Es, sin duda, la noticia tecnológica de la semana: Google anuncia una “adquisición a medias” de HTC. Por 1,100 millones de dólares, la compañía se hace con aproximadamente dos mil empleados, muchos de los cuales ya trabajaban fabricando sus productos, y con el acceso no exclusivo a un amplio paquete de patentes.
En 2009, Google adquirió la división de smartphones de Motorola por 12,500 millones de dólares. Rápidamente, tras quedarse sus patentes, la vendió a Lenovo por 2,900 millones, para evitar las represalias de otros fabricantes de smartphones que podrían sentir que competían en desigualdad si Google entraba en su negocio. Ahora, sin embargo, la misma Google aprovecha la mala situación económica de un fabricante taiwanés con el que ya colaboraba extensamente, para hacerse una posición sólida en el negocio del hardware. ¿Qué ha cambiado entre 2009 y 2017?
La adquisición de Motorola en 2009, en realidad, no respondió nunca a un interés de Google por el hardware. La operación se explicaba, aparte de a la oportunidad, por la amenaza de una Apple que pretendía litigar contra todos los que intentasen hacer sombra a su iPhone, su mayor bastión de rentabilidad. Había llevado a Samsung a los tribunales, y parecía dispuesta a hacer lo mismo con Google, en el que habría sido sin duda el juicio del siglo. Los 12,500 millones de entonces eran, por tanto, una adquisición defensiva, una forma de fortalecer un flanco, el de la propiedad intelectual, al que la compañía, históricamente, no había prestado atención.
Ahora, Google tiene otras ideas. Dejar que Apple gane todo el dinero y marque la agenda del mundo smartphone cuando, en realidad, el 85% de los terminales del mundo llevan un sistema operativo Android creado por Google es una situación incómoda, sobre todo si además, no te genera rentabilidad directa. Google se beneficia, indudablemente, del hecho de que miles de millones de personas utilicen terminales Android y apps, pero no gana dinero directamente con esos terminales, porque su sistema operativo es provisto sin contrapartida económica a aquellos fabricantes que admiten unas condiciones.
Que Google potencie su división de hardware con HTC es un cambio que podría marcar el desarrollo futuro de la industria. Si Samsung, Huawei, Oppo, Vivo u otros deciden salirse total o parcialmente de la disciplina Android por estimar que Google pasa a ser una amenaza, podríamos ver situaciones muy interesantes, y un ecosistema decididamente más diverso, pero es pronto para saberlo. Y lo que sí sabemos es, sin duda, que pocos mercados hay más movidos y apasionantes que el de la tecnología.