Qué dulce interregno socialdemócrata el de esos días que fueron de la investidura de Pedro Sánchez a las palabras de Meritxell Batet sobre el temita catalán. Una semana completa de ilusión, con la tarde fabulosa del desfile de los nombres ministeriales. Consciente de que no tardaría en disiparse, decidí disfrutarla a tope y vivir con alocada intensidad mi neosanchismo. Y sí, he sido feliz políticamente como no lo había sido casi nunca... Me ha sentado bien abandonarme un poco.
He de aclarar que me siento aún neosanchista, y que los neosanchistas somos los que nos hemos subido al carro del sanchismo a última hora, cuando era ya carro triunfador, con ánimo gratuito y festivalero. No hemos creído nunca en Sánchez, porque lo hemos visto como un vendedor de enciclopedias cuyo lenguaje era simplote. Aunque hemos admirado la épica que se ha montado él solito, desde su defenestración en Ferraz (que, por otro lado, aplaudimos). Pero ahora hemos entrevisto que la enciclopedia que vendía podía ser buena, y que el hombre ambicioso de poder ha escogido el camino que nos parece el adecuado: el del centro-izquierda.
Los neosanchistas, a diferencia de los sanchistas, no hemos hecho nada por instaurar el sanchismo, y por lo tanto no consideramos que el sanchismo nos deba nada ni vamos a intentar cobrarnos nada. Simplemente estamos abiertos a que Sánchez lo haga bien; es lo que deseamos. Y cuando lo haga mal lo criticaremos. Los sanchistas, en cambio, lo justificarán. Como le han venido justificando todo lo que ha hecho hasta llegar a Moncloa.
Los sanchistas justifican la moción de censura de Sánchez y su formación de un Gobierno no para convocar elecciones sino para gobernar como un gesto desinteresado en favor de España. Los neosanchistas sabemos que Sánchez lo ha hecho, en primerísimo lugar, porque era no solo lo mejor sino lo único que podía hacer por sí mismo y por su partido. El Gobierno que ha formado tenía que ser, ante todo, un Gobierno escaparate: de escaparate electoral. Nuestra valoración es a partir de aquí. Y nos parece un buen Gobierno, que ha cambiado para bien el ambiente; pero a partir de aquí.
Mi tesis, como escribí la semana pasada, es que Sánchez les ha hecho el timo de la estampita a los nacionalistas y los populistas. El berrinche que unos y otros se pillaron con el nuevo Gobierno fue una confirmación. Las palabras de Batet podrían empezar a desmentirlo... Pero hay que esperar a ver lo que hacen, y cómo les sale. Los neosanchistas nos vemos tan advenedizos que corremos el riesgo de precipitarnos en nuestra siguiente fase: la de ser exneosanchistas.