No se me ocurre mayor humillación para un Gobierno que avenirse a gobernar con los Presupuestos heredados de otro partido. Unos Presupuestos que no quiso sentarse a negociar, y que denostó desde los cuatro puntos cardinales. Unos Presupuestos que, según el sanchismo, eran insolidarios, antisociales, apocalípticos. Los malvados Presupuestos del partido de Rajoy tuneados convenientemente por Ciudadanos, que había arrancado a Montoro el Temible asuntos tan poco de su gusto como un complemento salarial para jóvenes (al que la propia ministra de Trabajo llamaba "complemento naranja") o la bajada definitiva del IVA cultural.
De pronto, al doctor Sánchez no le importa gobernar con esos Presupuestos pérfidos, crueles, malignos, y lo dice tan tranquilo mientras todos recordamos aquello de "O presupuestos, o elecciones". Pero, dirá Carmen Calvo, eso pasó cuando no era presidente. También entonces Pedro Sánchez hablaba desde la tribuna de oradores del Congreso de la importancia de no mentir bajo ningún concepto, y recordaba a aquel ministro alemán que había dimitido por plagiar una pequeña parte de su tesis. Con un par.
Supongo que a los guardianes del trabajo doctoral de Sánchez les entraban sudores fríos al escuchar la comparación: "Pero pon otro ejemplo, alma de cántaro”, pensarían aterrados, sin caer en la cuenta de que, cuando se tiene el rostro de hormigón armado, se puede aguantar todo. Incluso que desde la portada de un periódico te señalen con fosforito todas las cosas que has copiado en tu tesis (ejem, ejem) y no tengas que encerrarte en tu casa a llorar de la vergüenza.
Sánchez gobernará con Presupuestos ajenos y una tesis doctoral que tiene pinta de no pertenecerle tampoco, pero no le importa ni una cosa ni la otra, porque vive en Moncloa, se pasa el día fuera de España rodeado de gente que mola mucho y tiene un helicóptero y un avión, chúpate esa.
Nunca se le sacó tanto partido al Falcon como durante esta etapa gloriosa: ha habido que habilitar más dinero para las dietas de la tripulación porque, en cinco meses, el presidente interino se ha puesto morado de aterrizajes y despegues. Que, por cierto, cuando se eche cuenta de la huella de carbono que el sanchismo ha dejado en la atmósfera, a muchos les va a entrar la risa floja. Pedro Sánchez va a subir los impuestos al diésel porque no es de diésel: a él le va más el queroseno. A ver cuál es la próxima. Seguimos para bingo.