Como homenaje póstumo a Podemos me gustaría rescatar aquella idea suya de que no hay izquierda y derecha, sino arriba y abajo. Esta semana se ha cumplido por fin y Podemos se ha venido abajo al tiempo que el PP se venía arriba. Vox también está subidito, como lo estaba Podemos cuando hablaba de los de abajo desde arriba, que es desde donde gusta hablar. Ahora que podría hablarles de tú a tú ya no van a hacerle caso, porque a los de abajo les gusta votar a los que suben.
Me he acordado del gran Juan Cueto, que nos acaba de dejar. Con su lucidez vitriólica de los ochenta, el hombre que se autodefinía como “feo, catódico y sentimental” (lo primero por coquetería, porque era guapo) dijo cuando Serrat sacó el disco El sur también existe que lo que faltaba ahora que nos habíamos librado del chantaje ideológico era que nos cayese encima el chantaje geográfico. Él, que tanto norte nos dio con su revista Los Cuadernos del Norte. Pero de mi recuerdo lo que destaca es aquel hablar del chantaje ideológico en pasado... ¡Aquella dulzura de vivir!
Yo veo lo que está pasando en Podemos como un gran canto al "régimen del 78": si en lugar de en este “régimen” que desprecian viviesen en alguno de los que adoran, estarían matándose físicamente. Pero el capitalismo también impone su coacción: hoy todos nos preguntamos cómo van a pagar Pablo Iglesias e Irene Montero su chalet si se les hunde el modelo de negocio. Mi pesimismo antropológico me hace no descartar que entre las motivaciones de Íñigo Errejón para apuñalar a Iglesias y liquidar Podemos esté ver a su amiguito del alma en la indigencia. La entrañable foto de los dos juntos de chavales no debe llevarnos a engaño: jugaban a la política y por lo tanto eran dos maquiavelines. El fallo de timing de Iglesias es que en el momento clave tiene que andarse con biberones en vez de con navajas.
El PP, mientras tanto, ha dedicado la semana a la trompetería autopromocional: primero con la presidencia de la Junta de Andalucía y luego con la Convención del finde. Entre una cosa y otra, se ha situado arriba y empieza a cundir la sensación de que pueda ir en serio. Aunque para los votantes seguirá el lastre de la corrupción, y pueden verse frenados por los mensajes contradictorios de Rajoy y Aznar (con esos malabarismos para que no se cruzaran). Los muy de derechas que no se lo terminen de creer seguirán con la idea de votar a Vox, incluso para decantar el PP que prefieren.
En cuanto a Ciudadanos, se ha quedado compuesto y sin Vargas Llosa. Ni arriba ni abajo: en medio. También en el centro de la vertical.