De igual manera que, al día siguiente de la caída del Muro de Berlín, parecía como si no hubiera existido nunca, la indiferencia con que la sociedad española ha acogido la escenificación de la disolución formal de ETA es el síntoma definitivo de la futilidad de su sanguinaria trayectoria. Casi sesenta años de asesinatos, secuestros, coacción y estragos no le han servido a la banda terrorista para conseguir ninguno de sus objetivos. Sólo quedan sus víctimas como testigos de cargo ante el paredón de fusilamiento intelectual y ético en el que sin duda la colocará la Historia.
Los crímenes de ETA enlutaron, sin embargo, durante más de medio siglo, de forma periódica y recurrente, a la sociedad española y condicionaron transversalmente su vida política. También impregnaron mis vivencias periodísticas. Estos diez episodios son una prueba coral, casi aleatoria, de todo ello. Reflejan la fragilidad del proyecto titánico de Adolfo Suárez, el abismo moral en el que cayó González por la vía del contagio y el acierto complementario de la firmeza de Aznar y la flexibilidad de Zapatero. Igualmente constatan la cerril irracionalidad que impregnaba el reduccionismo mental de ETA y el océano de sufrimiento al que, con niveles de vileza sin otro parangón que los de su imbecilidad, arrojaron a sus víctimas. En homenaje a ellas recordemos la siniestra anatomía del monstruo que permanecerá para siempre en el debe que el nacionalismo vasco ha contraído con el progreso de la civilización humana.
1.- La partitura interrumpida
23 de Febrero de 1979: Las Arenas (Vizcaya)
Agentes de la Policía Nacional con chalecos antibalas y las armas listas para disparar jalonan nuestro recorrido desde el aeropuerto de Sondica hasta el Hotel Villa de Bilbao. Nada más aterrizar, el líder de UCD ha bromeado con el ministro de Industria y número uno por Vizcaya, Agustín Rodríguez Sahagún, sobre su pelo de puercoespín: “No se te ocurra ceder a las presiones y dar el nombre de tu peluquero porque de verdad que lo arruinas”.
Tras un acto con un centenar de simpatizantes, Adolfo Suárez ha decidido cambiar el programa de su jornada de campaña electoral para visitar en Las Arenas al delegado provincial del Ministerio de Agricultura, Victor Herrero Royo. Los poli-milis de ETA le han secuestrado la víspera y le han abandonado en el monte tras pegarle un tiro en una pierna.
En el piano adosado a la pared del salón alguien ha dejado una partitura abierta de Para Elisa de Beethoven. ¿La estaba interpretando él o era su esposa la que la tocaba cuando se lo llevaron? He aquí el símbolo de todo lo que el terrorismo deja a medio hacer cuando lanza inesperadamente uno de sus zarpazos que arrebatan a alguien de entre los suyos. También de su propia irrupción en la historia de una nación que trata de interpretar una melodía diferente de las que ambientaron sus tragedias.
Víctor Herrero cuenta en su dormitorio que le vendaron los ojos y sintió que iba a morir cuando sonó el disparo. Luego notó que la sangre sólo manaba de la pierna. El ha podido contarlo. Muchos otros no.
A las tres y diez de la madrugada, Adolfo Suárez me acompaña en su coche a casa. “Créeme, si ganamos, podemos hacer; vamos a hacer… un país maravilloso”.
Suárez volverá a ganar las elecciones. Pero durante dos años terribles ETA seguirá tiñendo de sangre y luto ese “país maravilloso” y cebando así la reacción golpista. Ni él ni yo podemos imaginar que estamos a dos años exactos del 23-F.
2.- Dos granadas, un sedal, un anzuelo y ¡boom!
31 de agosto de 1985. Polideportivo Magariños, Madrid.
Así me lo contó por escrito mi ex-compañero de colegio, el arrepentido del comando Madrid, Juan Manuel Soares Gamboa.
"Encuentro de básket en el Ramiro de Maeztu; Juventud versus Estudiantes, del que sabemos eres seguidor. Entro en el pabellón en compañía de Esteban Nieto (condenado a casi tres mil años de cárcel por los atentados más sangrientos de ETA en Madrid). La Demencia lo llena todo con su griterío y empuje habitual. Objetivo: localizar a Pedro J. Ramírez, a quien yo podía distinguir perfectamente, lo conozco de los Maristas de Logroño. Las fotografías de los periódicos actualizan mis recuerdos".
"En la casa de Carranza 11, 1º, se encuentra el resto del comando (De Juana Chaos, Troitiño y La Tigresa) con un artefacto rudimentario, confeccionado a base de dos granadas de mano defensivas, las más destructivas, y que debidamente conjuntadas, se colocarían debajo del coche de Pedro J. Ramírez con un sencillo mecanismo, un sedal de pesca anudado a un anzuelo que se clavaría en la rueda delantera izquierda y que al girar haría que el sedal tirase de la anilla y ¡boom! La segunda opción era meterlas por la ventanilla del coche y adiós. En cualquier caso, te perseguiríamos hasta conseguirlo. No apareciste o no te vi. Me alegro de que no aparecieras".
Veinte años después, le hago ante las cámaras de Telemadrid la más elemental de las preguntas:
- ¿Y no pensaste en que la persona a la que queríais matar también tenía una familia, también quería a alguien, también tenía personas que le querían a él, como hay personas que te quieren a ti? ¿No pensaste en eso?
- No, en esas cosas no se piensa en ese momento. Cuando estás en ETA y en un comando de acción no se piensa en ese tipo de cosas. No existe la empatía. Se decide que tú eres un enemigo del País Vasco, no sé por qué motivos, y eres perfectamente ejecutable en ese momento.
- ¿Ejecutable?
- Ejecutable, o sea que es así porque es así.
- ¿Por qué coño sigues utilizando la palabra "ejecutable"? ¿Qué es eso de "ejecución"? "Ejecución" es cuando hay un tribunal que...
- Porque estamos hablando el lenguaje de una banda terrorista... Lo más honesto es relatar las experiencias que he vivido, tal y como ocurrieron, para que se vea la verdadera vergüenza y la verdadera barbarie de aquel momento. Otra cosa es que te moleste la forma de decirlo.
3.- La ley del Talión en los pasillos del Congreso
7 de diciembre de 1987: Congreso de los Diputados
Acaba de terminar la recepción del Día de la Constitución. Felipe González me aborda en el pasillo que circunvala el hemiciclo. Primero ironiza sobre mi última Carta, titulada Un presidente que no nos merecemos: “¡Qué buen artículo has publicado este domingo…!”. Después cambia el gesto y empieza a arremeter sobre las revelaciones de Diario 16 entorno a los GAL.
- Lo que estáis publicando es horrible, lo que está publicando Melchor Miralles es terrible… A veces tengo la sensación de que ETA cuenta con el apoyo de dos periódicos: Egin y Diario 16.
La sorpresa es mayúscula y apenas puedo balbucear unas palabras de protesta:
- ¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes decir algo así, presidente?
Entablamos entonces una discusión sobre las noticias acerca de una posible negociación con ETA y, de repente, él tensa sus músculos, agría el rostro, dirige el índice amenazante hacia mí y explota:
- Mira, lo único que tenemos que negociar con ETA es que si ellos dejan de matarnos a nosotros, nosotros dejaremos de matarles a ellos.
Varias colegas observan alarmadas la agresividad de su gesto. La cámara de José Pastor lo capta para la posteridad.
4.- "Antes de matarlo, había que interrogarle”
31 de marzo de 1988: Hotel El-Aurassi (Argel)
Eugenio Etxebeste Antxon, un hombre ostensiblemente flaco al que sus compañeros de ETA continúan llamando El Gordo, me explica los cinco puntos de la “alternativa KAS”, tal y como las plantea la banda en las negociaciones con el Gobierno, respaldadas por sus anfitriones argelinos.
- Primero, la Constitución debería ser modificada para incluir el derecho de autodeterminación. Segundo, debería aprobarse un nuevo Estatuto para el País Vasco que incluyera también Navarra. Tercero, todos los presos deberían ser excarcelados. Cuarto, la Guardia Civil y la Policía se retirarían de Euskadi; la Ertzantza sería depurada de “lacayos” y los cuatro “territorios históricos” formarían una Capitanía Militar única en la que los vascos harían la mili. Quinto, ETA apoyaría las propuestas de corte socialista que mejoraran las condiciones de los trabajadores vascos.
En ningún momento me habla de independencia:
- La España de las Autonomías es algo rebasado que corresponde a la etapa de la muerte de Franco. El Estado Federal es la fórmula propia de un mayor desarrollo político.
Le pregunto si es cierto que en la cúpula histórica de ETA el difunto Txomin era el nacionalista y él quien abanderaba el marxismo. Dice que él se identifica con la “perestroika” y que fue Arzalluz quien impulsó esos estereotipos.
- Es curioso. La primera vez que hablamos, el que parecía de ETA era él; y el del PNV, yo.
Pero el tono moderado de Antxon termina cuando le hablo de los últimos crímenes de la banda. Por ejemplo, el del anciano general Azcárraga, asesinado el domingo anterior a la salida de misa.
- ¿Cómo se puede hacer algo así con una persona de ochenta y pico años?
- Antes de matarlo, habría que haberle interrogado para que rindiera cuentas sobre el papel que desempeñó en su vida.
Antxon recurre al francés para decir que es “affreux”, que yo ponga el foco en los atentados de ETA y la ilegitimidad de su violencia.
- Pero lo horroroso son todas esas muertes: el viejo general, Hipercor, Zaragoza…
- Desde vuestra óptica sólo se ve una parte del horror. No se ven las masacres contra los refugiados vascos. No se ve el asesinato de Lucía Urigoitia de un tiro en la nuca…
- Quien habitualmente emplea ese procedimiento es ETA…
- Nosotros no tenemos ni misiles, ni tanques, ni aviones. Nos gustaría poder utilizar otros medios, pero tenemos que librar esta guerra con los recursos que están a nuestro alcance. Por eso recurrimos por ejemplo a los coches-bomba…
- Como en Zaragoza donde murieron mujeres y niños…
- Los argelinos nos dicen que no entienden cómo una fuerza militar vive con sus mujeres e hijos en tiempos de guerra. Porque esta es una guerra no convencional, una guerra no declarada, pero en todo caso una guerra.
- Pero acercarse por la espalda a un anciano de ochenta años, apuntarle con una pistola y…
- Al que menos le habrá gustado es al compañero que habrá tenido que hacerlo…
5.- "Una victoria militar es inviable para ambas partes"
14 de diciembre de 1988. Un hotel en el centro de París.
Yo tampoco he acudido a mi despacho de Diario 16, en este 14-D en el que Nicolás Redondo y Marcelino Camacho han parado España contra Felipe González; pero no porque secunde la huelga general, sino porque tengo una cita con la dirección de ETA. Se trata de la primera entrevista que la banda terrorista accede a mantener con un medio nacional de fuera del País Vasco. Sólo hay una condición: yo pregunto, ellos responden.
El encuentro tiene lugar en un hotel del centro de París, al que he llegado tras viajar en tren y adoptar múltiples precauciones. José Luis Alvárez Santacristina, Txelis, ideólogo de la banda, ejerce de principal portavoz. La reunión durará 27 horas ininterrumpidas. Sólo me permiten hacer dos llamadas de veinte segundos, desde una cabina, a mi familia y a la redacción, para decir que estoy bien. Me acompaña un etarra con un reloj con segundero en una mano y una pistola en la otra. Más tarde sabré que se trata de Mikel Albisu, más conocido como Antza.
La entrevista, tal y como queda grabada y transcrita, transcurre cargada de tensión. Cuando mi interlocutor habla del "cese temporal de las ejecuciones" para propiciar una negociación con el Gobierno, me sale del alma la misma objeción que formulé al hombre que intentó matarme.
- ¿Por qué hablan de "ejecuciones" como si ustedes tuvieran el poder de administrar justicia? En el lenguaje corriente a esos actos se les llama asesinatos...
- Esta es la respuesta que la organización entiende que debe adoptar contra sus enemigos de guerra. Una guerra que no hemos empezado nosotros, sino que se nos ha impuesto...
Poco después planteo la pregunta que dará pie a la respuesta clave de la entrevista.
- ETA intentaba provocar en el pasado la insurrección del pueblo vasco. Al proponer ahora la negociación, ¿no está de alguna manera reconociendo la imposibilidad de ganar la guerra que dice librar?
- Esta es una guerra en la que ambos enemigos deben reconocerse, en orden a dar una solución negociada y política al conflicto. Está claro que una victoria militar es inviable para ambas partes.
¡Ahí está el titular! Es la primera vez que ETA reconoce de forma explícita la falta de horizonte "militar" para su "lucha armada".
- ¿Qué solución les queda entonces a ustedes si no consiguen ese acuerdo negociado?
- Continuar luchando. Y le devolvemos el argumento: a los poderes del Estado no les queda otra alternativa, si no quieren negociar, que verse obligados a cometer un auténtico genocidio... y continuar siendo objeto de nuestros ataques, que nunca cesarán.
- Pero la democracia española ha sobrevivido a doce años de acoso por parte de ETA...
- La democracia española de la que usted habla está tan llena de contradicciones y es hasta tal punto responsable de la cerrazón antidemocrática ante el contencioso vasco, que no merece ese calificativo.
- ¿Justifica la causa de la "autodeterminación de Euskadi" acabar con la vida de más de seiscientas personas?
- A esa pregunta debemos responder con otra pregunta: ¿justifica la pretendida causa de la "unidad española", de la "integridad territorial española" acabar con las ansias de libertad de un pueblo?
Durante horas tengo la sensación de estar chocando contra una pared de cemento, pero ni una sola pregunta queda sin formular: "¿Por qué tienen que ser ustedes los jueces y los verdugos?", "¿quién les ha elegido para castigar de esa manera "ejemplar" a los narcotraficantes", "¿no les preocupa haber podido matar a personas basándose en denuncias falsas?", "¿qué opinión le merecieron a ETA las opiniones que, dentro del propio mundo abertzale, calificaron el atentado de Hipercor de "asesinato"?", "¿cómo pudieron ordenar la muerte de alguien que como Yoyes compartía sus mismos ideales?", "¿qué les parecería que el Estado español restableciera la pena de muerte y la aplicara a los presos de ETA?".
Todas las respuestas son, en definitiva, variaciones sobre un mismo tema. A mi modo de ver, sobre un mismo delirio:
-Si a nosotros nos están pisoteando con medios armados, con cañones, con tanques, con miles de muertos, con el trasfondo y peso de una realidad como la guerra de 1936, con toda una represión históricamente probada, con constituciones, leyes orgánicas, decretos... ahora con los socialistas... Con toda esta situación, usted nos dice que no es lícito el alzarse en armas. Nosotros le decimos: ¡sí es lícito!
Vuelvo a Madrid con amargura. He conseguido un valioso documento periodístico, pero he constatado que hay un abismo infranqueable entre el pacifismo aferrado a la legalidad y el sentido utilitario de la violencia. Nadie podrá convencer a ETA. Habrá que derrotarla.
6.- La tortura, la fosa, el tiro en la nuca, la cal viva
15 de marzo de 1995. Despacho del fiscal Ignacio Gordillo en la Audiencia Nacional.
Siento que me dan arcadas, que algo se me revuelve por dentro, que el espanto me atornilla a la silla y los ojos se me salen de las órbitas.
-Oh, no. Dios mío. No puede ser verdad. No, esto no hemos podido hacerlo nosotros. No es posible. En nuestro país, en nuestro tiempo... qué horror.
Y, sin embargo, ahí están las fotos que mi amigo, el fiscal Gordillo, va dejando caer lentamente sobre la mesa cual latidos de un macabro solitario. Primero me muestra los esqueletos ensabanados con sus cráneos resquebrajados, con sus tibias y fémures superpuestos sobre un amasijo de costillas y otros restos calcáreos. Luego me enseña los detalles que han permitido reconocerlos por las dentaduras. Después me pide que me fije en los primeros planos de las manos y los pies con las hendiduras de las uñas alarmantemente vacías. Por fin, me hace ver los restos de apósitos y vendajes ensangrentados, hallados junto a los cadáveres.
- Lasa y Zabala fueron salvajemente torturados hasta arrancarles la información que buscaban. Intentaron curarles rudimentariamente las heridas. Los metieron en un coche, los llevaron hasta la provincia de Alicante, les obligaron a cavar una fosa, los mataron de un golpe seco en la cabeza, los remataron con un tiro en la nuca y los sepultaron bajo 50 kilos de cal viva.
El relato del fiscal me sepulta a mí en una sima de tristeza. Vuelvo a la redacción de El Mundo hundido en la sensación de que el peor daño colateral del terrorismo llega cuando contagia de su infamia a los encargados de combatirlo.
7.- El plan de Aznar para acabar con ETA en cinco frentes
1 de diciembre de 1999, 24 de febrero de 2000. Palacio de la Moncloa.
ETA acaba de anunciar la ruptura de la bautizada por Jaime Mayor Oreja como "tregua trampa": catorce meses sin atentados durante los que el PNV ha estrechado su colaboración con la izquierda abertzale. Aznar ha mantenido una tensa entrevista con el lendakari Ibarretxe y nos ha convocado a cenar a los directores de periódicos para compartir con nosotros su diagnóstico:
- Autoricé una reunión con el entorno de ETA y se celebró esa reunión. Quedó fijado un segundo encuentro pero ellos lo cancelaron. Autoricé una reunión directamente con ETA y envié a ella a mis representantes más cualificados (Javier Zarzalejos, Martí Fluxá y Pedro Arriola). Quedó fijado un segundo encuentro y de nuevo ellos lo cancelaron. La verdad es que nunca pensé que esta tregua pudiera dar paso a una situación estable distinta de la que hemos vivido todos estos años, pero he tratado de que durara lo más posible...
Nunca había visto a Aznar tan cariacontecido. Los párpados cuelgan bajo sus ojos, como si se preparara para lo peor. Las copas y la botella sobre la mesa le ayudan a escenificar lo sucedido:
- En realidad se trataba de un pacto entre tramposos en el que Arzalluz ha intentado engañar a todo el mundo al mismo tiempo. Durante estos meses se ha ido de copas con ETA. Y lo que pretendía el PNV era que la sociedad española pagara la cuenta, aceptando el derecho de autodeterminación. Yo no estaba dispuesto a pagarla, entre otras cosas porque desde el inicio de la Transición les hemos dado y les hemos dado y les hemos dado, y ya no me queda líquido en la botella para darle nada más al nacionalismo vasco.
Al final nos quedamos unos minutos a charlar a solas bajo el porche de Moncloa. Envuelto en un halo de tristeza, Aznar me dice con preocupación extrema:
- Esta situación me produce más angustia que la del ultimátum sobre Miguel Ángel Blanco. Entonces yo sabía que le iban a matar a él. Ahora sé que van a matar a alguien, pero no sé ni cuándo, ni dónde, ni cómo, ni a quién.
El cuándo es el 21 de enero; el dónde, la calle Pizarra de Madrid; el cómo, el consabido coche-bomba; y el quién, el teniente coronel Pedro Antonio Blanco. Cientos de miles de personas se manifiestan en Madrid. Los expresidentes Suárez, González y Calvo Sotelo arropan a Aznar en la cabecera.
Pero ETA no se inmuta y un mes después asesina al portavoz del PSOE en el parlamento vasco Fernando Buesa. La tensión con el PNV se hace patente en la capilla ardiente. A la vuelta de su funeral, Aznar me dice sin ambages que "Arzalluz es el jefe de los nazis". También que ha tomado la doble decisión de forzar al PNV a romper con el entorno de ETA y de plantar cara a la banda en todos los frentes, “hasta acabar con ella”.
No son cuatro palabras voluntaristas, lanzadas al albur. Paseando bajo los plátanos del jardín de la Moncloa me habla de una “nueva estrategia” para terminar con ETA basada en “cinco pilares”: el policial y el judicial, por supuesto, volcando todos los medios del Estado de Derecho en el empeño; pero también el de la movilización social, el de la ofensiva diplomática y, lo más novedoso, el del estrangulamiento político. Es la primera vez que me habla de ilegalizar HB para echar a los cómplices de ETA de las instituciones. La decisiva Ley de Partidos ya está en su caletre.
8.- La homilia del obispo Pardo
8 de mayo de 2000. Iglesia de San Martín. Andoain (Guipuzcoa)
Despedimos a nuestro compañero en un ambiente repugnantemente hostil. Las calles de Andoain incluyen pintadas terribles como un "jódete" dedicado a la viuda de López de Lacalle y otras en las que se llama "asesino" al asesinado. Puesto que el ayuntamiento se ha negado a albergar la capilla ardiente, sólo queda la iglesia para que, al menos en el funeral, se produzca una clarificación moral de lo sucedido.
Oficia el obispo auxiliar de San Sebastián, monseñor Uriarte. En primera fila, el lendakari Ibarretxe y el ministro del Interior Jaime Mayor Oreja. Yo, muy cerca como director del periódico en el que publicaba José Luis los artículos por los que le asesinaron dos etarras que ni siquiera los habían leído.
Monseñor Uriarte condena sin paliativos el asesinato y pide a ETA que abandone las armas. Pero, sin solución de continuidad, con la víctima de cuerpo presente, se dirige enseguida al ministro, exhortándole a superar el "bloqueo del proceso de paz" y reclamando el "acercamiento" de los presos etarras, el diálogo con "todas" las fuerzas políticas -Batasuna incluida- y la adopción de "medidas de distensión" que alivien el "sufrimiento" de los reclusos.
No puedo creer lo que estoy oyendo. Miro alrededor y contemplo la satisfacción de Ibarretxe, la consternación de Mayor Oreja, la indignación de Enrique Múgica y los ojos humedecidos de José María Fidalgo. Los compañeros de López de Lacalle en el Foro de Ermua me dirán después que "si José Luis hubiera podido, habría levantado la tapa del ataúd y habría salido corriendo".
Mi siguiente Carta equipara a Uriarte con Konrad Gröber, a quien su simpatía por los camisas marrones nazis, que imponían la ley del terror por la fuerza, hizo merecedor del sobrenombre del "obispo pardo". Un portavoz de la Conferencia Episcopal me llama para decirme que Monseñor Uriarte está sufriendo mucho por ese paralelismo. Pienso que a José Luis le habría parecido justo.
9.- "La parte más difícil de ser presidente"
Martes 8 de febrero de 2008. Palacio de la Moncloa
El fiasco de la negociación con ETA que desembocó en la voladura de la T-4 ocupa el bloque principal de la entrevista más larga -ocho horas de grabación- jamás realizada a un presidente del Gobierno. También la más dura. Yo he acusado a Zapatero de jugar al ajedrez con la muerte y de confundir las fauces abiertas del cocodrilo con una sonrisa. Rajoy ha ido más lejos y le ha acusado de "traicionar a los muertos". El ha aguantado estoicamente las críticas. Ahora aprovecha la entrevista para admitir por primera vez que los "contactos" con ETA siguieron tras el atentado. Es obvio que trata de pinchar el globo del escándalo antes de que alguien lo infle durante la inminente campaña electoral.
- Un pronóstico tan equivocado como el que usted hizo la víspera del atentado de la T-4 ("Dentro de un año estaremos mejor que hoy") no tiene precedentes. Ya ha reconocido que fue un error, pero ¿por qué lo cometió?
- Nuestro diálogo democrático, de personas civilizadas que sólo usan la palabra, el comportamiento cívico y las urnas tiene un registro que nada tiene que ver con el de quienes usan la violencia, matan y ponen bombas, teóricamente por unas ideas políticas.
- ¿Tenía información equivocada? ¿La analizó mal?
- Resultaba inconcebible para cualquier demócrata, para cualquiera con sentido común, que en un proceso abierto en el que el diálogo se mantenía, hicieran una barbaridad como la de la T-4 como elemento de presión.
- ¿Era tanta la pasión que estaba usted poniendo en el empeño que ya no tenía capacidad de analizar las cosas con frialdad?
- Ante todo, aquello fue una atrocidad que costó la vida a dos personas. Pero, en segundo lugar, desde mi punto de vista, desde una mínima racionalidad, aun sabiendo que tienes enfrente a un grupo terrorista, no era pensable que pudieran cometer una acción como esa.
- ¿Cómo se entiende, entonces, que después de que usted adquiere conciencia de la verdadera naturaleza de esos individuos, continuaran los contactos?
- Pero continuaron con una situación muy deteriorada, muy deteriorada. Y fue debido al deseo de instancias internacionales. Al ver que tenían toda la buena voluntad de que pudiera verse la luz al final del túnel, de que aquello no fuera el fin... Pero la verdad es que había ya muy pocas posibilidades.
- ¿Y no sintió en ese momento ningún escrúpulo moral al autorizar que siguieran los contactos con quienes acababan de matar, rompiendo sus propias reglas de tregua?
- Matar habían matado siempre.
- Pero usted dice que autorizó esos nuevos contactos a petición de instancias internacionales. ¿No le creó eso un conflicto ético?
- En absoluto. Mi ética es la ética de la responsabilidad. Mi principio ético era agotar hasta el último suspiro las posibilidades de evitar que hubiera más víctimas. Es difícil de transferir. Es la parte más difícil de ser presidente de una democracia con un grupo terrorista enfrente.
La entrevista incluye treinta o cuarenta preguntas de este mismo tenor, en las que yo le acuso de "cambiar sus propias reglas" durante la negociación, cuestiono su "lealtad al pacto antiterrorista" y le emplazo a "derogar la resolución parlamentaria que le autoriza a dialogar con ETA". No lo hizo, y como fruto de ese diálogo, nunca interrumpido, se produjo primero el cese de los atentados, después la entrega de las armas y ahora la disolución de ETA. Diez años después, ante una docena de testigos en el comedor de mi casa, le he dicho que el tiempo ha demostrado que él hizo lo correcto y que mis críticas eran equivocadas.
10.- "Sufriendo, sufriendo y sufriendo todos los días"
11 de mayo de 2014. Bar Manrique, Burgos.
- ¿En 532 días no le dejaron salir ni un minuto de aquel agujero?
- Nunca. Cuando yo les decía: "¡Joer, ya podríais!", ellos respondían: "Si tuviéramos un patio, pues a lo mejor... pero aquí no puede ser". No era cuestión de insistir porque ya sabía la respuesta.
- Usted contó que les pidió libros de la Generación del 98 y le preguntaron qué era eso...
- Sí, es verdad. Culturalmente no tenían gran nivel. Les habían metido dos o tres ideas en la cabeza y no salían de ahí: "Vosotros habéis invadido Euskal Herria, el Estado es el represor...". Intentar razonar con ellos era como hablar con las paredes.
- ¿No intentó usted que entendieran que secuestrar y matar no es moralmente aceptable?
- A ellos les habían inculcado un proceso de cosificación. "Tú no estás aquí porque te llames José Antonio, sino porque eres miembro de los cuerpos represores".
- ¿Cosificación? ¿Cuál era la cosa?
- Yo, yo, yo... Para ellos, yo era la cosa.
- Usted ha comentado que se le pasó por la cabeza suicidarse, ¿pero hasta qué punto llegó a madurar la idea?
- Lo programé, lo preparé y lo ensayé.
Ortega Lara se pone en pie, coge una silla del restaurante, la deja bailar sobre sus dos patas posteriores, tumba el respaldo hacia la pared y hace ademán de ponerse de rodillas sobre ella, enlazando sus manos en la espalda sobre la zona sacro-ilíaca. Eleva el cuello como si ya estuviera sujeto del techo -"Trencé una cuerda con jirones de bolsas de basura de plástico"- y simula lo que le hubiera ocurrido, si la silla hubiera cedido con el peso.
- ¿Qué recuerda de esos días finales?
- Un sufrimiento atroz. Pero de verdad atroz. Fui el ser más desgraciado que había sobre la faz de la Tierra.
- ¿Si no fuera creyente se habría suicidado?
- Con toda probabilidad. Para un creyente el suicidio es lo más degradante, lo más humillante. Cada vez que me lo planteaba, me sentía fatal conmigo mismo. Pero aquel dolor era insoportable.
- Debió ser un conflicto desgarrador.
- Siempre discutía con Dios. Luego me arrepentía, me disculpaba y volvíamos otra vez, así día tras día. Al final le decía: "Hombre, por favor, dame una salida. Si no consideras oportuno que salga de aquí vivo, haz por lo menos que me maten. No hagas que tenga que acabar yo mismo con mi vida".
- ¿Llegó a pensar que Dios le había abandonado?
- Había que estar allí, en aquellas circunstancias, en aquel momento, en absoluta soledad, en medio de aquella humedad, con dolores físicos y el alma destrozada. Sufriendo, sufriendo y sufriendo todos los días...
Con los ojos bañados en lágrimas, Ortega Lara me cuenta que todas las noches rezaba en voz alta el padrenuestro en euskera. Según él, sólo para romper la monotonía de las avemarías en castellano. "Gure Aita, zeruetan zarena...". Le pregunto si sigue recordándolo entero y llega de un tirón hasta el "más líbranos del mal". "Baina atera gaitzazu gaitzetik, amen". Le miro y en su rostro sólo veo desolación. Yo también siento su desconsuelo. La posteridad se preguntará, y será muy severa con el nacionalismo vasco, cómo hemos tardado más de medio siglo en "librarnos" de un "mal" tan estúpido, reaccionario, rupestre y banal.