“What are you fat cats doing anyway? Spend my money and flush it down the drain”. Nikki Sixx.
Mucho se ha escrito sobre el desastre económico perpetrado por el chavismo en Venezuela. La magnitud del mismo es simplemente difícil de igualar. Un triste ejemplo mundial de cómo destruir un país rico.
El error que muchos cometen es pensar que ha sido una combinación de incompetencia e insensatez. Y se equivocan. El chavismo ha llevado a cabo el mayor robo organizado de la historia, y lo ha hecho con un plan perfectamente diseñado. Expropiar la riqueza de todo el país para beneficio de unos cuantos líderes chavistas vía expolio, destrucción de moneda y descapitalizacón de la petrolera estatal
Lo que le ha ocurrido a Venezuela no es un desastre o una casualidad, es socialismo.
Primero, citemos las mentiras del narco-régimen:
El inexistente bloqueo. Estados Unidos es uno de los mayores socios comerciales de Venezuela. El comercio entre Estados Unidos y Venezuela en 2018 creció más de un 9%. Venezuela tiene acuerdos bilaterales vigentes y operativos con más de 70 países. El chavismo, igual que el régimen de Castro en Cuba, manipula llamando bloqueo a las sanciones a los miembros del régimen y al uso fraudulento de los fondos del país. El único bloqueo que sufre Venezuela es el del chavismo contra sus ciudadanos.
La inexistente excusa del petróleo. Venezuela es el único país de la OPEP en depresión económica e hiperinflación. Todos los países productores de petróleo han adaptado sus economías sin caer en el destrozo económico y la pobreza generalizada creada por el chavismo en Venezuela. ¿Se olvidan que Chávez dijo “póngame el precio del petróleo a cero y aun así Venezuela no entra en crisis”? No hizo falta, Venezuela dilapidó los ingresos petroleros recibidos durante la primera década con Chávez, cuando el crudo subió exponencialmente, y destruyó todo atisbo de riqueza posteriormente.
El verdadero golpe de Estado. El que perpetró Maduro cuando manipuló unas elecciones cuyo resultado no fue reconocido por la mayoría de países occidentales, con un totalitario proceso constituyente cuya votación no reconoce ni la empresa a cargo del sistema de votación (Smartmatic). El chavismo se ha valido de instrumentos aparentemente democráticos para amordazar a la Asamblea Nacional y perpetuar a Maduro en elecciones fraudulentas.
A estas mentiras se añade la de los defensores extranjeros que dicen que Venezuela no es verdadero socialismo. Si algo ha caracterizado al chavismo ha sido aplicar a rajatabla las recomendaciones y políticas socialistas, ataque sistemático en contra del derecho de propiedad que se estableció en el Plan Socialista de la Nación 2007-2013: expropiar empresas, utilizar la caja de las empresas estatales para fines políticos, imponer precios intervenidos e imprimir moneda masivamente.
Primer robo: las empresas. El Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice) calcula que más de 2.500 empresas han sido expropiadas por el Gobierno chavista. De esas empresas, la inmensa mayoría están en quiebra y han sido arrasadas por la gestión socialista. La ONG Transparencia Venezuela, en su informe Empresas propiedad del Estado en Venezuela, califica de “pésima” la gestión de las empresas expropiadas usando criterios ideológicos y políticos: “En vez de aumentar la producción, la ha disminuido”.
Segundo robo: la descapitalización de PdVSA. En 1998, PdVSA producía 3,5 millones de barriles al día, hoy no llega a 1 millón. Mientras tanto, el Gobierno multiplicó los empleados, despidiendo a muchos excelentes ingenieros venezolanos y llenando la empresa de políticos afines, pasando de 25.000 empleados en 1998 a 140.000 en 2017.
PdVSA pasó de ser una de las petroleras más eficientes e importantes del mundo a un desastre al borde de la quiebra. De sus estados financieros se desprende que el Gobierno asaltaba hasta 12.000 millones de dólares en algunos años para financiar gasto político, destruyendo la caja y el futuro de la empresa. Un dinero que ha desaparecido en una red de intereses clientelares y cuentas offshore de los dirigentes chavistas. Brutales aumentos de costes, empeoramiento espectacular de producción, márgenes y expolio de la caja para pagar subvenciones al chavismo llevaron a la empresa a endeudarse en más de 34.000 millones de dólares, después de haber sido una de las más rentables y con mejor balance del mundo.
Tercer robo: los ahorros y salarios. La inflación, el impuesto de los pobres. “Imprimir moneda para el pueblo no causa inflación”, repetían los asesores económicos chavistas… Se ha aumentado la masa monetaria a razón de un 3.000% en un solo año, 2018, destruyendo el poder adquisitivo de la moneda.
La actuación es sencilla, la que siempre defiende el socialismo: El estado se lanza a aumentar gasto, subvenciones y empleo público imprimiendo moneda local pensando que los dólares llegan del cielo porque el Gobierno lo diga. Destruye su economía expropiando empresas, hundiendo la iniciativa privada e imponiendo unos precios intervenidos que no cubren el coste de producción por la destrucción del poder adquisitivo de la moneda. Se destruye todavía más, sigue gastando lo mismo en términos nominales y lo financia imprimiendo más papelitos sin valor mientras sus reservas se desploman. Esos papelitos valen cada vez menos y generan hiperinflación y pobreza.
Venezuela es hoy el país más desigual de Latinoamérica (ENCOVI, 2017) y uno de los más pobres. En 2014, la pobreza extrema era del 23,6% y en 2017 del 61,2%. La pobreza total superaba el 87% en 2017 (según estudio de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Simón Bolívar)
Durante la gestión de Maduro, no solo se ha llegado a la hiperinflación, que ya llega a un millón por ciento y el FMI estima que será de 10.000.000% en 2019. Ricardo Hausmann, profesor de la Universidad de Harvard, explicaba perfectamente la destrucción vía impresión de moneda: “Cuando Chávez llegó al poder, el dólar estaba a 0,547 bolívares (547 de los viejos). Cuando Maduro llegó estaba a 26 bolívares: 48 veces más caro. Ahora Maduro devaluó a 6.000.000, 231.000 veces más caro que como lo encontró y 11.000.000 de veces más caro que cuando llegó Chávez”. Así, tras varias subidas de salario mínimo en papelitos sin valor, dicho salario mínimo se ha quedado en menos de 17 dólares al mes. “Imprimiendo dinero para el pueblo”.