¡Qué cruz para un país tener nacionalistas y tener populistas! Es como tener almorranas. Todo el santo día con la matraca insufrible. Básicamente, el método Rufián: el empalme de dos neuronas, siempre las mismas (puesto que quizá sean las únicas) y siempre en la misma dirección. La misma estolidez repetida hasta la saciedad, hasta las heces. El mundo infinito reducido a un hilo idiota.
Decía T. S. Eliot que el ser humano no puede soportar demasiada realidad, pero es que los nacionalistas y los populistas no soportan ninguna. La han reducido toda a una papilla uniforme, de la que se alimentan para escupírnosla luego. No hacen más que escupirnos su asquerosa papilla nacional-populista. Y una vez que nos han pringado con ella, una vez que han embarrado el terreno con su papilla infecta, ya no podemos hacer otra cosa que tratar de salir de su succión, y limpiárnosla y protegernos de ella y darles manguerazos a esos tíos plastas para aminorar su ensuciamiento.
Así llevamos años. Absolutamente paralizados por el capricho delincuencial de estos sujetos abusones. Un país entero paralizado y hundiéndose porque las almorranas nacional-populistas impiden cualquier tipo de acción que no sea la de ocuparse de las almorranas nacional-populistas. En vez de estar bregando con la realidad y con los problemas de la realidad, hay que estar bregando con las ficciones y los delirios de estos personajes, hay que estar metidos en absurdas peleas tontísimas que consisten en explicar lo básico una y otra vez, porque con ellos se vuelve una y otra vez a la casilla de salida, para nada.
¡Qué cruz también con el PP y el PSOE, que no ayudan un pimiento! Los, así llamados, “dos grandes partidos”, que son en buena medida los responsables de la situación, por su irresponsabilidad.
Han estado durante décadas ellos solos, repartiéndose entre ellos el pastel, y repartiéndoselo con los nacionalistas, extralimitándose sectariamente con sus gobiernos nacionales y autonómicos, fomentando el clientelismo y la corrupción, rebajando como condenados el nivel educativo, cultural y cívico del país, embruteciendo a sus militantes y a su electorado, utilizando torticeramente el poder judicial y los medios de comunicación cuanto han podido y abonando, en fin, el terreno para que el nacionalismo se desatara y el populismo prendiera.
Así que muchos antinacionalistas y antipopulistas tenemos que estar aquí defendiendo el Estado y la Constitución de nuestra España haciendo abstracción de esos partidos que nos son lanzados por los nacionalistas y los populistas como contraejemplos. Nos vemos obligados a estar defendiendo una estructura vacía (¡estructura que es la que nos ha traído la libertad, la democracia y el progreso!) porque los personajes que la habitan dejan mucho que desear. Y así perdemos las energías: haciendo ejercicios de abstracción con los ceporros en este país tan ceporramente negado para la abstracción.
El único consuelo es que, aunque el PP y el PSOE hubieran sido ejemplares, los nacionalistas y los populistas seguirían con su matraca igual, sin cambiar ni un ápice su discurso resentido, dañino y mentiroso. ¡Y la que nos espera todavía con esta cruz! Ayer fue Domingo de Resurrección y aquí nadie ha resucitado.