El juicio del procés será largo, y se nos hará más largo aún. Esto tiene una ventaja: nos permitirá ponernos al día con algunas lecturas pendientes, o volver sobre libros que leímos hace poco y que, sin embargo, ya parecen muy lejanos. Es otro efecto de la cuña sectaria y frenética que Pedro Sánchez ha introducido en nuestra vida en común: los estados de opinión y las afinidades que parecían sólidas han volado por los aires. Pero desde esta semana las pinzas del paréntesis se alzan y se desplazan. El juicio nos devolverá a la recentísima crisis de la democracia española, la mayor de los últimos treinta años, y nos animará a un ejercicio muy saludable: aprender de lo leído.
En concreto, hay tres ensayos a los que conviene asomarse durante estas semanas. Los tres se publicaron en 2018 y tuvieron una repercusión razonable, y sin embargo su lectura se antoja más urgente ahora que entonces, aunque solo sea para recordar cómo llegamos hasta aquí. El primero de ellos es El golpe posmoderno (Debate), de Daniel Gascón: un repaso a todo lo que ha sido el procés, sobre todo durante su fase más intensa. El libro presta mucha atención a los aspectos novedosos y sorprendentes del proceso separatista, aunque sin dejarse cegar por el destello de los selfies. Como señala el autor, hemos vivido “algo inédito: una rebelión contra una democracia liberal en una región donde la renta per cápita supera los 25.000 euros”.
Para explicar cómo ha sido posible esto, el libro desbroza todo lo nuevo y todo lo viejo que ha confluido en este golpe lento, anfibio, hábil y obsceno. Examina con inteligencia el papel de las élites y las estrategias populistas, a la vez que escarba en la pulsión xenófoba e insolidaria del separatismo. Leído hoy, su análisis nos recuerda que el procés ha colocado a España frente a algunos de los grandes dilemas políticos de nuestro tiempo, y que seguimos plenamente inmersos en su resolución.
A ello se presta, precisamente, el Diccionario de lugares comunes sobre Cataluña (Deusto), de Juan Claudio de Ramón. El libro parte de un diagnóstico certero: la crisis catalana ha expuesto las miserias de varios “tópicos, recetas fallidas e ideas que no funcionan” y que, pese a todo, siguen teniendo una gran presencia en nuestro debate público. De Ramón analiza esa fraseología perezosa (“hay que reforzar el autogobierno”, “hay partidos que viven del conflicto”, “no se puede judicializar la política”, “hay que reconocer la singularidad de Cataluña”), exponiendo con lucidez todos sus puntos débiles, y explicando por qué yerra tanto en el plano ético como en el pragmático.
El libro muestra, así, que debemos ser mucho más autoexigentes en el debate acerca de nuestro sistema territorial y nuestro ideal de ciudadanía. Además, el autor muestra que esta mayor honradez intelectual puede conducir a propuestas novedosas. Pero estas solo son posibles si dejamos atrás la chatarra retórica que se viene repitiendo -por conveniencia o por pereza- desde los tiempos de Artur Mas, los de Pujol o incluso los de Ortega y Gasset.
Que nos va mucho en esto es algo que también destaca el tercer libro: Habrá que jurar que todo esto ha ocurrido (La Esfera de los Libros), de Rafa Latorre. Su tesis es que no queda lejos el día en que graves hombres y mujeres, serenamente imbuidos de sentido de Estado, nos digan que lo sucedido en Cataluña no fue tan serio. Que prácticamente todo fue simbólico. Que, en realidad, no pasó casi nada, o, si pasó, se trataba de un trasiego de peones discursivos, una batalla de relatos que concluyó cuando un Estado rígido y algo cabezota tiró las piezas de un manotazo.
El autor insiste, por el contrario, en que la oposición al nacionalismo y a sus argumentos más falaces, y la defensa de la Constitución y la convivencia, siempre tuvieron un fuerte trasfondo cívico. Latorre desarrolla su crónica y su análisis del proceso separatista desde esa cima tan expuesta y que tantos parecen dispuestos a abandonar, recordándonos de paso por qué lo que hemos vivido durante estos años, y lo que se dirimirá en el Tribunal Supremo a partir de esta semana, es tan importante para nuestra democracia.