Dice el rumor popular que lo nuestro es una dictadura perfecta. Verdad no le falta a ese ruido apagado que enciende las calles y que ahuyenta fantasmas. Por ello, desde el momento en que el sistema político parte de un Estado que nunca es prolongación del sujeto, sino un ideal tan vacío de contenidos como dinamizado por reglas excluyentes, nadie va a poder impedir nuestro derecho al pataleo.
En los últimos años, el Estado Ideal al que nos tienen acostumbrados ha entrado en crisis. Su metabolismo va más lento que de costumbre pues acumular crédito determina un proceso menos ligero, más pesado que el de acumular plusvalía. Por tales causas, desde el molino satánico de las tres aspas, se han necesitado más de diez meses, dos elecciones y una montonera de cadáveres para traernos estas harinas que arden como cal viva; polvo vergonzoso donde el PSOE ha hundido a su militancia y donde sus dirigentes se han dejado enterrar boca abajo.
Tal vez escarbando pretendan llegar a los infiernos donde se movió don Juan Tenorio, nuestro héroe romántico, cuya única apuesta fue vivir la vida bien aunque para ello le fuese inevitable hacer el mal. Una representación tradicional, un jalogüín patrio que este año ha tenido su exhibición en el Congreso.
Aunque la puesta en escena del sábado haya sido una mala representación de la muerte, no deja de ser una obra donde se pueden establecer simetrías con el Tenorio, no solo por la coincidencia en el almanaque, sino por el mito al que Zorrilla dejó hecho un desvirgador de forros, siempre fronterizo entre los vivos y los muertos ¿No es cierto, ángel de amor?
Con todo, en su última representación -la de la sesión de investidura- se echaron en falta las pocas luces que impiden la aparición de los fantasmas. Porque de todos es sabido que nunca ha de dejarse el escenario completamente a oscuras. De hacerlo, se está invitando a los fantasmas a salir a escena y para ahuyentarlos, siempre ha de quedar una luz encendida.
En esta ocasión, la luz que ahuyentó fantasmas fue la de un Mack the Knife charnego cantando la de los cuatro cuartos con todo el cuchillo de su lengua. En otra pieza escribiré sobre Bertolt Brecht y sobre Gabriel Rufián pues ahora toca contestar al tuit de Mariano Rajoy desde el otro lado del infierno para recordarle que, si tanto le ha costado formar gobierno, más difícil le va a ser gobernar.