¿Si la UE despierta el monstruo seguirá?
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La marcha sobre Bruselas de los camises grogues catalanes debería pasar a los anales como el acontecimiento que despertó a Europa de su burocrática quietud. Decenas de miles de cuatribarradas de inspiración puertorriqueña -que fue la bandera que sirvió de modelo a la estelada- y una muchedumbre tocada de amarillo son demasiados estímulos como para no alterar el ensimismamiento continental, húmedo y gris de Bruselas.
Cosa distinta es que la capital de Europa advierta, en su abrupta amanecida, que el monstruo monterrosiano que todavía sigue allí es el del fascismo en su versión posmoderna: disfrazado de nacionalismo democrático.
En la imagen vemos al independentismo pretérito y futuro tras una pancarta en la que el lema de la convocatoria, “Europe wake up!”, aparece sobre un puñado de rótulos -democracia, libertad de expresión, derechos humanos- a modo, quizá, de elocuente tachadura.
Están Artur Mas y Francesc Homs; Carles Puigdemont y Marta Rovira; los nuevos representantes de las asociaciones depositarias del músculo secesionista, ANC y Òmium; y tras ellos, un ejército de comprometidos independentistas con dinero y tiempo suficientes como para marchar un jueves de diciembre bajo el plúmbeo cielo de Bruselas.
Mucho más interesante que lo que a simple vista aparece en esta foto es lo que no se ve: el respaldo a la convocatoria del Vlaams Belang, un partido flamenco de extrema derecha, racista, xenófobo y antieuropeísta; el cabreo de los republicanos con Puigdemont por sacar rédito político de su huida a Bélgica mientras Oriol Junqueras, preso en Estremera, se arriesga a una condena enorme; y el malestar del PDeCAT por su irrelevancia dentro de la candidatura de Junts per Catalunya.
“Despierta Europa” -ahora leemos- parece una copia del lema nazi “Despierta Alemania”. Probablemente una casualidad, una torpeza, muy sugerente en clave freudiana. Hay, pues, motivos para preguntarse quién y en qué sentido debe despertar, ahora que las metáforas relativas al sueño centran el debate en el separatismo. El asunto surgió cuando Pablo Iglesias reprochó cariñosamente a los nacionalistas su responsabilidad por “haber contribuido a despertar al fascismo”. Pues bien, sabiendo quiénes son los compañeros de viaje de Puigdemont & cia en Bruselas cualquiera diría que, con ellos, el fascismo puede descansar plácidamente.