Estruebismo (según lo define la nueva edición ilustrada del Diccionario de la RAE para Cinéfilos Gafapásticos): dícese de aquella desviación de la línea visual normal de uno de los ojos, o de los dos, que afecta a los directores de cine español e impide que vislumbren, a través del visor, más allá de la profundidad de sus propios ombligos. El estruebismo no se puede corregir mediante el uso de lentes. Como, tampoco, a través de arduas intervenciones quirúrgicas. El estruebismo es algo incorregible. Dañino. Atroz. Y punto.
Pedro Almodóvar, el realizador manchego, padece de estruebismo. El pesado de Un monstruo viene a verme, igualmente. Como sufre, asimismo, esta deformación ocular Fernando Trueba, lo cual, en su caso, viene a ser algo tan redundante como perturbador. Basta con soportar cinco minutos, ni uno menos, de La reina de España, para constatar que se trata de otro de sus bodrios infumables.
Resulta, ahora, que hay dos Españas. Las dos dichosas, manidas e inframachadianas Españas de siempre. Pero ninguna de ellas quiere entrar, a día de hoy, ni atada, en el multicine de su barrio para tragarse esta mamarrachada. A lo que Trueba responde con otro ataque de furibundo estruebismo. El quid de la cuestión, para estos realizadores nuestros, oscarizados y estruebistas compulsivos, reside en que el público español es puñetero por defecto, y en que boicotea sus obras maestras por una cuestión de doctrina malsana.
¿Cuándo les entrará en esas preclaras cabecitas suyas, de una maldita vez, que el problema no son ellos, sino ese cine tosco, bostezante y chabacano que perpetran como si fueran atentados con bombazo contra nuestra inteligencia? ¿Por qué siguen creyendo a pies juntillas que vamos a comulgar en masa, de cara a las taquillas, para contemplar a Pe, la gran MegaPé, pepepufperorando en un inglés chabacano con acento andalusí de lo más bochornoso?, ¿o a ese actor del método (¿ogino?) denominado Segura, Santiago Segura, quien interpreta, por enésima vez, al típico mariquita rijoso escapado de un letal y prescrito chiste de Arévalo?, ¿o a Jorge Sanz, o a Loles León o a Antonio Resines interpretándose, de forma tan reiterada como cansina, de nuevo, y de nuevo, a sí mismos?
Queda una mosca común viva encerrada en el patio de butacas de los Cines Verdi Madrid. Se teme que haya visto La reina de España, sobrevolando nuestras propias ruinas, 76 veces. ¿Le ha preguntado alguien a ella si el batacazo en taquilla es por boicoteo o por falta de interés? Porque estoy seguro de que tendría muuuuucho que decir. Y que maldecir. Cojoneramente hablando, claro. Bzzzzzz…