Messi será Messi por no traicionar al militante de base (como este nuevo Pdr estrenado el domingo). Por no traicionar al culé de base que es ese señor que imaginamos con barretina, barbas blancas y banderín blaugrana en el Nou Camp (L'Avi del Barça). Mírenlo, a Lionel Messi, embajador de UNICEF, de las causas más nobles y hasta del gambeteo. Una foto con un pozo en Sierra Leona; el flequillo tuneado y el gol divino. Se le vio el miércoles hacerse un selfie con Ronaldinho y con Neymar (otro que tal baila samba, milonga y lo que suene).
Que Messi tenga sus arreglillos, sus acuerdos y desacordes con el FISCO españolista, es ganas de marear la perdiz. Hay mucho intelectual de la central lechera encargado de empozoñar a la reencarnación de Dios hecho pelotero.
Si el Barça es el ejército desarmado de Cataluña que decía Vázquez Montalbán, Messi es el mercenario desalmado del Barça para otros. Aquí tots units fen força, y la Masía y su impagable labor social y deportiva, con esos meninos da rua que acaban con cinco idiomas, una firma propia de desodorante y hasta con un máster en "Comercio Internacional". El juego bonito bien vale que aquí el crack que toque pueda pasarse por la línea de tres cuartos estas burocracias contables. A Romario se le consentían las noches blancas por los locales VIP de esa Barcelona abierta al mar, y a Messi el buen aficionado le tiene que tolerar sus manejos y los de su padre: un hombre hecho a sí mismo a partir del hijo. Como los Pujol pero al revés.
Si dice el Supremo que Messi es un "insolidario" defraudador fiscal, es que existe una conspiración contra él, punta de lanza del barcelonismo. Si el alto tribunal condena a 21 meses de cárcel virtual a Lionel, ya ha avisado Piqué -columnista, videogamer,..- que en los próximos veces va a sacar un medio de información. Porque Piqué es un adalid de la verdad, de la posverdad, y no ha nacido aquí mejor hombre del Renacimiento que él. Orteguiano a su manera.
Por lo demás, el español medio con cara de Resines y el carajillo en la barra no verá probablemente a Messi camino del presidio, ni un "lo siento", ni un gesto de contrición: ni en Lionel ni en Resines. Porque el emplumamiento de la larga mano del Dios Messi, o del hongo en los viñedos de Andrés Iniesta, es culpa nuestra: suya, mía y del palco del Bernabéu como persona jurídica y copartícipe.