Por encima del muro de renuncias, de las trampas tendidas y de la conchabanza, por encima de los intereses bastardos, de las mafias policiales y de las sindicales y de las patronales, por encima de la cleptocracia pueblerina y crecida que nos quiere devolver a los juegos del odio del siglo XX, por encima de los amamantados de la segunda Restauración, de los viscosos de Pedralbes que no vieron las orejas al lobo hasta que tuvieron que llevarse la empresa a Madrid (con todo lo que ellos habían hecho por el régimen), por encima de los que saltan de régimen en régimen con similar entrega, por encima de los centenares de miles que pasaron del amor a Franco al amor a Pujol porque ambos amores eran uno solo: el amor a sus propios privilegios, a su patrimonio y al proteccionismo, a los mercados cautivos y a las licitaciones trucadas.
Por encima de los que solo se escandalizan por un lado y de los indignaditos morales, por encima de las componendas y los apaciguamientos, por encima del diálogo que nunca lleva a nada porque hablar con paredes siempre ha sido inútil salvo para eludir las propias responsabilidades. Por encima del encanallamiento de los gremios de guapos con quienes las normas generales no operan, por encima del atocinamiento del intelectual orgánico, por encima de las viejas glorias que violando de golpe el largo y afortunado olvido riñen a “los políticos”, ja, ja, por encima de los analfabetos funcionales que se llenan la boca de cultura oficial, por encima de los buenísimos consigo mismos, por encima del hampa solidaria que se nutre de la desesperación ajena mientras te pide que la admires, por encima de su aberrante escala de valores.
Por encima del apocamiento y el complejo de quienes conociendo todo lo anterior prefieren estar debajo, acobardados sabe Dios por qué y a la defensiva siempre porque les falta el ánimo o el convencimiento, o a lo mejor quisieran ser como el adversario pero no saben cómo comportarse ni qué decir cuando te abraza un expendedor de carnés de “uno de los nuestros”. Por encima de toda esa colección de resistencias que en realidad son humo, que son tus pesadillas y existen solo en la medida en que te han impresionado (¡No te impresiones!). Por encima de los fantasmas de la España que se aferra a lo conocido, llegará el futuro. Salta, que hasta que otras generaciones lo estropeen será próspero y limpio, será libre, liberal.