Como tantos otros columnistas, he olvidado cuándo fue la última vez que no escribí de Cataluña. Es algo de lo que se vanaglorian los separatistas: por fin han introducido su tema "en la agenda". Por mi parte, encantado de darles gusto. ¿Acaso iba a sustraerse Jonás de hablar de la ballena después de haber estado en sus entrañas?
Además, no pasa un día sin que den motivos para abalanzarse sobre el teclado. Cómo reprimirse ante los lamentos a Le Soir de un Puigdemont desconsolado porque el independentismo haya pasado en un lustro de 14 a 72 diputados en el Parlament. Es tan creíble como que El Dioni se afligiera porque a su paso por un cajero automático, la máquina empezara a escupir billetes sin ton ni son.
Cómo contenerse cuando la muestra de apoyo a los golpistas presos es una manifestación en la que los amenazados y perseguidos independentistas encienden la luz de sus teléfonos, convirtiéndose a su pesar en candidatos al récord Guinness por la mayor concentración de Iphones por metro cuadrado. Vaya con los oprimidos. ¡Arriba parias de la Tierra! ¡En pie famélica legión!
Cómo refrenarse, insisto, cuando Rajoy se ufana en Barcelona de que la aplicación del artículo 155 permite "devolver la tranquilidad de la vida cotidiana, la normalidad a las cosas", mientras hace su discurso encerrado en el salón de un hotel, elegido junto a la estación del AVE para no tener que salir al exterior y evitar problemas de seguridad.
Y sin embargo este es el día en que no voy a hablar de Cataluña, porque Pablo Iglesias ha acusado a este periódico de "legitimar la cultura de la violación" por un reportaje absolutamente inocente y respetuoso sobre la vida que ha llevado en los meses previos al juicio la joven agredida sexualmente en los sanfermines de 2016.
Iglesias ha mentido a sabiendas de que con su calumnia animaba al linchamiento de la turba en las redes sociales. Hubo otro Pablo, tan famoso como él lo es hoy, catalán y falangista -por más señas-, a quien José María García bautizó como Pablo, Pablito, Pablete. Hasta eso le queda hoy grande.