Un amigo me recordó recientemente la primera escena de The Newsroom, esa gran serie de Aaron Sorkin que hace década y media radiografió el cruce de caminos del periodismo entre el servicio público, el entretenimiento y la polarización.

Es el momento en que Will McAvoy, el republicano moderado que ejerce de paternalista presentador del telediario de una de las cadenas -una especie de Walter Cronkite del siglo XXI-, tiene que contestar en un campus a la pregunta de "¿Por qué Estados Unidos es el mejor país del mundo?".

Su respuesta anticlimática deja a todos boquiabiertos: "No lo es". Alega que el otrora faro de la libertad y el progreso, aquella casa de todos que "brillaba en la colina" ya sólo encabeza los rankings en número de presidiarios, porcentaje de creyentes en teorías esotéricas y gastos militares.

La audiencia reacciona con estupor. ¿Cómo es posible que alguien tan identificado con el establishment piense que Estados Unidos no es el mejor país de la tierra? Entonces el personaje interpretado por Jeff Daniels añade un esperanzador: "Podemos volver a serlo".

Un cuarto de siglo

Un cuarto de siglo Javier Muñoz

Lo hace evocando el idealismo americano de la segunda mitad del siglo pasado. "No nos dividíamos en función de a quién votáramos y no nos asustábamos tan fácilmente... porque estábamos bien informados por grandes hombres a los que respetábamos. El primer paso para resolver un problema es reconocerlo".

Me fue imposible no tener esta escena en la cabeza cuando, tras haber escuchado el triunfalismo de Pedro Sánchez en el Congreso de Sevilla y el balance de fin de año sobre la España que va "como un cohete" y es el "ejemplo del mundo", lo tuve que comparar con el sondeo de SocioMétrica que estamos publicando estos días.

Por recurrente que sea el tópico de que los seres humanos pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor, los datos son tan abrumadores cuando se compara la España del año 2000 con la que empieza este 2025, que no podemos dejar de dar ese "primer paso" y "reconocer el problema" que supone nuestro patente retroceso en todo lo fundamental.

Sobre todo, cuando la evolución durante el cuarto de siglo anterior fue exactamente la contraria. El despegue no se produjo en ese sanguinario 1975 de la sucia agonía de Franco que se pretende conmemorar ahora, sino en el 76 con la reforma política de Suárez, en el 77 con las primeras elecciones generales y sobre todo en el 78 con la Constitución del consenso.

En todo caso, si en 2025 hemos podido preguntar por la evolución de la calidad de la democracia, las libertades, la unidad nacional, la igualdad de los españoles, la Educación o la Sanidad es porque en ese primer cuarto de siglo, iniciado con la Transición, nuestra sociedad alcanzó las cotas más altas de su historia.

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"Si la Transición se estudia en las mejores universidades del mundo, ¿cómo es posible que no estemos todo el día reivindicándola?", se preguntaba el domingo en nuestro "Hablando sobre España", el gran José Andrés, quizá el último mohicano de ese patriotismo constitucional, cosmopolita y solidario que todavía nos prestigia en el mundo.

La respuesta es obvia: nuestra clase política y especialmente los partidos que hoy están en el Gobierno abjuran del sentido integrador, transaccional y pactista de la Transición y no preservan ni las uvas de Nochevieja en la televisión pública para echar leña al fuego de la confrontación. En la política española actual nada parece tener sentido si no va dirigido contra alguien con el explícito propósito de ofenderle.

La mengua constante del papel del Estado como paraguas obligado a cobijarnos a todos explica el desolador balance de nuestro sondeo

Con la alentadora excepción de la Monarquía de Felipe VI y Letizia, revalidada en la academia del barro de Paiporta, nada es institucional, nada se orienta al bien común. Incluso tras una catástrofe como la de Valencia, la respuesta política es elevar a la delegada del Gobierno a la Ejecutiva del PSOE para dejar clara su condición de ariete partidista. ¿Quién va a creer en la objetividad de sus cifras o en la neutralidad de sus palabras y obras?

Esta mengua constante del papel del Estado como paraguas obligado a cobijarnos a todos explica el desolador balance de nuestro sondeo. A pesar de que haya habido leyes vanguardistas que han pretendido lo contrario, el 64% de los españoles -en el caso de las mujeres, atención, la cifra se dispara al 72%- cree que en el último cuarto de siglo "las libertades y derechos individuales han empeorado en España".

Más negativa aun es la percepción de la evolución de "la igualdad entre los españoles", de "la unidad de España" o no digamos de "la calidad de la democracia". Entre un 72% y un 82% dice que todo esto "ha empeorado".

Otro tanto ocurre cuando se abordan cuestiones materiales como la sanidad, la educación o el "acceso a la vivienda". Hasta un 90% dice en este último caso que la situación "ha empeorado" desde el año 2000. Lo cual es absolutamente cierto y no se corregirá mientras no se liberalicen tanto el mercado del alquiler como sobre todo el del suelo.

A pesar de que los datos estadísticos reflejan que tenemos el paro más bajo de los últimos 17 años o que crecemos más que la media europea, sólo un 27% -en el caso de las mujeres se reduce al 19%- cree que hay más "prosperidad económica" que hace un cuarto de siglo. Estará subiendo el PIB, pero no la renta disponible de los hogares.

Eso tiene que ver sin duda con la mala calidad de muchos empleos -empezando por los de los "fijos discontinuos"-, con la caída de los ingresos per cápita al aumentar la población y con las graves bolsas de pobreza ocultas bajo la alfombra. Y eso que seguimos viviendo del turismo, el gasto público y los fondos europeos.

Es indiscutible que nos atenaza, como ocurrió durante la crisis financiera, una nueva oleada de pesimismo colectivo, vinculada a la impopularidad de los gobernantes y al bloqueo de la situación política. Sánchez sólo tiene un 26,2% de apoyo y bajando y ningún ministro aprueba. Ni siquiera Margarita Robles, llega a un 4 de valoración cuando antes de la involución autoritaria de Sánchez estaba en el 7. Dos tercios quieren elecciones en el 25; dos tercios piensan que no las habrá.

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¿Hacia dónde vamos? Aportaré ahora un baremo más cercano, aunque también más subjetivo, que nuestra macroencuesta. A mitad de camino del periodo analizado, concretamente el 25 de agosto de 2013, publiqué un artículo en El Mundo titulado "El test de España 2025".

Aunque escribía bajo el "shock" que había supuesto escuchar tres semanas antes al presidente Rajoy llamarme "manipulador" y "mentiroso" desde la tribuna del Congreso, aquello no dejaba de ser un juego de verano, inspirado en un proyecto homólogo impulsado en Francia por Hollande.

Se trataba de responder a diez preguntas con la honestidad suficiente para no eludir las consecuencias personales: "Puesto que el margen de maniobra es inversamente proporcional a la edad -a menos años, más alternativas- propongo que nadie se conforme con vivir aquí, al menos de buena gana, si el número de respuestas negativas supera el ordinal de su propia década".

"Es decir, que para un veinteañero sea inaceptable una España que suspenda tres o más de estas asignaturas y que incluso un setentón deba tratar de ingeniárselas para escapar como sea, si en conciencia responde ocho veces 'no'".

Veamos lo que ocurre con esas preguntas del 2013 ahora que, al haber llegado a la meta del 2025, no se trata ya de pronósticos sino de constataciones.

1.-"¿Existirá España dentro de 12 años?". Es evidente que, a pesar de todos los intentos por destruirla, con su apogeo en 2017, gracias al buen funcionamiento del Estado de derecho y especialmente de los jueces obligados a aplicarlo, la respuesta es .

2.-"¿Subsistirá la Monarquía Constitucional?". Pese al destrozo que los desmanes de Juan Carlos I causaron en el prestigio de la Corona, la ejemplaridad retomada por Felipe VI y Letizia ha permitido que la respuesta también sea .

3.-"¿Será España una potencia internacional?". Con un peso medio en Europa, una influencia decreciente en América Latina, sin capacidad arbitral en Oriente Medio, alejados de los grandes centros de poder mundial y sin importancia militar significativa, la respuesta es NO.

4.-"¿Habrá dejado de ser un problema la corrupción política?". Basta repasar la actualidad judicial de los últimos meses para que también corresponda pronunciar un rotundo NO.

5.-."¿Seguirá pagando España su deuda pública sin haber hecho suspensión de pagos?". Esta pregunta estaba condicionada en 2013 por la crisis financiera de los años anteriores. Desde entonces nuestra deuda ha sobrepasado holgadamente el 100% del PIB, pero la UE reaccionó solidariamente a la pandemia y el euro no se ha tambaleado. La respuesta por el momento es .

6.-"¿Tendremos una tasa de desempleo inferior a los dos dígitos?". Pese a los malabarismos laborales mencionados y el incremento de cotizantes a la Seguridad Social, 2024 se ha cerrado con una tasa de paro registrado superior al 11%. La respuesta es, obviamente, NO.

7.-"¿Habrá dejado de ser el precio de la energía un lastre para nuestra competitividad?". La voracidad fiscal a todos los niveles, la superstición ideológica sobre las nucleares y las trabas administrativas a las renovables impiden aprovechar suficientemente las ventajas de nuestro ecosistema. Por desgracia la respuesta es NO.

8.-"¿Habrá alguna universidad española entre las 100 mejores del mundo?". En 2013 no había ninguna ni entre las 200 primeras en el ranking de Shangai. La Universidad de Barcelona ha llegado al puesto 151, pero la respuesta sigue siendo NO.

9.-"¿Habrán sido los Juegos de Madrid un éxito en 2020?". Ingenuo de mí. Cuando escribí esto, daba por hecho que nos los concederían. Luego llegó la frustración. Por lo tanto, lamentablemente NO.

10.-"¿Ejercerán los medios de comunicación un eficaz control social del poder?". He aquí la más peliaguda de responder. Cuando la redacté, en plena denuncia con abrumadoras pruebas documentales de la corrupción de aquel PP del "caso Bárcenas", hubiera contestado que SÍ. Seis meses después la presión gubernamental, coordinada con el entorno de Juan Carlos y el ajuste de cuentas de un par de magnates, habían provocado mi destitución como director de El Mundo, mediante la palanca del boicot publicitario. Como la mayor parte de los demás medios miró para otro lado y Rajoy prolongó cinco años su agonía, la respuesta tendría que haber sido NO.

Hoy la situación parece calcada de aquella. El gobierno está corroído por la corrupción, Sánchez se niega como Rajoy a asumir toda responsabilidad política, insulta como Rajoy a los medios críticos y manipula como Rajoy la publicidad para castigarlos. Por lo tanto, sólo cabe contestar en forma de incógnita: LOS DADOS ESTÁN RODANDO.

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La buena noticia es que sea cual sea el desenlace de la décima cuestión, no resultará esta vez determinante de mi suerte. Si siguiera anclado en los 61 años que tenía cuando urdí este decálogo, siete respuestas negativas me habrían obligado hoy a emprender el exilio voluntario de los acadios del siglo XXI. Como ya he pasado de los 70, esos tres SÍ que constatan que España existe, la Monarquía Constitucional nos sigue amparando a todos y la Dirección General del Tesoro continúa pagando nuestras deudas, me bastan para permanecer en esta selva.

Y entre tanto el León ya tiene su tamaño. EL ESPAÑOL encara su décimo aniversario en 2025 como líder absoluto de la prensa. Llevamos 17 meses consecutivos en lo alto de ese podio y si no fuera por el escándalo internacional, resultaría hasta divertido averiguar cómo la Moncloa justifica el expolio de la publicidad de utilidad pública a los lectores del diario con mayor audiencia mensual, con mayor promedio diario de usuarios, con más páginas vistas y con más visitas totales.

Como de costumbre, el estado de la libertad de prensa tiene un alto valor indiciario. Todo lo demás evolucionará de forma pareja. La España de mañana está ya dirimiéndose hoy porque, como dijo Hollande citando a Henri Bergson en 2013, "el porvenir no es lo que va a llegar sino lo que vamos a hacer".

No hay nada como citar de rebote a un socialista para tratar de frenar a otro socialista. ¿Se imaginan en qué sima caeríamos si este Sánchez enfurecido que nos gobierna de mal en peor, azuzando a unos contra otros, lograra permanecer hasta 2027 y se las arreglara para continuar en el poder una quinta legislatura?

No se preocupen más de la cuenta. De nuevo los problemas de la democracia los resolverá la democracia. Estén atentos a nuestras pantallas porque este primer rugido del año sólo es una muestra de los que con tanta serenidad como firmeza brotarán a lo largo de 2025 de nuestra comprometida "Newsroom".