En un Torremolinos british con cerveza y evasiones, en un Londres con chanclas y canis, se levanta Fabian Picardo (-Umbralismo- sic). Es la suya una colonia bien conocida por los vientos y los navegantes y los corsarios. Y desde bien temprano, si no ha dormido en Sotogrande, Lord Picardo se asoma al balcón de Canal Sur (si no lo llaman del propio Canal Sur de Juan y Medio y Susana). Al balcón del Twitter se asoma Picardo a ver qué dice "The Sun" y tuitea -y retuitea- como si le fuera la vida en ello.
Tiene hechuras Picardo de personaje de los Morancos; como si el Cadaval hetero hiciese de García-Page o del mismísimo Zoido: o de híbrido entrambos.
Tiene Picardo su mecánica y su poco cuello, como el mar sus olas, que vendría a decir el famoso poema de Gimferrer Oda a Venecia... Tiene Picardo a sus conseguidores al otro lado de la Verja (familias tan bien conocidas en el Campo de Gibraltar que me las sé de memoria) como Junqueras tiene a Rufián: para que ladren y limosneen alternativamente.
Picardo y Junqueras son la subespecie del irredentismo periférico. Ambos mártires por una causa: de un imposible con el que pasan el rato y ganan cámara cuando Rajoy va aplatanándose por regiones en el toro manso de los presupuestos. El miércoles el catalanismo y el gibraltanismo se unieron en Europa en esa asociación natural que da el odio oportunista a quien te da mano de obra y te garantiza el sol y las pensiones.
Cuentan las crónicas que el mismo día del esperpento de intentar internacionalizar el capricho de una Colonia y el delirio de una Autonomía en el Parlamento Europeo, una pechugona, Kaiane Aldorino, tomó mando en plaza como alcaldesa de Gibraltar. Sus cometidos irán de la retirada de vómitos de despedidas de soltero a la contabilización municipal de simios; tareas para las que le deseamos suerte y le dejamos el contacto arriba firmante. Fue Miss Mundo y todo se le perdona.
Cuando toda la España librepensadora le pone una vela a Cassandra (quiere ser una chica Almodóvar), el catalanismo y Picardo internacionalizan su conflicto. A ambos los hermana el frentismo frente a Madrid (o frente a Algeciras o frente a Teruel: lo que pille más a mano). Y ambos son ibéricos, españolazos a su modo. Europeos de bien que vienen a abonar de miasmas, a cultivar de heces, a la ya consabida pocilga de Rajoy.
Ocurre que ni San Jorge les quita ya el complejazo de "cateto a babor". El aceite de palma mental.