programa electoral. Apelo a sus conciencias. "Hacer de la necesidad virtud" por un cambalache de siete votos es un baldón para el PSOE y su Historia.

"No estoy de acuerdo. La convivencia en Cataluña no ha mejorado con los indultos"

¿Usted estuvo a favor de los indultos? Moncloa los esgrime como prueba de que la convivencia en Cataluña es hoy mejor que antes.

También estuve en contra. Lo dejé por escrito en algunos artículos. Una de las exigencias tradicionales al indultado venía siendo el arrepentimiento. Con ellos no hubo una pizca y todo el mundo lo sabe. Han dicho que lo volverán a hacer.

Y no estoy de acuerdo con que la convivencia haya mejorado. El conflicto sigue latente. Si a un niño que llora le das lo que pide, deja de llorar. Pero al rato te pide más. Y luego más. Se calla porque le das. Pero aprende el mecanismo: callar para conseguir. Se está aplicando el apartheid en los colegios, los médicos no tienen igualdad de oportunidades, se ejerce presión contra algunos comercios… ¿De verdad ha mejorado tanto Cataluña?

¿Hasta dónde cree que está dispuesto a llegar Sánchez? Sólo queda un escalón: el referéndum de autodeterminación.

No sé hasta dónde puede llegar Sánchez. Europa nos perjudicará de alguna manera cuando se amnistíe la malversación de caudales públicos. El comisario de Justicia de la Unión Europea ya ha puesto ahí el foco. No tengo ni idea del precio que puede pagar por estar en La Moncloa. Yo, si estuviera en su lugar, no habría pagado ni un céntimo de lo que ya ha pagado.

¿Qué cree que piensa la dirección del PSOE de los socialistas como usted?

Que soy un traidor, un analfabeto político, un viejo y un rancio. Hombre, viejo sí lo soy porque el tiempo no perdona. Pero, ¿soy rancio por defender la convivencia y la democracia? ¿Soy un traidor por combatir el enfrentamiento al que nos empujan? Entonces, sí. Soy un traidor y un rancio.

Un momento de la entrevista celebrado en El Ateneo, que vive sus mejores tiempos desde hace décadas.

Un momento de la entrevista celebrado en El Ateneo, que vive sus mejores tiempos desde hace décadas. Nieves Díaz

El otro día apoyó usted en un acto al germen de un próximo partido de izquierdas antinacionalista y contra los privilegios identitarios. ¿Tiene futuro?

Tendrá que decirlo el electorado. Me parece una buena oferta política.

Escuché las intervenciones. Este movimiento, llamado "El Jacobino", es una izquierda ilustrada, que recuerda al PSP de Tierno Galván, donde usted militó y jugó un papel clave. Lo que pasa es que, en el PSOE de hoy, es impensable la integración de cualquier corriente.

Es muy difícil que un sector que defiende con firmeza los principios constitucionales se pueda integrar en el PSOE de hoy. Es realmente imposible que el actual PSOE pueda admitir en su seno una corriente que desdiga al líder. Pero, ¿cómo va a hacerlo? ¡Si no dialogan con el partido mayoritario de la oposición!

Vox es una línea roja para mí. Pero nosotros tenemos líneas rojas también por el otro lado: los partidos independentistas. Este esquema de bloques nos lleva a la pérdida del reconocimiento como un país democráticamente muy avanzado.

Usted sigue teniendo carné del PSOE. ¿Qué otra barrera debe cruzar Sánchez para que lo rompa?

Lo romperé si cruza más líneas rojas.

¿Qué otras líneas rojas quedan por cruzar?

Las que pongan en peligro la unidad de España.

¿Se refiere al referéndum?

Sí. El referéndum es la última línea roja. Quiero luchar desde dentro del PSOE.

Bofill fue diputado socialista desde 1979 hasta 1989.

Bofill fue diputado socialista desde 1979 hasta 1989. Nieves Díaz