Recordé estos días la historia de una condesa que descubrió que su doncella le había robado unas joyas muy valiosas. Por supuesto, despidió a la joven. Semanas más tarde le pidieron referencias de la moza para trabajar en otra mansión, y escribió una carta glosando sus virtudes: según ella, tras despedirla tenía la obligación de echarle una mano para encontrar otro trabajo.
Me vino a la cabeza el cuento al preguntarme qué dirán en el Banco Mundial cuando sepan que queremos colocarles de director a un caballero que aquí no nos valía para ministro. El señor al que señalaron la salida por martingalas incompatibles con una responsabilidad pública va a ser promocionado a una posición de relevancia internacional. De Guindos y Rajoy se han apresurado a justificar la designación de José Manuel Soria como candidato a director en el Banco Mundial diciendo que el hombre tiene todo el derecho a optar al puesto, como si se estuviese discutiendo la oportunidad de que Soria se presente a una oposición de notarías.
Escuchando al ministro de Economía tuve la impresión de que intenta hacernos creer que proponer a Soria para un sillón en la entidad (veinte mil euros al mes de sueldo) es algo así como permitirle que haga un examen para sacarse el carnet de manipulador de alimentos. Y no van por ahí los tiros. Agitan el currículum de Soria como prueba fehaciente de su idoneidad para dirigir el Banco Mundial, pero este hombre comparte con otros muchos su condición de técnico comercial del Estado. Y, para ser sinceros, no sé yo cómo tendrá de fresco el temario de finanzas un señor que lleva desde finales de los noventa enredado en asuntos de política.
¿De verdad no había otra persona que tuviese las mismas virtudes profesionales de Soria y no llevase colgado el sambenito de haber tenido que dejar de ser ministro por aparecer en los papeles de Panamá? ¿No habrá nadie en Washington que comente que vaya detalle tienen los españoles enviando para cubrir un puesto de importancia a un señor que tuvo que salir del ministerio de Industria por la puerta trasera?
Tengo ganas de ver a Luis De Guindos intentando convencernos de que el trabajo le ha tocado a Soria como si fuese un premio en la tómbola del jamón. Rajoy, como no, se defiende diciendo que ni sabía que existía el cargo, excusa muy del estilo de Génova 13: si Ana Mato ignoraba que tenía un Ferrari en el garaje, cómo iba a saber Rajoy que en Washington hay un despacho con sueldazo esperando a su exministro.