La Edad Media fue una época que vivió nuestro continente en exclusiva. Un tiempo oscuro cargado de siglos y de murallas, de inquisiciones y peste negra. Bien puede establecerse simetría entre aquellos tiempos y nuestra actualidad.
En el medievo, a la gente le aparecían bulbos sobaqueros de la noche a la mañana; deformaciones acompañadas de fiebre alta y mierda molida donde la culpa había conquistado su vacío y el espíritu se mantenía vivo de manera irracional.
Los creyentes no entendían el porqué de su castigo. Miraban al cielo en busca de alguna señal divina y lo que encontraban era la sombra de la desconfianza igual a un pájaro sin patas sobrevolando las cabezas y su locura. Algunos se dieron cuenta de que la formación del mapa de Europa había sido engendrada por una razón terrenal tan poderosa como lo fue la formación del mapa de la iglesia.
Al igual que entonces, nuestras incógnitas de hoy vienen respondidas por una pseudoreligión que llaman neoliberalismo y cuya propuesta más acusada es la falta de libertad que origina la desigualdad social. De la misma manera que la misa era más creíble en latín, los apóstoles de la pseudoreligión de hoy se explican siguiendo curvas y otras expresiones gráficas de modelos económicos con los que la realidad se tiene que identificar a la fuerza. De lo contrario, la realidad es tramposa. Las religiones es lo que tienen, siempre han confundido el mapa con el territorio.
Lo que está sucediendo hoy con esta plaga que subyuga al mundo es terrorífico, las gentes se arruinan viendo cómo se han mercantilizado derechos. Cada vez que preguntamos el porqué de nuestra desgracia nos replican desde el púlpito. Hemos pecado por encima de nuestras posibilidades, dicen, firmando deudas bancarias a interés compuesto. Los hay que no sobreviven a la réplica y cuando la desesperación se detiene frente a la ventana, por ahí que se tiran.
En los tiempos de El Bosco, un mundo antiguo se hundía y la religión empezaba a ponerse en duda. Cuando el régimen feudal no pudo cubrir las necesidades que surgieron tras la apertura de nuevos mercados en la otra cara de la Tierra, surgieron las primeras revueltas.
De ese final de época nos hablan las pinturas que se exponen en El Prado. Cargan siglos de historia europea junto a remordimientos y otras posibilidades. Hay que detenerse frente a ellas y buscar la simetría de una época de sombras que el pájaro sin patas del Paraiso sobrevoló con desconfianza.