Queridos grandes almacenes, no entiendo que, ante la contemplación de esa campaña publicitaria tan sumamente anticuada y (lo que más debería preocuparos como tienda que sois) contraria a cualquier tendencia del mercado, nadie, en vuestro extenso periplo de departamentos, soltara un alto y claro: "Ande vais, ande vais, almas de cántaro".
El mensaje, por mucho que os empeñéis, nos dice que si cerramos el piquito nos merecemos que nos regalen algo. Hala, para que estés contenta, bonita. A nadie se le ocurriría imaginar un anuncio para el Día del Padre ni de lejos parecido. El padre es un fortachón que trae los dineros a casa, te enseña a montar en bici y anda siempre con una sonrisa en los morros. Normal, en esta peli son ellas las que se reprimen las ganas de mandar a la mierda a toda la familia. Ellos, en cambio, lucen sus melenas rollo Grecian 2000 sin tener ni puñetera idea de lo que es una sartén, unos deberes interminables o una pila de plancha hasta el techo.
No voy ni a entrar en su contenido, en que esos porcentajes en los que la queja y el tinte se reducen a un 0% son como una patada en el estómago de cualquier persona, mujer o no, madre o no, con dos dedos de frente. Tampoco en el hecho de que, para la mayoría de las madres, lo de considerarnos 100% madres, solo madres, nada más que madres, es deprimente a más no poder. la explicación de que una puede ser 100% madre, pero también otras cosas no me acaba de quedar clara, y juraría que le pasa lo mismo al resto de la población. Otra cosa hubiera sido jugar con los porcentajes en plan ocurrente: 100% cachonda mental, 100% bailonga descocada, 100% amante de la cerveza helada y 100% madre. Y oye, que igual cuela. Pero es que no se le pueden pedir peras al olmo.
El público que interesa a las tiendas no es una madre metida en la cocina, que no dice ni mú ante las salidas de tiesto de sus hijos y que se queda el fin de semana zurciendo calcetines. No es una súper heroína que saca horas de donde no las hay para los demás, sino una persona que emplea en sí misma todas las que puede. Lo que os conviene son las tías consumistas y con ansias incontenibles de comprarse un pintalabios bien rojo, un bolsazo, un vestido de quitar el hipo. Queréis llegar a una tía que gana pasta, que no necesita que le regalen nada porque ya se lo regala ella, que se escucha y se dice que hoy se va a hacer un facial completo de doscientos euros porque ella lo vale. Y punto.
Lo que al comercio os interesa es una madre que se gasta cincuenta euros en una vela de Jo Malone que encender en los fines de semana en los que los niños se van con su padre, para disfrutar de ese aroma glorioso mientras se zampa la última temporada de Juego de Tronos o cualquier otra serie plagada de buenorros. Lo que os interesa es una tía que hace deporte y se compra el equipazo completo para ponerse en forma porque quiere sentirse bien y que no se siente culpable por dedicarse esa hora diaria. A esa mujer 100% autosuficiente, realizada y feliz queréis venderle cinco conjuntos de ropa interior divina porque, sorpresa, las madres también tienen vida erótico-festiva. O deberían. La campaña, pues, debería ir dirigida a esas mujeres que se beben una copa de vino del bueno al terminar el día, que reservan cita en la peluquería para llevar el tinte impoluto y la manipedi brillante a más no poder.
El mensaje debería ser algo así como: "No eres solo madre, date el gusto, dinos qué quieres comprar, nosotros te lo vendemos."
De nada.