Con un arma en forma de urna, detalle que maquilla la violencia del delito, este domingo miles y miles de catalanes están decididos a despojar a otros miles y miles de catalanes de su condición de ciudadanos españoles y europeos. El atropello resulta particularmente ofensivo al cometerse sobre la parte peor tratada de la sociedad catalana.
Porque resulta que no son los escritores nacionalistas los que en Cataluña tienen más problemas para lograr subvenciones. Ni son los intelectuales nacionalistas los que son ignorados en los principales foros públicos.
Tampoco son los políticos nacionalistas los acosados por sus ideas. Ni son objeto de escraches ni ven atacadas sus sedes.
No son los jueces ni los agentes de la autoridad nacionalistas los que soportan vejaciones e insultos. No son los periodistas nacionalistas los que sienten la presión en Cataluña.
No son los padres nacionalistas los que tienen prohibido escolarizar a sus hijos en la lengua que les gustaría. Ni son los tenderos nacionalistas los que encuentran trabas para rotular en libertad sus comercios.
Y ocurre que todo el entramado institucional y social de Cataluña, enfocado para favorecer a los nacionalistas, se paga también con los impuestos de los que no lo son. Y sin embargo son los nacionalistas los que proclaman aquí y en el mundo entero que sus derechos están siendo pisoteados.
La tarea urgente del Estado después de este domingo tendría que ser acudir en auxilio de esos otros miles y miles de catalanes a los que, día a día, se les hace sentir incómodos en su propia tierra. Después de haber sido abandonados a su suerte durante años, España debería congratularse de que aún existan en Cataluña ciudadanos dispuestos a no renunciar a ser españoles. Y actuar en consecuencia.
Por eso es un dislate que en el Gobierno y en la oposición ya estudien la manera de apaciguar a los nacionalistas. Es inconcebible, por ejemplo, que en vísperas del referéndum ilegal, el ministro de Economía, Luis de Guindos, se muestre favorable a mejorar "el sistema de financiación y otros asuntos" de Cataluña, como si desconociera que esa financiación y esos otros asuntos serán utilizados para seguir machacando a los no nacionalistas.
No. No hay que premiar más a los de siempre. Ha llegado el momento de dar las gracias, pedir perdón y ofrecer todo el apoyo a los otros catalanes.