El verdadero problema político es que hay dos millones de catalanes cuyo futuro inmediato es la frustración. Si aceptamos la cifra de que sean dos millones los catalanes que se quieren independizar. Y va a ser una frustración inevitable, logren independizarse o no.
Sí, si se independizan la frustración también está asegurada. Por una razón simple: han depositado en la política cosas que la política no puede dar. Lo más obsceno del nacionalismo y del populismo, del nacional-populismo, es su excitación de los bajos instintos (resentimiento, victimismo, agresividad, odio) junto con su remisión a una instancia que, aunque se presenta como política, excede lo político, pues se da por hecho que resolverá problemas existenciales y servirá de refugio religioso; que le dará, en fin, sentido a la vida.
Desde fuera se ve diáfanamente la burbuja. Y se ve también cómo les estallará, si llega el día, a los que están dentro. Su nación independiente será, en el mejor de los casos, tan defectuosa como la que abandonaron. O peor, puesto que se encontrarán con un defecto añadido: en ella ya no tendrán el horizonte que tenían en la otra; ese anhelo incumplido que, como los bárbaros de Cavafis, era en sí mismo, al cabo, una solución...
Pero ese anhelo incumplido seguramente lo mantendrán, porque lo más probable es que no se independicen. La frustración será entonces la que ya les conocemos, con un plus de amargura y quizá de violencia. No hay nada peor para un sueño imposible que quedarse al borde de su (aparente) cumplimiento. La sensación de estafa será abrumadora. ¿Cómo va a manifestarse esa frustración? Esta es la cuestión ahora. La pacífica imagen del suflé que baja pausadamente queda antigua. Las metáforas ahora son más virulentas: volcánicas.
Tiene que haber vencedores y vencidos, porque los independentistas se han comportado de una manera inaceptable. Me ha llamado la atención, a este respecto, que haya faltado una figura (yo al menos no la he visto): la del independentista que, sin renunciar a su independentismo, haya advertido de que así no se hacen las cosas y haya cuestionado las falsedades emitidas por los suyos. Esta ausencia me hace pensar que el sueño independentista ha seleccionado a un tipo de sujetos entre los que no era posible esa figura; precisamente porque más que un sueño ilustrado es un delirio oscurantista.
Tiene que haber vencedores y vencidos, pero lo ideal es que no hubiese humillados. El problema (político) es que se han expuesto tanto, han extremado tanto y tan histriónicamente la situación, que la derrota les resultará humillante.
PD. Rectifico. Resulta que sí existe esa figura, y brillante además... tan brillante en sus críticas a los independentistas que, aunque lo tengo en Twitter, no sabía que era independentista: Xavier Rius, director de e-notícies. Mis excusas para él y para los que estén en su posición.