La reforma de la Carta Magna vuelve a estar encima de la mesa por un principio de acuerdo entre PP y PSOE que, si no prospera, será más por el temor del Gobierno a abrir el melón constitucional que por falta de quorum. Los socialistas quieren modificar el artículo 99 para impedir el bloqueo de la investidura del presidente, como sucedió tras las elecciones de diciembre de 2015.
La idea es establecer un sistema similar a los de País Vasco y Asturias para que, en ausencia de una mayoría absoluta en primera votación, y de una mayoría simple en segunda, los diputados sólo puedan votar sí, abstención o blanco en el tercer escrutinio. Esta reforma no exige un procedimiento agravado y a PP y PSOE no les costaría demasiado sumar a Cs y a PNV para dar luz verde a un modelo que, de haber estado vigente, nos habría ahorrado a todos ocho meses de bloqueo y los comicios de junio.
Mandatos consistentes
Sin embargo, aunque se trata de una reforma aceptable, en sí misma no daría mayor estabilidad a una legislatura marcada por la falta de mayorías. En este sentido, aunque se trate de una medida mucho más expeditiva, impedir que puedan volver a presentarse los diputados electos en legislaturas fallidas resultaría un acicate mayor para que los diputados se esforzasen al máximo en lograr mandatos consistentes.
Por otro lado, los ciudadanos no entenderían que los partidos se pusieran de acuerdo en cambiar la Constitución sólo para solucionar sus problemas y no para blindar demandas de regeneración como suprimir los aforamientos de los políticos, cambiar la ley electoral para desbloquear las listas y mejorar la representatividad en la traslación de votos a escaños, modificar el Título VIII para garantizar la igualdad y erradicar los privilegios de unas Comunidades respecto de otras, o modificar lo relativo a la preeminencia del varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona.
Primarias en el PSOE
Este principio de acuerdo entre PP y PSOE para impedir el bloqueo de la investidura del presidente es coherente con la tónica pactista en temas de interés general -techo de gasto, subida de impuestos y salario mínimo interprofesional- emprendida por ambos partidos desde que los socialistas pasaron del No es no a la abstención. Sin embargo, el proceso de primarias abierto en el PSOE mantiene un horizonte de incertidumbre que no se despejará mientras no resuelva su crisis de liderazgo y aclare el tipo de relación que va a mantener con el PP de Rajoy.
El PP suele esgrimir su temor a que Podemos convierta cualquier modificación constitucional en un plebiscito sobre la Carta Magna y sobre el "régimen del 78" para postergar sine die un debate pendiente, ya que un 10% de diputados puede convocar un referéndum vinculante en los 15 días posteriores a cualquier reforma. Pero una cosa es impedir que impedir consultas absurdas y otra que Rajoy caiga en la tentación de excusarse siempre en el populismo y en lo “difícil” que es gobernar para refrenar la agenda reformista pendiente. Tan importante como impedir el bloqueo de las investiduras es evitar el bloqueo del debate sobre la mejora de la Constitución.