Entiendo el enfado de Víctor Erice y sé que cabe preguntarse si es lícito hacer ficción con una persona real.
— Elvira Navarro (@ElviraNavarro) 1 de octubre de 2016
Fue en un avión, volviendo de Cuba a Europa, donde a Julio Cortázar se le ocurrió un cuento con el Che Guevara de protagonista. Tiempo después, en otro avión que venía de Argel a Cuba, el Che Guevara lo leería.
Parece ser que al Che no le gustó y así se lo hizo saber a su compañero de viaje, el autor cubano Roberto Fernández Retamar. En realidad, el Che diría algo así como que el relato de Cortázar estaba muy bien pero que no le interesaba. Cuando Julio Cortázar se enteró de esto, creyó comprender la reacción del protagonista de su cuento. Tal y como dijo Cortázar, el Che estaba en su derecho desde el instante en que lo vivido por él había sido escrito por otra persona.
Porque la imaginación no es otra cosa que una manera que tiene la memoria de hacernos creer que existe todo aquello que nunca ha existido. Por eso -dice Cortázar- la distancia que va de la imaginación al documento exacto de la realidad, es siempre muy grande. Salvando distancias, cuando publiqué mi relato Pistola y cuchillo, uno de los personajes se me rebeló.
Se trata de un personaje al que puse por nombre Viejales para así hacer célebre a Ricardo Pachón en mi relato. Aquí conviene hacer una paradita para recordar La Leyenda del Tiempo, el disco que marcaría el salto vital en el flamenco con la voz de Camarón, las guitarras de Tomatito y Raimundo y la cocina del grupo Dolores con Rubem Dantas poniéndole fuego.
De no haber sido por Ricardo Pachón y su proceso alquímico, el disco La Leyenda del Tiempo no hubiera tenido el tono de color psicodélico con el que goza y Camarón no hubiera sido el mismo. La Leyenda del Tiempo poco o nada tiene que envidiar al Sgt Peppers. Pero a lo que iba, que a Ricardo Pachón no le gustó un pelo mi intención. El hombre, después de decirme que vaya homenaje de mierda que le había escrito, me colgó el teléfono. Estaba en su derecho pues lo vivido por Ricardo Pachón poco o nada tenía que ver con lo escrito por mí.
Con estas cosas quiero contestar el tuit de mi amiga Elvira Navarro y decirle que por mucho que ella diga y cuente, Víctor Erice siempre defenderá su derecho a la cercanía, a la memoria. Víctor Erice siempre defenderá su derecho a no identificar lo vivido por él con lo escrito por otra persona.