Las campañas electorales dicen poco de los políticos de un país, en cambio las votaciones dicen mucho de sus ciudadanos. Las campañas son postureo, teatrillo, puestas en escena efectistas con palabras que se lleva el viento. No tienen otra finalidad que seducir al votante. Son buenas o malas en función del resultado. De la expresión del voto, en cambio, sí se pueden extraer algunas conclusiones.
Sánchez ha dedicado a Ciudadanos sus ataques más furibundos. Les ha acusado de oportunismo, de no tener ideología, de pactar con la extrema derecha, de blanquear el fascismo y de mercadear con los derechos de las mujeres. Textual. El grito de "con Rivera, no" de los militantes en la celebración de la victoria era el lógico epítome de la campaña. Sin embargo fue su propio líder quien les corrigió al momento para hacerles ver que, una vez contadas las papeletas, comenzaba a escribirse otra página: "Nosotros no ponemos cordones sanitarios".
Así pues, en unas elecciones resulta más provechoso examinar los votos que las campañas. No mienten. Y lo que nos dicen los resultados del domingo es que los españoles temen más a Franco que a Torra, Puigdemont y Junqueras juntos. Son mayoría los que están convencidos de que, transcurridos cuarenta años de democracia, existe más riesgo de involución por el auge de la ultraderecha que por los embates del separatismo.
Entre la prisión permanente revisable para los peores delincuentes y el posible indulto a los presos que lideraron la intentona de secesión en Cataluña, los electores también le han dado un voto de confianza a Sánchez, aun cuando no hay precedentes en los regímenes occidentales de un presidente que se niega a contestar una y otra vez ante las cámaras a la pregunta de si piensa amnistiar a los cabecillas de un golpe de Estado.
Tampoco los ciudadanos han creído el aforismo liberal según el cual bajar la presión fiscal mejora la economía, genera prosperidad y permite invertir en políticas sociales. Ya están preparadas las subidas del gasóleo, IRPF, Patrimonio, Sociedades... y se anuncian impuestos de nueva creación. Ábalos lo ha resumido perfectamente este Primero de Mayo: los que querían menos impuestos perdieron el domingo. Y aún hay quien dice que no hay libertad en España.