Pese a ser mala como el demonio, Marta Ferrusola y Lladós de Pujol, la señora por excelencia de la vida pública y privada catalana de los últimos cuarenta años, ha resultado ser de misa y misal diario. Su fe, su inquebrantable fe, ha mantenido al clan siempre a salvo de los malvados españoles con el bolsillo repleto, con la independencia como bandera para los cándidos y con el seny como coartada para los engañapalurdos que se han creído que esto iba de país y de nació, de que nosotros somos Europa y ellos el norte de África, y no de llenarse la faltriquera a espuertas, como si se acabara el mundo.
Que el molt honorable y familia -todos sabemos lo complicado que es hoy en día sacar adelante a tantos hijos- se lo han llevado crudo y guisado desde el expolio de Banca Catalana sólo lo podían ignorar aquellos de sus paisanos que o bien eran partícipes del sobrecogimiento generalizado -ellos siempre tan cercanos a Dios-, o bien se creían realmente que todo partía de la herencia del abuelo, o bien eran/son de tamaña cortedad mental que mejor rezar por ellos, el que sepa rezar, para que la bondad del altísimo se apiade de su falta de neuronas.
Pero no hay en el mundo banda de malhechores que haya podido campar a sus anchas durante tantos y tantos lustros como lo han hecho los Pujol en Cataluña basándose exclusivamente en la ignorancia de quienes les rodean. No, además de contar con los incautos es necesario tener de tu parte apoyos políticos, jurídicos, económicos y mediáticos. Y en este apartado, los malvados gobiernos españoles de Madrid -del PSOE, del PP, del PSOE otra vez y del PP nuevamente- han dejado hacer y deshacer impúdicamente a la madre superiora desde que la muchacha era una simple novicia. Y de la mano de este inmoral apoyo político ha ido el jurídico -como no podía ser de otra manera-, el de la pasta porque la pela siempre es la pela y el de algunos medios de comunicación que olvidaron ya hace muchos años cuál era su obligación hacia la sociedad que afirman servir.
Hay que reconocer que siempre que aparece en escena doña Marta I de Catalunya las carcajadas se multiplican, el interés se dispara, la Bolsa se desploma y los enanos empiezan a crecer en todos los circos a la redonda. Y uno no sabe si realmente son tan estúpidos por creer que lo somos nosotros o si les importan un bledo todo lo que el resto del universo pueda pensar porque la larga sombra que les ha protegido siempre ha mantenido a salvo su fe y sus millones, sobre todo sus millones.
Dios y algunos hombres, especialmente estos últimos, siempre han estado de parte de la señora Ferrusola y lo suyos en el enriquecimiento del convento. Y la obscena impunidad de ver cómo se sentían siempre por encima del bien y del mal es todavía mucho más obscena cuando parte de aquellos que deberían haberla combatido y erradicado no sólo no lo hicieron ni lo han hecho desde tiempos inmemoriales, sino que además han preferido mirar cobardemente para otro lado mientras los hermanos Dalton con mamá a la cabeza seguían haciendo acopio masivo de misales.
¿Que ha sido de aquel despreciable fiscal que se levantó en armas contra la prensa para defender el honor y el buen nombre de los Dalton, perdón de los Pujol?