Año y unos meses de los tumultillos en Ferraz por octubre, y desde entonces Pedro Sánchez ha ido derivando en el par perfecto de Rajoy; cuanto más en eso de que los tiempos y los silencios -y hasta los flatos- son una categoría política. Pedro Sánchez se ha moldeado al vacío, viene y va de Atocha a Sants con sus ideas vagas sobre la Constitución reformulada. Y aún lo creen las pensionistas que lo saludaron, angelitas, sin saberse La Internacional cuando el meollo de las primarias.
El finde anduvo Pdr con Iceta haciendo lo del socialismo clásico: prometer un "depende" y llamar, eso sí, al voto útil para una Cataluña mejor en una España pluripedrista y un universo de campanillas. Sánchez arremetió contra todo lo que pasa en Cataluña, vagamente, con ese hueco de voz campanuda que tampoco es que criticase las contradicciones del sistema, y miren ustedes si está a huevo lo de azuzarle un poquito más a Rovira, que es la García Carrés del prusesismo duro y llorón.
Pero no, Pedro es amplio de miras -como sus bases- y ha llamado al catalanismo útil a que vote a Iceta (todo es bueno para el convento, piensa el fraile). Porque "catalanismo útil" dicho por un madrileño suena a oxímoron y un harakiri previsible, harakiri que conocemos bien a tenor de la Historia reciente de Cataluña y de esos tripartitos que volvieron a dejar el Govern medio gagá; acuérdense de Carod-Rovira pasteleando con ETA en Perpiñán.
Pedro Sánchez va donde lo llamen. Sigue en esa nebulosa que es el pedrosanchismo en Cataluña, al amparo de ese 155 con el que, si no se respira mejor, al menos se respira. Pedro Sánchez es un lugar común que está y se le espera: poco ha tardado en equiparar en el mitineo a Arrimadas con Rovira, pues la jerezana se lo ventila en criterio y juventud, que es el pack del pedrosanchismo al desnudo con el que empezó a comerse el mundo desde que apareció Pdr en Dos Hermanas.
Se ve que el neoconstitucionalismo que propone Pdr (sic) arranca en Bambi y concede y concede a esa democracia cristiana, simpática, pelín populista y bailona, que es la mercancía que trae Iceta. Sánchez clamó por el "catalanismo huérfano" que tiene acomodo bajo el manto de Iceta. Y lo peor es que ese manto va a tirar a lo de siempre, que es el primer paso para proseguir con la demolición de esa Cataluña que podía empezar a ser otra con Arrimadas ("experimento" la han llamado).
Ahora Puigdemont va contando que no está "dispuesto a todo por el independentismo". Aunque Pdr sí que está dispuesto a todo por el sanchismo que aún no sabemos si es ideología, zapaterismo del flojo, susurros de su Begoña o un mix de todo lo dicho.