El miércoles escribí en Twitter, a cuenta del anuncio de la voluntad del presidente Pedro Sánchez de constituir una Comisión de la Verdad, que eso era una "fantástica noticia". "Al fin se va a hablar de cómo el asesinato de Calvo Sotelo a manos de miembros del PSOE precipitó la Guerra Civil" añadí.
Al minuto aparecieron por allí unos cuantos simpatizantes 2.0 del Frente Popular que me mandaron a leer libros de historia y me sugirieron, con la elegancia habitual en Twitter, que dejara de divulgar fake news. Hasta aparecieron por allí los de Mongolia, esa revista fundada por un antiguo colaborador de ETA condenado por el secuestro del empresario Emiliano Revilla y al borde del procesamiento por estafa procesal.
Complicado lo va a tener Pedro Sánchez para consensuar una versión oficial de la Guerra Civil y de la dictadura franquista cuando buena parte de los españoles, básicamente los que le votan a él, creen que su partido no tuvo nada que ver con el asesinato de Calvo Sotelo y el estallido de la Guerra Civil. Que creen, en fin, que el PSOE sólo pasaba por allí en vez de ser, como es obvio para cualquiera que haya abierto, no uno, sino decenas de libros de historia, uno de los partidos más desleales a la República de todos los existentes en aquel momento. Que ya es decir.
A ver cómo les explica Sánchez a sus seguidores que la noche del 12 al 13 de julio de 1936, tras más de 400 asesinatos a cargo del Frente Popular, Calvo Sotelo fue secuestrado en su casa por guardias de Asalto y cuatro milicianos del partido socialista comandados por un capitán de la Guardia Civil que había sido devuelto al servicio por la República tras ser condenado a treinta años de cárcel por un intento de golpe de Estado en 1934. Fue uno de esos cuatro milicianos socialistas el que le pegó el tiro por la espalda (denominación de origen soviética) que mató a Calvo Sotelo.
Los asesinos de Calvo Sotelo fueron, como explica Stanley G. Payne en En defensa de España, la primera de las muchas checas de exterminio surgidas de la izquierda en Madrid. Al día siguiente del asesinato, el Gobierno de Santiago Quiroga "prometió una investigación rutinaria", censuró las informaciones sobre el asesinato y detuvo a decenas de miembros de la derecha.
Quiroga, de hecho, deseaba el estallido de la Guerra Civil porque estaba seguro de una victoria rápida y fulminante sobre el Ejército, considerado por aquellos días "un tigre de papel". Eliminada la amenaza del Ejército, el camino para la implantación de una dictadura de corte soviético en España quedaría definitivamente despejado, creía Quiroga. El resultado está a la vista.
Pero hay más. Entre 1931 y 1939 se ejecutaron ocho golpes de Estado contra la República, tanto de derechas como de izquierdas. Del PSOE fue el segundo de ellos, el de la Revolución de Asturias de 1934, ejecutado de la mano de la izquierda comunista. La única diferencia entre el de Franco y los anteriores (y posteriores) es que el suyo triunfó.
Más. En mayo de 1936, el PSOE podría haber evitado la Guerra Civil cuando Gil Robles, líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas, le ofreció su apoyo al socialista Indalecio Prieto para formar Gobierno. Pero Largo Caballero, un fanático socialista partidario de la revolución violenta y del "no es no", le negó el apoyo interno del partido a Prieto. Según Salvador de Madariaga, fue la guerra civil dentro del partido socialista "la circunstancia que hizo inevitable la guerra civil en España".
Hoy, Largo Caballero, uno de los personajes más siniestros de la historia moderna de España, disfruta de una estatua junto a los Nuevos Ministerios de Madrid. Sería de agradecer que la Comisión de la Verdad se acordara de ella y ordenara su voladura controlada. Sería de agradecer también que el PSOE, el único partido de los actuales (junto con ERC) con responsabilidades directas en el estallido de la Guerra Civil, pida perdón a todos los españoles por los asesinatos, el odio y la miseria provocadas por su sectarismo.
Buena suerte para Pedro Sánchez con su nuevo juguete. Esa Comisión de la Verdad que huele tanto a Orwell como a La Naranja Mecánica. Y digo buena suerte porque de los crímenes del franquismo ya lo sabemos prácticamente todo. Pero como empecemos a sacar muertos del armario socialista, no va a haber sales suficientes en el planeta para despertar a esos que se creen que la Guerra Civil estalló de la nada por la sublevación de un fascista del Ejército contra la idílica República. Una república que, por no querer, no querían ni las izquierdas revolucionarias ni las burguesas.
Buena suerte, en fin, abriendo esa caja de Pandora. Yo de Pedro Sánchez me quedaba quieto: bastante bien parado ha salido el PSOE de la desmemoria histórica.