La entrevista de Ana Pastor a Pedro Sánchez en El Objetivo de La Sexta ha servido para derribar dos mitos: que la periodista madrileña sólo pone contra las cuerdas a los políticos de derechas y que la moción de censura de mayo tenía como objetivo echar a Rajoy.
Al presidente del Gobierno se le vieron las vergüenzas -es un decir- al intentar endosar a "la anterior Administración" la venta de bombas benéficas a Arabia Saudí. Pero también fue incapaz de adelantar una cifra, siquiera aproximada, del dinero que recaudará el Estado con la subida de impuestos: "Diga una cifra. Aunque sea aproximada. ¿Dos mil, seis mil, doce mil millones?". El doctor en Económicas no supo responder. Tampoco se pronunció acerca de si los presos por el golpe en Cataluña deberían estar en libertad, de manera que para no contrariar a Borrell y a Batet ofendió a la Judicatura entera.
Pero aún faltaba el remate final: echar la culpa a Rivera de que no vaya a convocar elecciones al no haberle apoyado en la moción contra Rajoy. Es decir, cuatro meses después Sánchez intenta reescribir el pasado. Según la nueva versión del presidente, su promesa solemne y reiterada de "censura, estabilidad y elecciones cuanto antes" no pasó de ser una oferta para lograr el apoyo de Ciudadanos que, una vez rechazada, le deja manos libres para agotar la legislatura.
El problema de Sánchez no es ya que la hemeroteca le desmienta ciento y mil veces. Baste recordar que él mismo, cuando ya sabía que no contaba con el respaldo de Ciudadanos en la moción, se ofreció a retirarla en varias ocasiones durante el debate si Rajoy dimitía. Dejaba así claro que su iniciativa parlamentaria era exclusivamente un instrumento para apartar al líder del PP, y daba incluso por bueno que le sustituyera otra persona de su partido.
El problema del presidente, insisto, no es pretender rehacer memoria histórica tan reciente -aterra pensar qué no podrá intentar con la más lejana-, sino que al cambiar el sentido de su moción de censura, al airear que el propósito no era jubilar a Rajoy sino encabezar un proyecto alternativo con vocación de permanencia, está admitiendo que lidera un Gobierno basado en una coalición parlamentaria en la que además de Iglesias y Ortuzar están Torra, Junqueras y Otegui. Hay amistades que matan.