El traslado de los presos da para un chiste, para una metáfora, para dos infartos y mucha vergüenza en la gente de bien. La concesión de Sánchez a los sufrientes sediciosos ha venido así, a las bravas, en no sé qué ofrenda a Rufián que se dio el otro día en el Congreso cuando Pdr hincó la rodilla frente al lenguaraz diputado. Y sí, los golpistas van cruzando una España seca, árida; una España con luto de Iniesta y en rebajas de lo poco que le queda a la pobre (a la pobre España). Papá no corras, y los niños que ven a un picoleto de autobusero ahora que la famila se va por julio a Blanes desde Alcobendas. Operación salida, claro.
Porque las prioridades del nuevo tiempo son ésas: una foto con un exiliado libio en los huesos y el arrejuntamiento de los golpistas en el terruño. El parado de Cádiz y el autónomo de Mondoñedo poco le rentan a Sánchez, viajante de sus naderías apolíneas por esos mundos de Dios.
Que sí, que la prioridad está clara. Y la prioridad del Gobierno es ir por el narcisismo hacia agotar y agotarnos desde la legislatura hasta las costuras patrias. Y yo vuelvo a pensar ese furgón de la Benemérita rumbo a la Arcadia ocupada, y el trasvase de la ilustre carga al parque móvil de los mossos en las lindes acordadas. Verán algún toro de Osborne, cruzarán los secarrales de Aragón y antes las altas tierras de Guadalajara. Qué 600 kilómetros a velocidad de crucero; cada golpista en lo suyo en clase turista. Noches de Zuera, con ecos de jota y confesiones a media voz en la víspera de que arriben a Cataluña como unos Tarradellas entrullados y en trance de indulto.
Y ya, después, en el país, un desfile de lacitos amarillos en la mediana, y más lacitos de látex en los hitos kilométricos y en los quitamiedos: como condones tristes de la República.cat. Veo a Junqueras con las cuentas del rosario, a Forcadell reflexionando sobre el campo semántico del término rebelión y sobre lo monosilábico y lo poético y lo bien que se habla el catalán cuando se habla bien.
En las cárceles de Cataluña no les esperan los epígonos del Vaquilla, ni navajeros del Barrio Chino, sino parabienes y la rendida hospitalidad de Ester Capella, consellera de Justicia y amantísima anfitriona con cargo a las competencias penitenciarias de la Generalidad (errores de nuestros padres). Ahora sí que Sánchez está en condiciones de recibir a Torra y regalarle nuevas genuflexiones.